Con la publicación de En el óvalo de luz, su primer libro de relatos, Claudio Suárez Cruzat deja atrás la medicina, profesión a la que se dedicó por casi 40 años. Pero la lectura ha sido un amor permanente en su vida, y desde allí se origina su necesidad de escribir. Las diez narraciones que componen este libro, nos hablan de la realidad cotidiana, las relaciones amorosas, la pasión convertida en rotundo fracaso, la burocracia del sistema, todo ambientado en distintos lugares del mundo.
—¿Cómo fue que decidió dejar la medicina luego de 40 años para dedicarse a la literatura?
—Fue gradual, en la medida que la gran pasión de mi vida, la medicina, fue declinando apareció esta nueva pasión, la del creador que necesita contar sus historias a los demás. Ahora último he pensado que fue como pasar de una a otra función del chamán o médico brujo, dejé de ser el curandero de la tribu para convertirme en el viejo que cuenta historias, creo que esos dos personajes han estado fusionados durante muchas etapas de la historia de la humanidad.
—¿Lo imaginó alguna vez o lo tenías planificado?
—Siempre pensé que debía dejar la medicina, específicamente la cirugía del cáncer de pulmón, cuando me hiciera mayor. Como los deportistas, los cirujanos de grandes operaciones tienen un tiempo de caducidad, el esfuerzo y capacidades físicas requeridos para hacerla de óptima manera van siendo superiores a lo que un hombre viejo puede entregar. Aunque como la mayoría, creo que mis capacidades siguen intactas, me prometí siendo joven que no seguiría operando cuando me hiciera mayor, o viejo.
Entonces, en la medida que mi pasión por la literatura y la escritura crecía, se fue produciendo naturalmente el reemplazo de un trabajo por el otro.
—¿Cuáles fueron sus primeros pasos en la literatura? ¿Siempre tuvo esta inquietud, deseo de escribir?
—Los primero fue integrarme a talleres literarios, donde aprendí principios básicos, pude escribir y leer mis historias semanalmente. Los talleres permiten tener continuidad, escribir en forma permanente es muy importante. Además, se reciben comentarios y críticas, que hay que aprender a enfrentar y aprovechar, a mí me hicieron mejorar. Lo mismo escuchar las historias de mis compañeros de taller, con diferentes plumas, pensamientos, estilos, todo esto hizo que el taller fuera un importante aporte en mi formación. Luego hice un curso web de literatura y escritura creativa y finalmente un magíster en escritura creativa.
—¿Cómo fue realizar talleres literarios y ahora hacer un magister en escritura creativa?
—Respecto a los talleres: Pienso que la formación de un escritor depende no solo de adquirir conocimientos y técnicas, sino también de interactuar con otros escritores, para conocer diferentes ideas, estilos, ritmos, tópicos, obsesiones. También sirven para aprender a recibir críticas, para interactuar con los compañeros cuando lees un relato y no les parece bien. Todo lo que te dicen es bueno si lo procesas adecuadamente y lo usas para mejorar, sin ofenderte, sin cerrarte a ningún comentario o tema, sin rigideces, sin temas tabú. El profesor del taller entrega conocimientos y regula la conversación en torno a las lecturas de sus alumnos talleristas, induce temas y tópicos, formas de escritura, y otros, además conduce la discusión crítica. Diría que el foco está en estimular la creatividad.
El Magíster tiene una profundidad teórica mucho mayor, te expone a diversos ramos y profesores connotados te enseñan y evalúan. La malla curricular de un magister universitario ha sido pensada y diseñada por profesores universitarios de literatura y escritura. Especialistas en diferentes áreas del conocimiento se complementan para entregar una formación teórica lo más completa posible. Por cierto, también hay interacción con los otros alumnos del magíster, leemos nuestros textos y los comentamos en los ramos de cuento, novela o Transmedia. Sin embargo, el foco de este es más académico, universitario.
—Entiendo que los cuentos los escribió en pandemia, y son cuentos que nos muestran distintos países y realidades, ¿fue una manera de viajar en esos momentos de encierro?
—Así es, la mayoría de los cuentos fueron escritos o corregidos y editados durante la pandemia. El viajar por diversos países en ellos tiene que ver con mis experiencias previas y con la intención de hacer que el ambiente condicione o colabore con los personajes y la trama. Seguramente también fue una forma de viajar durante ese encierro.
—¿Cuáles son los temas que lo inspiraron a escribir estos cuentos, con qué se va a encontrar el lector?
—Los temas de estos relatos se cruzan con mis obsesiones, con las cosas que me parecen importantes y que nos siempre son vistas por las personas, que con frecuencia miran solo superficialmente a los otros, sus circunstancias y la sociedad que habitan: salud y enfermedad, vida y muerte, miedo y locura, amor y sexo, dependencia y abuso, adicciones y vicios.
La mayoría de mis temas son los que he podido ver durante mi vida. Como médico me asomé a lo que las personas no muestran a otros, a sus lados B y C. Como viajero vi otros lugares, viví en otros países con sociedades y normas muy diferentes. Como ciudadano de este país asistí a la manifestación de una sociedad cambiante, disconforme y convulsionada. Como parte de la humanidad me tocó la pandemia de coronavirus. Todos estos hitos y experiencias se plasman en mis historias.
Los lectores encontrarán historias muy variadas, que ocurren en diferentes países, pues el escenario es un personaje más de mis historias y condiciona a los protagonistas. La mayoría de ellos está en tránsito de un lugar a otro, de una situación cualquiera a una diferente, o están atravesando una crisis vital, suya, de quienes lo rodean o de la sociedad en que viven.