Lunes, Marzo 24, 2025
InicioColaboracionesCrítica literaria: El viejo de la lluvia. “Las heridas de un particular...

Crítica literaria: El viejo de la lluvia. “Las heridas de un particular forastero”

 

Por Juan José Jordán

La narración transcurre en un el sur de Chile, en una caleta cercana al ficticio pueblo de Curto. Roberto Mercado, el Cojinova para todo el pueblo, narra los acontecimientos que tuvieron lugar hace varios años.

Todo gira en torno a la misteriosa llegada de don Emeterio Mendoza, excéntrica personalidad que no dejará indiferente a nadie. Aparece un día de lluvia intensa y por eso rápidamente será rebautizado como El viejo de la lluvia. Se hará cargo del taller de reparaciones Urrutia, más conocido como El Pintao.

Son 13 días los que permanece en el poblado, tiempo suficiente para dejar una importante marca, especialmente en Roberto. Por esa necesidad de enterarse de detalles de la vida ajena, Roberto es enviado al taller para tratar de averiguar algo del recién llegado. Inesperadamente le ofrece ser su de ayudante, lo que le permitirá comenzar a salir del núcleo familiar.

Emeterio es alguien mesurado, con una cultura que rápidamente marca una diferencia con los habitantes de aquel lugar. Tiene varios discos y puede contar en detalle la trama de una ópera. Además, no acepta el uso de los sobrenombres y deja en claro que no permitirá que Roberto sea tratado como Cojinova adentro del local; hacer referencia a su cojera implicaría un trato indigno. Para la gente del pueblo, en donde todos tenían apodo (algunos muy ocurrentes como la Maceta, que recibe ese mote por pasar el día pegada a la ventana) esto tiene que haber sido como si les hablaran en chino, pero así y todo el viejo logra que respeten su inclinación adentro del taller.

Se percibe un tono confesional, de quien presta testimonio. Pero a diferencia de otras obras que incorporan esta técnica, (Limpia, Sostiene Pereira, el mismo debut del autor, Juro decir la verdad), en este caso no pareciera haber sucedido nada, a ojos de la policía y la ley, que justificara una investigación exhaustiva, dando pie a la reconstrucción de eventos pasados con ese nivel de detalle. Pero no sabemos ante quienes está hablando. Podría estar frente a algún estudiante de literatura o periodismo, con la única intención de batallar contra el olvido y tratar de dejar un registro de lo que pasó, como señala el narrador:

“Yo había jurado llevarme el secreto conmigo al patio de los callaos; si se los cuento ahora es porque ha pasado tanto tiempo que parece que el que juró fue otro, y no puedo dejar de pensar que él ya no está con nosotros y que cuando yo tampoco ande por acá nada del viejo quedará en la tierra, ni su presencia ni esta historia, y todo lo cubrirá la niebla igual que un sueño que no se puede recordar”

Hay un constante juego de niveles narrativos. Un poco a la manera de Jopeph Conrad en el Corazón de las Tinieblas, está la situación base, la realidad del presente y sobre ella el relato verbal que se refiere a acontecimientos pretéritos. La forma en que interactúan estos niveles es fluida. Así conocemos de la historia de don Emeterio, quien relata su experiencia que tuvo años atrás en la imprenta en que trabajaba. Un episodio traumático que lo obligaría a llevar una vida errante.

Se había esforzado en dejar atrás toda esa historia. Pero como Roberto estaba viviendo una compleja situación con una mujer, le cuenta lo que vivió con la esperanza que sirva de algo. Los dos casos no son equivalentes, El viejo de la lluvia había tenido un romance con una de las gerentes, mientras que Roberto y Jeny eran del mismo estrato social. Pero en ambas historias hay una familia que se opone; el padre de la joven era un tipo violento y la familia de la pareja de don Emeterio podía usar métodos terribles para intimidar, utilizando a carabineros como sus guardias personales. El viejo trata que su ayudante le escuche; su caso está lejos de ser algo sin solución. No es claro que le haga sentido la voz mesurada de su jefe. Está resentido, no quiere verla ni en pintura, por esas cosas que le ocurren a la gente que marcan un antes y un después.

La voz del narrador es consiste, logrando un discurso coherente que se sostiene. Los parlamentos de los demás personajes están integrados en su narración utilizando el diálogo directo, reproduciendo textualmente lo que dicen, sin marcas textuales. Si bien esto contribuye a una lectura fluida, si los personajes están hablando a través del relato de Roberto es necesario que exista algún tipo de indicador (como “siguió diciendo el viejo”), de tal modo que quede claro que es la voz del personaje que está siendo retratada por el narrador.

En esta segunda publicación Téllez mantiene la estrategia narrativa de hacer que un personaje preste declaración. Pero, a diferencia de lo que ocurría en su debut, no utiliza términos legales ni usa la estructura del documento judicial. Probablemente el objetivo de ese lenguaje árido sea eliminar cualquier atisbo de subjetividad, de modo de remitirse a los acontecimientos. Acá, en cambio, hay bastante subjetividad, cómo se sienten los personajes con lo que les toca afrontar. Una narración de un lugar en que no pasa mucho, en donde la vida es dura y sobreviven los duros, como en un western. Pero el afecto y la solidaridad termina prevaleciendo y en eso el forastero hará un importante aporte.

 

FICHA TÉCNICA

Título: El viejo de la lluvia
Autor: Rodrigo Téllez
Año: 2023
Novela
Páginas: 148
IBN: 9789563386615
Editorial Forja

 

RELATED ARTICLES

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisment -

MÁS POPULARES