1.
El prolífico Juan Villoro vuelve a la carga con La figura del mundo. Una crónica (sé que la palabra queda estrecha) sobre la relación que el narrador mexicano mantuvo con su padre, un arquitecto exitoso que se dedicó principalmente a la filosofía. Los padres de Villoro se separaron cuando tenía 8 años, por lo mismo, siempre se crio en el seno de dos familias que se miraban desde lejos sin nunca dejar de complementarse. El autor del libro sostiene que es la ex pareja de cualquier ser humano quien mejor logra conocer al ejemplar en cuestión (hipótesis tan interesante como debatible), por lo mismo, hacia el final del libro, Villoro entrevista a su mamá, indagando en su padre desde todos los rincones posibles.
2.
Llevar a su hijo al estadio a ver fútbol es el primer lazo afectivo que construyen los Villoro. El padre necesita quebrar la monotonía que entregan las tardes de domingo, por lo mismo, ve en el éxtasis del balompié una complicidad que se renueva cada fin de semana (incluso van al Camp Nou a ver un empate a 3 goles entre el Madrid y el Barcelona). Juan Villoro en formato niño disfruta de goles, goleadores, jugadas y trancadas, haciendo de su condición de espectador una forma de vida, de hecho, estas primeras experiencias lo llenan de marcas enunciativas, pues, al fin y al cabo, conformaron a uno de los narradores futboleros más reconocidos en Latinoamérica.
Las pocas conversaciones que padre e hijo tenían eran sobre fútbol y servían para evitar temas tan íntimos como incómodos. Pasaron los años, el tiempo avanzó, y Juan Villoro llegó a una conclusión tan tierna como fatal: a su padre no le gustaba el balompié, todo lo hizo con el único fin de poder compartir con su hijo en las nostálgicas tardes de domingo.
3.
Lo que hace Villoro en este recorrido es hablarle a su viejo, a su construcción subjetiva, a su inmensidad imaginaria. Tal como lo hizo Kafka, tal como lo hace Auster y Knausgard, y tal como se seguirá haciendo en las batallas del futuro, porque como se expone en el prólogo de La figura del mundo: «Nada más antiguo, nada más actual que el tema de este libro: un hijo habla de su padre».