Por Esteban Cañuta
Ya se estaba escondiendo el sol y el horizonte lo esperaba pacientemente. Por mi parte, perdía toda la esperanza de que pasara, solo sería una decepción más en la lista. Entonces miro por última vez las olas, y allí estaba ella, llevaba un paso lento, le gustaba sentir la arena en sus pies, recibir los últimos rayos de sol en su rostro, quedárselos, mirar el atardecer y perderse. Hoy se puede llamar Colette, ayer era Lisette y cantaba en bares. Hoy es una artista y yo soy su inspiración, mañana será una bailarina, nos tomaremos de las manos y danzaremos al compás de las olas del mar. Sé que solo existe para mí. Me volví loco, soy un loco que perdió su medicina.