Martes, Noviembre 5, 2024
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Entrevista a Fernando Sáez autor de la novela Atentado Final

 Por Ernesto González Barnert

 

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Fernando Sáez, autor de la reciente novela Atentado Final o de las sendas biografías sobre La Hormiguita o Violeta Parra, además de Aire visible, La novela de Armando Romo y Guantes Amarillos nos habla sobre esta entretenidísima novela, como pocas sobre Pinochet, alrededor del atentado que sufre en 1986, armando un retrato a quemarropa tanto de importantes civiles y militares de la época, del diario vivir de la familia pinochetista, que nos desternilla de la risa sin perder de vista la sordidez de fondo. Un retrato de Chile que tampoco ha cambiado mucho si uno escarba la fotografía. La soltura bufonesca con la que se mueve Sáez García por los grises, el poder y el lenguaje, vuelven esta arriesgada ficción, en el país de los tontos graves, una joya.

 

–Acabas de publicar tu último novela, Atentado Final (Ediciones de la Cópula Verbal, 2019), sobre el ataque a  Pinochet en el Melocotón. ¿Consideras la dictadura chilena nuestro Moby Dick para dar con la gran novela Chilena?

 –Podría ser, ¿No? Total eso cambio el país de un modo tan brutal que se lo merecería, pero no sé si las nuevas generaciones estén interesadas por saber de un país que ya no existe. En lo personal, no es en absoluto mi pretensión, habría que ser muy bruto para sentarse en el escritorio y decir, voy a escribir la novela máxima.

 

 –Eres autor de sendas biografías de mujeres fundamentales en la poesía y cultura hispanoamericana del Siglo XX, me refiero a Violeta Parra y Delia del Carril, reeditadas recientemente. En  EEUU se prepara la publicación de la biografía de «la Hormiga». Exitosos trabajos que incluso antecedieron el boom de publicaciones femeninas o de interés por la igualdad de género ¿Qué fue lo que te motivó en lo más íntimo, más allá de la falta de visión y trabajo de nivel de este género referencial en Chile?

 –En el caso de la Hormiga, me intrigó esta mujer que permanecía en segundo plano y luego dedicada a esos caballos y la longevidad, me entusiasmó y me puse a entrevistar e investigar que es lejos lo más entretenido del proceso de escritura para una biografía. Lo de Violeta fue distinto, fue mi amistad con Marta Orrego, que fue casada con Ángel Parra, y me convenció de hacer esa biografía, ella tenía todos los contactos y resultó también un proceso muy interesante. Hacer la biografía de un hombre debe ser bastante aburrido, este género, el masculino, en proceso de humanización tiene tendencia a los estatuario ejemplar. Basta leer las auto biografías de algunos próceres para bostezar para siempre. Quizás, mira, me guie por el instinto de Lytton Strachey, el padre de la biografía moderna, que tiene esa sobre la Reina Victoria, que es genial. Pero, en verdad, todos los procesos de porque esto o esto otro, tienen mucho de misterio, de intuición.

 

 

–¿Qué consideras crucial, dentro de lo que fue ser amigo y alumno de José Donoso, en su mirada del oficio escritural?

–Para mí, como dices, fue crucial, yo ya era casi cuarentón y me convidó a su taller, porque alguien le soplo que pretendía escribir, yo no me habría atrevido nunca a confesárselo. Tengo una admiración completa por la escritura de Pepe, hay en sus libros, especialmente, una trilogía sobre Chile, que necesita ser leída así: Obsceno Pájaro, Casa de Campo, La desesperanza, es impresionante como era de chileno en ese interior de ser, nada folclórico ni obvio, espesamente profundo. Lo que te trasmitía era la dificultad de hacer algo que valiera la pena, la majamama de elementos que debes considerar en la escritura, la dedicación, la obsesión. Y la lectura, por supuesto, de todo. El caso de él es muy impresionante en la entrega a que eso era lo único que le interesaba y nada más, jamás jugo el rol de personaje o político, malo para los premios, resentía un cierto ninguneo, pero no lo amedrentaba a la hora de trabajar en lo único que sabía hacer: escribir. Un hombre mucho más complejo que la caricatura que se hace de él y su escritura, en fin esto daría para tres páginas, quedemos por acá no más.

 

–Eximio cocinero ¿Qué es lo mejor y lo peor del boom que experimentan las publicaciones gastronómicas actuales?

–No soy para nada eximio en la cocina, el asunto es que conozco algo del teje y maneje de tiempos de cocción, de los usos de ingredientes, y de que es bueno para el horno, la olla o el frito, el resto es improvisación y juego, no te voy a decir como la escritura, porque ya sería una metáfora manoseada y rancia. Bueno, el boom de los chef y sus consiguientes libros o los cocina metabólica, o cocina quechua, o cocina sin calorías, me huelen a estafa, aprovechamiento, o algo parecido, o sea me huele a negocio y no creo que nadie sea capaz de cocinar con una receta si no ha hecho un buen arroz , la receta ( de la que siempre se guarda el secreto primordial) me huele a cursos por internet de diplomacia.

 

–Me gustaría nos dieras una lista de tus libros favoritos de la vida, que continúan siendo significativos, en tu mirada principalmente de escritor y biógrafo?

