Martes, Noviembre 5, 2024
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Entrevista a Pía Montalva, autora de «Tejidos blandos»

 

—Estamos frente a la reedición de un texto canónico para las Ciencias Sociales, ¿cómo fue enfrentarse nuevamente a Tejidos blandos?  ¿cómo crees que envejeció después de tantos años? 

—En primer lugar me sorprendí porque en estos 10 años que han pasado desde la primera edición sólo había releído fragmentos del libro y la revisión significó abordar el relato completo, en orden, de principio a fin. Al acercarme otra vez al contenido y conectarme con la violencia, me pregunté cómo había sido capaz de escribirlo,  de colocar mis emociones entre paréntesis para volcarme en un proceso intelectual y de escritura que me permitieran articular este conocimiento en un lenguaje adecuado.

Yo creo que no ha envejecido, o ha envejecido sin perder su relevancia,  porque es un libro que ha seguido circulando y despertando interés en audiencias cada vez más jóvenes y disímiles. Por otra parte, el tema de las violaciones a los derechos humanos en dictadura todavía está pendiente y constatamos  en nuestra historia reciente que las fuerzas de orden siguen cometiendo excesos y los protocolos son insuficientes, entonces lo planteado en el libro aún tiene sentido. Por ejemplo hoy no hay vendas pero sí lesiones oculares que, en algunos casos, a mi juicio, son una suerte de venda permanente.

—¿Te parece Tejidos blandos un ensayo Foucaultiano? Hay una relación biopolítica entre cuerpos, territorios, subjetividades y violencia. 

—Evidentemente es un ensayo foucaultiano. Porque yo trabajo directamente con los efectos de poder sobre los cuerpos. Estos generan por una parte, la aniquilación del sujeto, su cuerpo, su autobiografía e incluso su relato militante; y por otra, como efecto productivo del poder, la posibilidad de resistir y sobrevivir pero también la implementación un nuevo orden político y económico basado en el ejercicio de la violencia de Estado. En otro sentido reviso como el espacio de reclusión al rodear esos cuerpos, constituye otra forma de disciplinamiento articulada siempre al ejercicio de la violencia política. Mis planteamientos vinculados a la posibilidad de modificar los cuerpos, remodelarlos, se apoyan también con los postulados sobre la performatividad de Judith Butler y la noción de habitus de Pierre Bourdieu.

—Me parece interesante la dimensión simbólica que cobra la chaqueta de Lumi Vidella [Videla]. Por un lado, Luz Arce la presume como un regalo que equivale a un perdón, sin embargo, Amanda (otra detenida política) sostiene que Arce le robó la casaca después de que Lumi muriera. Detrás de esta historia hay una analogía del Chile de esos años, la prenda como un trozo que va más allá de su condición de objeto. 

—Por supuesto, y al contrastar estos dos relatos podemos ver dos narrativas sobre el periodo completamente opuestas. Arce intenta redimirse planteando que si Videla, figura emblemática de la resistencia, la ha perdonado, todos nosotros debiéramos hacerlo; de hecho ese es el objetivo de su libro El infierno. Y Amanda se resiste a ser cómplice de aquello impidiendo la autovictimización de Arce, insistiendo en su condición de colaboradora y en los beneficios que esta condición le reportó, entre otras cosas poder apropiarse de las pertenencias de las detenidas. Lo interesante es que todo ello ocurre mediado por una pieza de ropa que —por los estrechos vínculos que mantiene con el cuerpo de su dueña— permite hablar sobre cómo la dictadura se apropia de este último por medio del ejercicio de la violencia.

—En Tejidos blandos postulas la hipótesis de que «la venda» es el primer paso hacia la anulación del preso político. ¿Cómo surge esta idea? ¿En qué momento percibes que se da este proceso tan íntimo como público? 

—La idea surge al constatar que es el primer gesto anómalo relacionado con el ejercicio de la violencia de Estado, sobre el cuerpo. Porque los ojos es la única zona del cuerpo que no se cubre y cuando lo hacemos, por ejemplo, con gafas de sol, mantenemos la transparencia para ver a través. Al leer los testimonios me di cuenta que la alusión a la venda está en casi todos. Asimismo, cuando te vendan los ojos e impiden la visión, tu espacio de acción se reduce considerablemente y muy rápidamente tu cuerpo es neutralizado. Por otra parte, me di cuenta también que existían diferentes tipos de vendas acorde al proceso que va experimentando el detenido: momento de la captura en la vía pública, sesiones e interrogatorio y tortura, permanencia en el recinto de reclusión clandestino. Quise describirlas y explicitar sus funciones porque constituyen una indumentaria clave en el ejercicio de la violencia dictatorial y que se mantiene durante todo el periodo.

En el texto propones la hipótesis de que a partir de 1976, debido a la instalación del modelo económico, hay una especialización del ejercicio de la violencia política. Ahora los instrumentos con los cuales torturar son más sofisticados, hay un avance tecnológico. 

—Efectivamente, a partir de 1977, con la disolución de la DINA y su inmediato reemplazo por la CNI la violencia se torna más selectiva y especializada. Lo que los organismos de seguridad buscan, en gran medida, es confirmar la información que ya poseen sobre las personas. En el ámbito indumentario por ejemplo, aparece el overol de lona o mezclilla, llamado «buzo», que permite torturar durante el periodo de incomunicación establecido por ley, sin dañar la ropa de origen del detenido. De este modo, cuando termina la incomunicación y éste es llevado a la fiscalía militar y visibilizado en el espacio público —donde hay prensa y familiares—, luce impecable camuflando el daño que se le ha infringido, porque previamente ha sido obligado a bañarse y vestirse con su propia ropa. El buzo permanece en el cuartel de la CNI y es reutilizado, sin lavar, para cubrir y torturar a otro prisionero. En ese sentido hay un ejercicio «eficiente» de la violencia que potencia los recursos con que se ejerce.

 

Joaquín Escobar
Joaquín Escobar
Joaquín Escobar (1986). Escritor, sociólogo y magíster en literatura latinoamericana. Es autor de los libros de cuentos Se vende humo y Cotillón en el capitalismo tardío, ambos con la editorial Narrativa Punto Aparte.
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