La joven periodista, Carla Vargas, acaba de lanzar su primera novela titulada Vacío temporal, editado por Los Libros de la Mujer Rota. Conversamos con ella acerca de la novela, sobre la relación que la protagonista tiene con su cuerpo y acerca del amor, del trabajo con la editorial, sus influencias y de sus próximos planes.
-Cuéntanos un poco sobre ti
-Nací en Rancagua, tengo 25, fui a un colegio de monjas, estudié periodismo en la Chile y Vacío temporal es mi primer libro. Después de titularme busqué trabajo un tiempo, pero no me entusiasmaba mucho la idea de trabajar formalmente como periodista, y en verdad daba pésimas entrevistas, soy horrible en eso, lo que me hacía sentir mal. Así que finalmente me asocié con mi mejor amigo y con él estamos siempre creando nuevas formas de ganar dinero, aunque ahora con la pandemia nos hemos estancado un poco, como todos. Somos un buen equipo.
Desde el colegio que me gusta leer, de todo. Me acuerdo de que lo hacía antes de entrar a clases, porque mi papá prefería salir temprano de la casa por el taco que se hacía de Machalí a Rancagua. Llegaba a las 7:10 y desde esa hora hasta las 7:55 (porque había que dedicar cinco minutos a rezar antes de entrar a clases) leía algún libro.
En esa época, fui muy fanática de Crepúsculo, los leí todos. Desde la universidad que escribo, pero finalmente me tomé en serio la escritura cuando empecé el taller de Claudia Apablaza, donde además de concretar el proyecto de mi novela y trabajar en ella, conocí personas con las que hasta hoy somos amigos. Ahora estoy en Machalí pasando la cuarentena, leyendo, escribiendo cuentos, viendo teleseries antiguas de TVN y trabajando en otras cosas.
-¿Qué significó para ti hacer este libro?
-Significó el comienzo de hacer lo que siempre quise: escribir y publicar. Antes de Vacío temporal, había escrito cosas, pero eran más personales, lo que me pasaba y lo que pensaba, como si se tratara de un diario, pero más literario y sin la constancia de escribir cada día, o seguido. Escribía desde mis emociones, sin la intención de publicar algo de eso, por ello digo que era personal. Creo que lo veía como una especie de práctica, para más adelante armar algo, escribir algo, una historia, literatura.
Escribir este libro fue un proceso, un encuentro con mi propio estilo de escritura, con mi voz literaria. Y también significó revivir, y, además, inmortalizar en las páginas del libro, ciertos eventos dolorosos de mi vida, y de las de algunas de mis amigas. A veces me pregunto si fue lo correcto, pero ya está. Me siento muy feliz cuando mujeres me escriben para darme las gracias por la novela. Pensé que podía gustar o no gustar, que podían disfrutar la lectura, pero la verdad es que nunca imaginé ni esperé que me fueran a agradecer por haberla escrito, y eso ha sido muy lindo.
-¿Cómo fue trabajar con Los Libros de la Mujer Rota»?
-Ha sido todo muy bueno. Me han apoyado siempre y es muy lindo que les gustara mi escritura y apostaran por mí, eso fue algo que me hizo sentir que realmente puedo dedicarme a lo que me gusta. Y es un honor para mí pasar a formar parte de su catálogo, en el que hay libros que me gustan tanto y que posiblemente me influenciaron mucho, como Mapas terminales, Quiltras, La mujer que compró el mundo, Cómo darle sentido a una vida que no tiene sentido y Nube negra. Además, significa mucho para mí ser publicada por la editorial de Claudia Apablaza, y que ella sea mi editora también, porque sus libros han sido una gran influencia para mí, es una de mis escritoras favoritas, y es muy lindo que sea ella quien haya editado mi primer libro. En general, estoy muy contenta con el trabajo que ha hecho la editorial en la publicación de mi novela.
-¿Qué es el amor para la protagonista?
-El amor es una parte fundamental en la vida de todas las personas, ya sea de amistad, de familia, o de pareja, que resulta ser el más complejo y conflictivo de todos, seguramente. Un amigo me dijo algo sobre la novela que me gustaría utilizar para esta respuesta: que, aunque busquemos alejarnos mucho de las cosas, de la vida misma, a través de carrete y drogas, por ejemplo, pronto volvemos y buscamos salvación, y muchas veces el primer lugar para eso es la familia, un lugar donde nos sentimos seguros. Al final, la protagonista, igual que todo el mundo, está buscando ser querida. Busca amor, amor que se sienta verdadero, seguridad, estabilidad. Y el primer lugar en el que encontramos eso es la familia, y con familia no me refiero necesariamente a un vínculo sanguíneo, pero en el caso de la novela es así.
-¿Qué importancia tiene el cuerpo para la protagonista de tu novela?
-El cuerpo es nuestra materialidad en el mundo físico. El cuerpo es lo que utilizamos para movernos, para desplazarnos, para expresarnos, para interactuar, para relacionarnos. Aunque suene cliché, es nuestro templo, y como tal, debemos cuidarlo, por lo que el cuerpo para ella tiene muchísima importancia. Y esa importancia que le otorga, claro que se contradice mucho con su actuar, pues el abuso de sustancias o las relaciones sexuales sin protección, no son cosas que cuiden su cuerpo, sino que, todo lo contrario, lo destruyen. Tiene entonces una relación conflictiva con su cuerpo, contradictoria, afectada por el patriarcado, los estereotipos de belleza y otras cosas.