-Ernesto, esta es una pregunta muy socorrida y quizás la más difícil de contestar, fuera de los libros clisé para esta respuesta, Madame Bovary, Rojo y Negro, Ulises, etc. Los gustos van cambiando junto con los tiempos y lo que un mueve en la cabeza. En mi caso, me quedo con Proust que te enseña a escribir como nadie, (sin imitarlo por supuesto, lo que además es imposible), Strachey, que ya te lo nombre por su agudeza, pero hay muchos escritores que son necesarios de ser leídos, y grandes desconocidos, como Barón Biza y su El desierto y su semilla, que resultan fundamentales.

 

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Atentado Final es una cruda, irónica y brutalmente cómica mirada de los años de la dictadura militar. Como pocas veces, se habla sin pelos en la lengua de eso nefastos años con total desparpajo, mostrando a las autoridades militares de la época en toda su estupidez y arrogancia, en todo su enfermizo fascismo, y te ríes en la cara de ellos. ¿Crees que Chile superó ese terrible proceso de la dictadura o, como se deja ver en la novela, somos el fruto una nación que se vendió al neoliberalismo, matando no solo a miles de civiles sino a nuestra propio arte y cultura?

–No seas dramático. Acá se acabó un país y llego otro que nadie sabe cómo es. Quedan rastros del pasado, que pueden servir para algo, pero el país que venía siendo se acabó el 11 de septiembre del 73, lo de ahora es una especie de mall mejor o peor según lo que ganes. Lo que sucedió fue muy grave, y aunque se trate de escabullir lo esencial, toda las crisis de hoy vienen de esos años que ni la izquierda y mucho menos la derecha han querido sincerar. Impunidad a toda prueba para personas y fortunas, y todos nosotros abusados y engañados en la educación, en la salud, en los precios de todo, en fin…parece que me puse dramático yo, pero es la verdad. En cuanto a Atentado Final, lo menos que podía salirme era un gran sarcasmo.

 

–Publicar tu novela no fue fácil. Tuviste que crear tu propia editorial (Cópula Verbal) en virtud del silencio y desidia de las grandes editoriales, que no quisieron publicarla. Este es el caso de muchos autores. Según tu mirada, ¿Publicar hoy en día es nada más que un negocio? ¿Están las editoriales más preocupadas del dinero que de la calidad? ¿Cómo un autor se enfrenta hoy a este escenario?

–Mira, pasaron como tres años y nadie se interesó en esta novela, si no hubiera sido por el entusiasmo de Carmen Balcells yo habría dudado que sirviera para algo, pero Carmen murió (lo que siento todos los días por amistad y afecto) y no hice mucho más. Un día decidí hacerlo yo mismo, como para dar vuelta la hoja, para no seguir con el pendiente, y ha sido una muy buena experiencia, con la ayuda de amigos, diagramar, titular, buscar la portada, en fin, las manos en la masa. Lo difícil es la distribución, veremos qué pasa. Pero yo ya estoy contento y listo con haberlo hecho. Es un agradable camino en vez de rechazos, largas esperas, caras raras, narices fruncidas, para que después no se haga nada y el libro se sume a la avalancha de facilismos y auto ayuda que nos espera en la vitrina.

 

–Durante tu trayectoria te has desempeñado en múltiples oficios, has aprendido de todo de manera autodidacta. No ha sido fácil. Comenzaste a publicar tardíamente, pero la lectura y escritura te ha acompañado toda la vida. ¿Cómo describirías tu proceso de autor/artista a lo largo de tu vida? ¿En qué etapa tu vida artística te encuentras?

–Me encuentro en el pináculo. Jajajaja. Mira, yo fui muy «difícil» en mi adolescencia, en mi juventud, di tumbos y tumbos, no tenía idea para qué había que vivir, y de pronto se fue armando algo, sin que lo pensara demasiado, pero guiado por mis ganas – siempre un poco solapadas-, de niño fui asmático, lo que te permite ir poco al colegio y estar en cama y leer mucho, creo que eso me salvo a la larga, porque detesté siempre hacer las cosas que había que hacer. Y por ahí se fue arreglando la carga, y publiqué justo antes de los cincuenta años, y en fin, no fue fácil, pero los sufrimientos y las angustias he tenido la suerte de olvidarlas, no soy nostálgico para nada, todo lo que pasa hoy, como sea, me interesa más que el pasado, hace un par de años tomé clases de dibujo y pintura, que era otra cosa que me interesaba, y soy un feliz amateur, en todo. Profesionalizarse, es una carga que no vale la pena. Hay que entretenerse contra viento y marea.

 

–¿Cómo describirías tu propio proceso creativo?

–Dada la respuesta anterior, supondrás que no tengo la menor idea de mi proceso creativo. De pronto llega algo que parece interesante, una idea, da vueltas unos días, se va, aparece otra, da otras vueltas y desaparece, de pronto llega algo que se queda más tiempo, entonces uno se decide a pensar en eso, si te obsesionas, sigues y hasta puedes terminar en un libro. Lo importante es estar alerta, curiosear, y que algo te enganche, cuando sea. No es nada muy simple, pero eso es más o menos mi mapa. Nada claro, no?

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