Por Reynaldo Zaldivar
El abrazo de los frijoles es un himno a los objetos que sostienen el equilibrio del hogar. Mejor: es un cántico de las cosas. En el libro adquieren vida y comparten, junto a su autora, el espacio reducido de la casa.
En un tiempo donde la poesía ha tomado el camino de la experimentación brusca y, a veces, descontrolada; donde los escritores escriben para ser leídos por otros escritores, nos llega El abrazo de los frijoles como un antídoto.
Este es el debut como escritora de Verónica Reca (Bayamón, Puerto Rico), que levanta su voz desde el interior de la casa: una voz sin complicaciones en el lenguaje que aporta vida y dialoga con los objetos cotidianos. Publicado en 2021 por la Editorial Pulpo, el libro se ha presentado con éxito en Puerto Rico, New York, Bogotá, La Habana y México, este último de manera virtual.
El libro puede leerse en su totalidad como si se tratara de un único poema. La autora ha tenido a bien fragmentarlo para provocar en el lector la sensación de descanso.
Tengo las manos viejas,
arrugadas de tanta agua (…)
La vajilla parece multiplicarse (…)
A veces cuando existir me hiere,
abro callada la alacena
y miro todo
como familiarizada,
buscando el abrazo de los frijoles (…)
(…) los cuchillos que no cuentan sus muertos
y yo insisto en ser una cosa,
ser una cosa y no dejar rastros.
Y los versos pueden ser, en realidad, las palabras que en voz baja te dices en las mañanas al enfrentar las tareas del hogar. Puede que al leerlo recuerdes el aislamiento por la covid, donde la rutina era una trinchera llena de estacas puntiagudas que mediaba entre tú y la felicidad. O te visualices frente al desayuno aún con los platos sucios de la noche anterior, con la rutina dando el golpe, la soledad que se adentra como una ventisca.
La autora recrea las actividades cotidianas sin experimentar imágenes complejas.
Igual que una prótesis, hay cosas que jamás serán del todo nuestras.
(…) parece ser un columpio vacío que inventa nuevos mundos cuando la noche (solo para nosotros) cierra la puerta.
Esto resulta, a mi entender, lo más atractivo de este libro: hace la poesía accesible a un público no acostumbrado. Verónica ha venido a abogar por las tareas domésticas, como lo hizo Whitman en su momento con una locomotora. Las actividades diarias dejan de ser el brusco acto del cuerpo para convertirse en una plataforma del espíritu.
Voy a leer estos poemas a mi madre, dije, porque mi madre no entiende la poesía:
Que le digo a los muebles
que me miran distraídos
mientras pienso
sí estar en ellos o ser ellos.
Me disimulo entre los enchufes.
Estoy sorprendido: para mi madre hay alguien diciendo las cosas que tantas veces le han pasado por la cabeza o ha murmurado de pronto, cuando el peso de la rutina hace inclinar su deseo de permanecer inerte. Aquí están estos versos y mi madre los entiende, se siente identificada. “Yo también quiero ser uno más de los objetos de la casa” —me dice.
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Sobre el autor: Reynaldo Zaldivar (Fray Benito, Cuba, 1993) Escritor e investigador, miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Colabora para revistas y periódicos de varios países.