-¿Cómo relacionas la tecnología en la novela?
-La tecnología tiene una importancia enorme no solo en la novela. Es algo que es parte de nosotros, así como una protagonista de un libro come, se enamora y respira, usa la tecnología. Todo pasa en dos planos: el online y el físico, el presencial. Por eso la distinción en los diálogos entre cuando es un chat y cuando es en persona. También se ve un hastío originado por la tecnología, la saturación de ella, internet con acceso a todo, la inmediatez de los mensajes, redes sociales… conflictos que tenemos con la época que vivimos, que están muy presentes alrededor de toda la novela. Por ejemplo, ella le dice a Emily Dickinson que le gustaría enviar cartas como las que enviaba ella, o también dice que se siente una mierda por estar viviendo una época de mierda, cosas que tienen relación con el exceso de tecnología y cómo es la vida actual con todo eso.
-¿Cuál es la relación en general con los hombres en el libro?
-Durante todo el libro tiene encuentros o relaciones con hombres que la vulneran sexual o afectivamente. Pero sigue una y otra vez involucrándose en relaciones así, y eso es por diversos motivos, primero la atracción que siente por ellos, claramente, pero también hay algo de autodestructivo en todo eso. Finalmente, es una mujer muy dañada e inestable, que busca quitarse el sufrimiento, muchas veces a través de más sufrimiento, lo que hace que la narración esté llena de contradicciones. En ese sentido, es una relación con los hombres muy conflictiva. Pero también están los amigos, como Felipe, que está acompañándola durante toda la narración. Si bien Felipe tiene un mayor protagonismo que otros personajes femeninos, es algo que se dio naturalmente, ya que, en mi propio contexto, yo tengo una vida en conjunto con mi mejor amigo, somos ese tipo de amigos que son una especie de pack unido. Ya somos más que amigos, somos familia, somos un matrimonio casi. Entonces, para mí, era natural que fuera Felipe quien estuviera presente durante todo el relato, que es sobre la vida de ella, muy desde el «yo», por lo que aparte de él y sus parejas, nadie tiene mucho protagonismo o importancia, ya que la historia va desde su posición alejada de todo aquello que la dañó y llevó a aislarse, y en ese tipo de daño no entran ni sus amigas ni sus parejas mujeres, por lo que, claro, como se ha dicho, no tienen mucho protagonismo en el libro.
-¿Cómo se te ocurrió crear el capítulo de Emily Dickinson?
-Me gusta mucho ese poema de Emily Dickinson, y lo recité para un videopoema, entonces, me grabé recitándolo más de cincuenta veces. O sea, me lo llegué a aprender de memoria, y después me quedó muy metido en la cabeza. Así que a partir de la sesión de espiritismo con Susan Sontag, pensé, ¿por qué no hacer una con Emily también? Y ahí se me fue ocurriendo todo eso, que se dio más bien de forma natural. La curiosidad de la protagonista sobre qué pensaría Emily de WhatsApp es algo que comparto con ella. Siempre me estoy preguntando qué pensarían las personas que admiro de tal cosa. Por ejemplo, ¿cómo llevaría Susan Sontag las redes sociales? ¿Subiría historias? ¿De qué temas haría ensayos ahora? Me encantaría leer un ensayo de Susan Sontag sobre el body positive, por ejemplo. Odio que estén muertas.
-Si tuvieras la oportunidad de tomar un café con alguien, ¿con quién sería?
-¿Alguien famoso? ¿Alguien, cualquier persona? ¿Alguien muerto? Mmm… con Susan Sontag para saber si realmente era tan insoportable como dicen. Con Emily Dickinson para saber si realmente era lesbiana y pasaba encerrada y si le gustaría usar WhatsApp. Con Simone de Beauvoir para saber cómo era su relación con Sartre y qué opina del feminismo actual.
-¿Quiénes son tus referentes a la hora de escribir?
-Te puedo nombrar a algunos de mis escritores favoritos, que claramente son referentes a la hora de escribir: Claudia Apablaza, Susan Sontag, Haruki Murakami, Roberto Bolaño, Emily Dickinson, William Burroughs, Ariana Harwicz, Sylvia Plath, Amelie Nothomb. Y últimamente he estado leyendo a Vila-Matas, a quien no sé por qué nunca había leído, y me ha gustado tanto que claro que se convertirá en uno de mis referentes. Y también he estado leyendo a Mavis Gallant, que la descubrí porque la Amanda Teillery la subió a su Instagram, y me ha gustado muchísimo, así que pretendo leer mucho más de ella.
-¿Qué depara para tu destino?
-No lo sé, me gustaría saberlo… No, en realidad no me gustaría. Pero en cuanto a la literatura, mis planes contemplan seguir escribiendo y publicando. Ahora estoy trabajando en un libro de cuentos, más o menos en la misma línea. Personajes jóvenes, buscando el amor, buscándose a sí mismos, haciendo estupideces, jugando con la muerte, igual tiene hartos elementos fantásticos… Aunque aborde temas similares, es muy diferente a la novela, y eso es lo que busco.