Compañía Naviera Ilimitada es una de las editoriales argentinas más importantes del momento. Con un catálogo híbrido que va de la ficción al ensayo, pasando por autores locales a otros mediáticos y populares, logra encantar a un público que siempre anda buscando nuevas lecturas y referentes.
En Revista Lector conversamos con Andrés Beláustegui, uno de sus editores. Fuimos desde los inicios del proyecto hasta lo que serán sus próximas publicaciones.
—¿Cómo surge la editorial? ¿Bajo qué circunstancias? El nombre –Compañía Naviera –Ilimitada– es distinto y novedoso, de hecho, se ancla en las fronteras que parecieran ir más allá de lo literario.
—La editorial la comenzamos a pensar en 2017 Claudia Arce y yo y, en mayo de 2018, salió nuestro primer libro. Los dos llevamos más de 15 años trabajando en el sector y ya habíamos tenido otro emprendimiento editorial del que nos alejamos. Y decidimos armar esta editorial con todo lo aprendido y sabiendo más claramente la impronta que le queremos dar.
Encontrar el nombre no fue fácil. Hicimos un largo listado de palabras, ideas y conceptos que nos interesaban por diferentes cosas.
A mí se me ocurrió la palabra Naviera. Me gustaban las analogías que se podían hacer entre barcos y libros: los viajes, la conexión de territorios distantes, la exploración de mundos desconocidos, el tráfico de cosas e ideas de un lugar a otro…
Al principio a Claudia le pareció una palabra demasiado fría, pero a los pocos días le encontró una nueva forma: Compañía Naviera Ilimitada.
Con el agregado de esas dos palabras exageradas logró, con humor, disipar esa frialdad y, además, incorporar otras ideas que nos gustaba transmitir. La idea de que los libros son una gran aventura, que iniciar una editorial tiene algo de desmesura, y que no hay límites y que siempre se puede ir más allá.
Por eso, en el logo, siguiendo estas ideas, además de barcos hay un cohete despegando.
—¿Cuál fue el objetivo inicial de la editorial? ¿Buscaban algún público-lector en particular? ¿Cómo han mutado estas primeras concepciones?
—Cómo te decía, luego de años de trabajo en el mundo editorial y muchas experiencias, teníamos bastante claro lo que teníamos ganas de hacer. Publicar libros de autores hispanohablantes y traducciones de autores de cualquier parte del mundo. Acentuando principalmente la ficción, pero también darle lugar a libros de no ficción que cuenten buenas historias o tengan una fuerte impronta de autor con una mirada especial sobre el mundo. Nos interesan especialmente los libros contemporáneos (siglo XX, XXI), aunque eso no impide que en algún momento vayamos más atrás.
Nos interesa llegar a lectores desprejuiciados, inquietos, curiosos, con diferente experiencia e intensidad de lectura, que les guste disfrutar de las buenas historias, bien contadas.
—Uno de los grandes éxitos de Compañía es la escritora finlandesa Tove Jansson. ¿Cómo la descubren? ¿Cómo llegaron a ella? El libro del verano y La verdad increíble son dos grandes novelas que se reafirman en el extraordinario trabajo de traducción que hicieron en la editorial.
—Buscar qué libros publicar es una de las tareas más arduas, pero terriblemente gratificante cuando finalmente el libro aparece y se logra contratar.
Es una tarea constante. De lectura de originales, de mirar catálogos de editoriales internacionales, de contacto con agentes… Pero sobre todo, de tener las antenas desplegadas y alertas, y de charlar mucho con todo tipo de lectores.
En el caso de Tove Jansson, llegamos a su obra a partir de un comentario de un tío mío, Mario. Él es un gran lector y siempre me menciona buenos libros y autores. A lo largo de su vida, vivió en diferentes países, entre ellos Suecia, donde la figura de Tove, como en el resto de los países nórdicos, va mucho más allá de la creación de sus personajes infantiles. En otros países, por el gran reconocimiento que obtuvo por los Mummins, su obra para adultos quedó injustamente relegada.
Nos ocupamos mucho para llegar a la mejor versión posible de cada libro que esté a nuestro alcance. Para lograr una buena traducción, obviamente lo principal es trabajar con buenos traductores, como es el caso de Christian Kupchik para los libros de Tove. Y después, trabajar fuertemente con ellos para seguir ajustando detalles y pulir la forma para lograr una versión que transmita la esencia de la obra original.
—Un éxito similar tuvo la novela Cuentos de hadas en Nueva York. De hecho, yo conocí a la editorial porque desde diversos medios levantaron el libro de Donleavy como uno de los mejores de ese año. Al parecer, para ser un gran editor hay que ser un extraordinario lector.
