El petiso orejudo fue escrito en la década del noventa. Después de un tiempo perdido (las ediciones antiguas son escasas y se venden a precios exorbitantes), lo acaba de reeditar Planeta, poniendo en el ruedo de los escaparates latinoamericanos un texto indispensable para entrar al universo María Moreno.
Con una prosa exquisita que se ancla en la crónica-literaria, la argentina narra los asesinatos que cometió Cayetano Santos Godino, el petiso orejudo, un adolescente de quince años que se dedicaba a matar y torturar niños. Crecido en la pobreza de la periferia bonaerense, al pequeño asesino no le temblaba el pulso a la hora de quitar una vida. No tenía miedos ni remordimientos, tampoco un motivo aparente, lo que hacía era elegir en forma azarosa a una víctima, que siempre era el hijo de un proletario del lugar (nunca excedía las fronteras del barrio que conocía), para llevar a cabo sus macabras intenciones. Al primer niño que asesina, lo lleva hasta un galpón abandonado, luego de golpearlo en diversas oportunidades, le hace un hoyo con un clavo en la sien y lo deja tirado en el lugar.
María Moreno no construye un texto desde la mirada enjuiciadora, lo que realiza es una presentación general de los hechos en los que prime el personaje y su contexto. Nada escapa de su tiempo social, todo está determinado por las construcciones político-sociales del periodo, por lo mismo, el Petiso es una parte más de una cadena de reproducciones culturales.
Acusado de tres asesinatos y de varios intentos (se especula que pudieron ser más, los archivos de la época son difusos), fue detenido con tan solo dieciséis años y llevado hasta el penal de Ushuaia, lugar en el que murió sin poder conocer la libertad. El intertexto es con un adolescente que en la década del ochenta mataba a taxistas (personaje retratado por Carlos Busqued en su libro Magnetizado), emparentándose ambas investigaciones en una búsqueda que va más allá del registro netamente policial.
En el libro de Moreno no está el morbo que puede traer un caso así, si bien se da cuenta a través del detalle literario de las sistemáticas muertes, lo que se busca es retratar una parte de Buenos Aires durante la primera mitad del siglo XX, por lo mismo, el texto se distribuye entre lo biográfico y lo sociológico, dándose cuenta de un libro de época que pretende mostrar varios hechos y un cono urbano.
El Petiso pudo ser perfectamente un personaje clavado en el universo de Roberto Arlt. Podría haberse enganchado en esos pasajes de Los lanzallamas o Los siete locos, levantándose como una construcción verosímil y silenciosa de las letras argentinas.
De todos los libros que he leído de María Moreno es el que más me ha gustado. No solo por una prosa que deslumbra e inquieta (cuestión que está presente en toda su obra), también porque se internó en una ficción-investigativa compleja de la que salió completamente airosa.