Jessica es una joven periodista, y como ella misma dijo «una persona de Melipilla que le gusta leer y escribir no más». Ha escrito Nada muy serio y en esta entrevista nos contó acerca de cómo ha vivido la experiencia de estar en un taller de escritura y de cómo sus amigos son parte importante en su vida, entre otras cosas.
-Cuéntanos de ti
-Difícil esto, iba a empezar diciendo que soy escritora y después me arrepentí, luego iba a contar que soy titulada de periodismo, pero es algo que me conflictúa igual o que no me representa tanto. Supongo que soy una persona nacida y criada en la comuna de Melipilla, estudié periodismo en Santiago para aprender a escribir, no me fue tan bien con ello porque el periodismo restringe mucho la creatividad, todo son hechos y en estos tiempos todo es relaciones públicas salvo contadas excepciones. Así que soy una persona de Melipilla que le gusta leer y escribir no más.
-¿Cómo te has sentido a la hora de escribir?
–Hay periodos, a veces me siento muy cómoda, a veces siento que cuesta que fluya. Me censuro harto, trabajo constantemente en ello, me da vergüenza escribir escenas de sexo, por ejemplo, porque siento que me van a quedar cursis y eso me aterra. Así que en las cosas nuevas que tengo planeadas escribir esta la meta de escribir más escenas de sexo o que haya componentes más sexuales. Me parece interesante abandonar lo cómodo, retarse, darse cuenta de lo que cuesta e incomoda y hacerlo. Suelo ser bastante de zona de confort así que al menos con la escritura me gusta desafiarme.
-¿Cómo llegaste a escribir?
-Cuando iba en el colegio la única materia que me gustaba realmente era lenguaje, aunque ni siquiera leía todo lo que se supone que había que leer porque algunos libros del plan lector son una lata y como que me quedaba dormida siempre. Y ahí me encontró la idea de escribir y cuando llegó la hora de pensar en una carrera que me ayudara en eso pensé en literatura o periodismo, y cuando le dije a mi mamá que quería estudiar literatura, me preguntó dónde trabajaban los que estudian literatura y obvio no supe responder, así que terminé en periodismo donde me olvidé un poco de escribir ficción. Años después llegué al taller de introducción a la literatura de Francisco Molina que en ese tiempo lo hacía al alero de Los Libros de la Mujer Rota, ahí ya me puse las pilas y todo llevó a la realización de Nada muy serio.
-Para ti, ¿qué significa pertenecer a un taller de escritura?
-De cierta manera lo puedo ver como un lugar seguro, donde sé que nadie me va a juzgar por si escribo alguna rareza o algo que considero muy personal. Da mucha seguridad leer en voz alta y sin miedo a la censura, que no significa que el resto de las integrantes no den comentarios u opiniones críticas. Hay gente super diversa en el taller y eso es bacán porque son mentes que funcionan distinto y es «entrete» ir viendo su feedback y también desafiante ir captando su atención.
-¿Cuál fue el proceso creativo de Nada muy serio?
Nada muy serio fue un cuento sobre metaliteratura que escribí el 2017 y después junto con Francisco Molina pensamos que podía llegar a más, al comienzo me costó mucho soltar la mano, buscar a los personajes, encontrar el ritmo, la voz de la protagonista y ser persistente. En un inicio llevaba una página cada semana y sentía que nunca la idea se iba a convertir en «algo», pero después fueron dos hojas, luego tres y se armó el libro, fue un periodo de dos años donde amé y odié el proyecto, pero imposible que fuera de otra manera.
-¿Qué es lo que buscaste a la hora de escribir este libro?
-Representar lo precario de la vida laboral cuando sales de la universidad, cuando tienes que aceptar cualquier cosa que te ofrecen porque no hay más y no naciste con cinco años de experiencia o con buenos contactos, que no queda tiempo ni para conocer gente, el mundillo de las aplicaciones de citas y que al final del día los amigos son lo único seguro. Además, siempre sentía que había poca literatura representativa de lo que es vivir y trabajar en el centro de Santiago, de los departamentos enanos, del ruido, de esa oscuridad que al final igual es luz y los atrapes que eso genera cuando se supone que estás en la flor de la vida.
-¿Qué significa para ti este libro?
-Significa que puedo escribir un libro.
-¿Cómo ha sido tener a La Secta como editorial?
-Bacán, fue un proceso con gente que ya conocía y que conocía el proyecto desde cero, entonces en verdad estaba el apoyo detrás. Entonces maravilloso que como primera experiencia haya sido así, porque tal vez hubiese sido más traumático todo publicar con una editorial donde no conocía a nadie o que no les daba confianza mi trabajo o de plano que nunca nadie se interesaría en publicarlo.
-¿Cómo te fue en pandemia a la hora de crear?
-Comencé a escribir un segundo proyecto de largo aliento, están las bases, pero no he avanzado tanto, pero he leído mucho y eso me gusta. Me puse al día con muchas lecturas pendientes, leer a escritoras chilenas o libros que tenía guardados desde ferias del año pasado o más.
-¿Cuáles son tus inspiraciones?
-El cotidiano, salir a caminar y ver cómo se mueve la gente y la ciudad, hablar con mis amigos siempre ayuda, a veces en la vida real pasan cosas que en la ficción se verían burdamente falsas y eso me gusta, que lo real muchas veces sea más increíble que la ficción que eso te haga ver que siempre se podrá contar de alguna manera interesante en la ficción.
-¿Qué se viene para el futuro?
-Sobrevivir a la pandemia, publicar el tercer libro en La Secta, seguir leyendo y escribir, escribir y escribir.
-¿Dónde podemos encontrar el libro?
-En el Instagram, fanpage de Facebook o Twitter de Editorial La Secta.