–Cuento de hadas en Nueva York fue el primer libro que Claudia puso en la lista cuando arrancamos a pensar la editorial. Además de ser un libro extraordinario, recordábamos cómo volaban de las mesas de las librerías de la calle Corrientes los pocos ejemplares que llegaban de saldo de una edición española anterior. Nosotros más de una vez habíamos comprado cuatro o cinco ejemplares juntos para regalar.
Los grandes editores sin dudas tienen que ser grandes lectores. Pero esa no es la única cualidad que deben tener. No alcanza solo con elegir buenos libros. Hay que trabajar para que cada libro llegue a los lectores que lo pueden disfrutar, incluso a aquellos que a priori piensan que no les va a interesar. Esa parte del trabajo del editor, la de amplificar las posibilidades de un libro, es una de las que más nos interesa.
Es una tarea difícil. Creo que la forma más gratificante de hacerla es con entusiasmo y honestidad. Tratar de contagiar la pasión que nos produce cada libro.
-Uno de los últimos libros publicados es Un hombre sin patria de Kurt Vonnegut. ¿Cómo se negocian los contratos y las traducciones de un escritor de esta envergadura?
—No siempre es fácil. Este libro lo perseguimos durante años. Antes de tener el primer libro publicado ya estábamos haciendo averiguaciones por este libro.
Lo primero es averiguar quien maneja los derechos del autor que uno quiere. A veces es fácil saberlo, pero en ocasiones lleva bastante trabajo de búsquedas y consultas.
Tampoco siempre ocurre que quien maneja los derechos contesta los mensajes rápidamente.
Una vez establecido el contacto todo dependerá de hacer una buena propuesta desde lo económico y lo comercial que conformen al editor original o agente del autor.
Todo se complica más si hay otras editoriales interesadas.
—¿De qué forma está afectando la pandemia a la editorial? Si trasladamos esta pregunta a un móvil político: ¿Cómo afectó el gobierno de Macri en la cultura argentina?
—Son dos casos diferentes. Para una editorial como la nuestra, el gobierno de Macri fue más nocivo que la pandemia. Durante esos años, además del impacto negativo sobre la depreciación de los sueldos, que tristemente aún continúa y no ha logrado revertir el gobierno actual, que lleva a muchos lectores a comprar menos libros de los que comprarían en una situación más cómoda, el macrismo dejó de hacer compras para escuelas o bibliotecas o limitó los programas de apoyo al sector al máximo.
En la pandemia surgieron algunas brechas que favorecieron a libros y a editoriales como la nuestra. Lectores con más tiempo para leer, menos novedades editoriales por mes, un traslado de la venta por impulso de lo que se ve en las mesas de las librerías a libros recomendados por libreros y otros lectores. Las librerías chicas que supieron adaptarse a otros modos de contacto con sus lectores y la redes sociales para compartir lecturas se destacaron en este año y medio.
Obviamente, el impacto económico sobre los bolsillos de los trabajadores continúa, y eso no es nada bueno, más allá de la venta de libros. Estos últimos meses están siendo realmente malos.
—Es interesante la variante ensayística que tiene Compañía. Entrevisté a Zooey hace un par de años por Corazones estallados, un libro actual y necesario que desentraña las crueles y vacías formas en que operan las redes sociales. La editorial, más allá de la ficción, se ancla en un terreno sociológico que dialoga constantemente con la contingencia, la idea de que nada escapa a su tiempo social.
Nos interesan los libros que hablan del mundo y la realidad en que vivimos. Que tiene algo que decirle al lector actual. Buscamos eso tanto en los libros de no ficción como en los de ficción que, aunque de forma más indirecta, iluminan zonas o modos en los que vale la pena reparar y ayudan a pensar el mundo que estamos haciendo entre todos.
—¿Qué se viene para la editorial? ¿Podríamos adelantar algo?
—El próximo es un libro de Eduardo Berti, autor argentino de gran trayectoria que vive en Francia hace años. Se llama Una presencia ideal y fue escrito originalmente en francés. Su lengua literaria es el español, pero esta novela le surgió en francés, tal vez por el tema y por su origen. La escribió luego de una residencia que hizo como escritor invitado en la unidad de cuidados paliativos del hospital universitario de Rouen. Es una novela hermosa, por momentos dura, pero muy fina, emotiva, sobre el lugar de la vida en un contexto donde la muerte es omnipresente, y sobre el trabajo de un grupo de personas que se dedica a cuidar de los demás.
Hacia fin de año vamos a publicar una nueva novela de Tove Jansson, Juego limpio. Es una novela en la línea de El libro del verano. Pero en este caso es la relación de dos mujeres adultas, una escritora y otra artista, que comparten su vida desde hace décadas, y sin embargo nunca han dejado de sorprenderse mutuamente. Ven películas, se critican el trabajo la una a la otra, pasan tiempo en una isla solitaria, viajan por el suroeste americano, mientras convierten la vida en nada menos que arte.