Beso
Por Javier Gómez
Un pequeño instante,
volver a sentir la infinita juventud.
El candor de un volcán,
una tarde cálida,
una noche fresca y romántica.
Amigo de la casualidad,
¿Qué es el conocimiento, sin lo verdaderamente esencial?
¿Qué será?
Solo un instante fugaz.
Un contacto abrumador,
donde el pensamiento se sumerge,
las olas traen reminiscencia
en un piélago, buscando aquella esencia,
que simplemente emerge
y doy cuenta de que no soy un traidor.
El hecho es indeleble,
pero agradezco por sentir,
más, ese todo se va…
¿Por qué se va? ¿Y no se queda conmigo?
¿Será que…el contacto abrumador-noche fresca y romántica, tarde cálida, candor de un volcán, la ha corrompido?
Y si se fue, ¿Por qué se queda el amor?
¿Por qué no se va?
No se desvanece, parece perpetuo
y al estar quieto,
recorro corriendo mi mente desdichada,
donde vuelve aquel sabor de múltiples emociones que termina en carcajada,
pero que, sin embargo, me deprimen.
Esa pizca de magia y aliento,
vuelvo a sentirla imaginariamente
que traicionera es la mente,
pero amigable al mismo tiempo.
Costoso arrebato,
me quitó aquel suceso.
Ego mendigo, me hirió con su daga,
haga lo que haga, me ahogo
en esta realidad, pues fui ingrato,
implorándole de algún modo un beso,
que no le cuesta nada
o puede que todo.
Al menos comprendo,
que el diálogo no tiene peso
sin la pizca de un hecho
sin el tacto de un beso.