—Cuéntame acerca del libro.
—Las cosas que hice por la Cato es un libro de cuentos escrito por un hincha, por lo mismo, es un espejo en el que se verán identificados todos los fanáticos de la UC. El texto transita por diversos lugares, con distintos protagonistas, narradores y escenarios. En los relatos hallamos cruzados irracionales que recuerdan goles épicos (como el del Pájaro Gutiérrez a Colo Colo el 2015), pero también vemos a familias -que alejadas de cualquier barrabravismo- deciden ver un partido de la Cato desde la tribuna del equipo rival. Hay un cuento sobre Tito Fouillioux que recuerda el viejo estadio Independencia (de hecho el libro trae un mapa del lugar en el que estuvo nuestra primera casa), pero también aparecen los goles del Nico Castillo y los últimos campeonatos (La Franja más posmo).
No me interesa circunscribir mi condición de cruzado a la ida al estadio del día domingo, mi proyecto busca impregnar de Católica todos los ámbitos de la vida cotidiana, y eso se construye -en mi caso- desde la escritura, a partir de mi oficio de escritor. Las cosas que hice por la Cato es una forma de hacer club.
—Qué importancia tienen la nostalgia, la memoria y el humor en la construcción de Las cosas que hice por la cato.
—Las tres tienen mucha importancia. Es un libro híbrido que busca transitar por distintas emociones. Hay memoria (el suicidio del Mumo en los ojos de un niño de nueve años), nostalgia e historia (vínculos familiares con la UC heredados por padres y amigos) y humor (cuestionarios ficticios a jugadores) y mucho folclore de estadio. Me interesan los tres registros en el mismo nivel (en mi escritura ninguno está por sobre el otro), entender a la Cato desde distintas capas y lugares. Se tiende a creer que en el fútbol solo hay llanto, violencia, éxtasis y épica, pero no, eso es falso, también hay bostezos, carcajadas y melancolía.
—Los personajes de Las cosas que hice por la cato reflejan distintas facetas de el/la hincha futbolero/a. ¿Hay transversalidad en el fútbol? ¿En el estadio, dentro de la cancha?
—Sí, en la Cato hay transversalidad. Somos un club heterogéneo, multicultural y pluralista. Los hinchas de la UC no se estancan ni limitan a un solo registro, hay distintas aristas que se complementan. La UC es Raimundo Tupper, José Pedro Fuenzalida y Nacho Prieto, pero también es Gary Medel, Cristian Álvarez y Mario Lepe. Hay barrio y calle (la primera etapa del club fue en Independencia) y también hay elite y burguesía. Te pongo un ejemplo, en un partido del 2019 en la galería le hicieron una funa a la ministra de educación, en ese entonces Marcela Cubillos, que se encontraba en ese mismo instante viendo el partido y sentada -junto a Allamand- muy cerca mío. Dentro de un mismo espacio ocurrió todo este fenómeno. Aquellas hipótesis que sostiene que Católica solo representa a una elite es mentira, parte de la posverdad con la cual siempre le han tirado mierda al club. Las cosas que hice por la Cato viene a visibilizar algunas de las voces que componen lo que es la UC, es un libro que busca debatir, rebatir y complementar el fenómeno Católica desde la literatura.
—En Las cosas que hice por la cato hay partidos que se debieron ganar y no se pudo, maldiciones, derrotas contra rivales clásicos ¿Por qué casi todos los libros de fútbol apelan a lo épico con ese tufo maradoniano? Me parece que el relato «Paremos de exagerar con eso del pueblo cruzado» apunta, precisamente, a eso.
—Sí, es cierto. Existe una tradición literaria y periodística (Victor Hugo Morales y el relato del gol de Maradona a los ingleses el 86) que apelan a la épica en el fútbol, a reproducir conceptos estados-nación en el ámbito del balompié. Los escritores futboleros (Galeano, Sacheri, Villoro, Fontanarrosa y el periodismo del Olé o en Chile el caso de Barrio Bravo), gestan su escritura a partir de la batalla épica conformada por supuestos gladiadores, la figura del nada es imposible. Está bien que exista este registro, a partir de él se ha generado una escuela literaria y ello siempre es nutritivo, sin embargo, me parece que no es la única forme de ver y entender el fútbol. Hay partidos en que no observamos a luchadores incansables que parecen venir de Vietnam o Troya, por el contrario, vemos al Pollo Valencia o al Catuto Rebolledo dando lo mejor de sí mismos para alcanzar el triunfo. Vemos a cabros que tienen problemas, como todos, y que buscan su lugar en el profesionalismo.
El cuento que mencionas, Paremos de exagerar con eso del pueblo cruzado, busca problematizar esta idea, que es una crítica -válida y pertinente- hacia la exageración forzada que a veces observamos en el deporte. Hay días como el 30 de abril (gol del Chapa al Audax) o el 22 de diciembre del 2005 (penal del Polo Quinteros y vuelta en el Nacional) en donde hubo algo legendario y heroico, pero también hay partidos fomes, llenos de bostezos, monotonía y gente normal.
—Por la Patria, Dios y la Universidad. ¿Cuántos son los hinchas de Católica que siguen ese mandato?
—Yo no. No creo en Dios ni en la patria. Sí creo en la Universidad Católica, el club de fútbol que quiero con mis entrañas. Como decía Rilke «Mi única patria es la infancia» y la única figura divina a la que le rezo -cuestión rotativa- es a Matías Dituro (para mí está en el podio de los mejores de la historia del club, sin sus tapadones el tricampeonato hubiese sido muy difícil). Pero sí, existen los hinchas que siguen ese mandato (lo ven como una forma de vida) y me parece bien, como te dije en la pregunta anterior, somos un club híbrido que se construye desde la mixtura. La UC es una institución pluralista y me encanta que sea así.
—Una vez oí a un escritor referirse a otro, diciendo «escribe como la Católica». ¿Qué sentirías tú si te dicen que eres la UC de la literatura? ¿Qué significa escribir como la UC?
—Me daría orgullo y felicidad ser la UC de la literatura chilena. Escribir como un club que pudo revertir la mierda y ganarlo todo (ser tricampeón de torneo largo, la U nunca lo hizo), tener un estadio precioso (que dentro de poco será remodelado), tener cada vez más hinchas, tener ídolos como el Mumo Tupper, haber visto jugar al Beto Acosta y así un largo etcétera. Escribir como la UC es escribir con valentía y coraje pese a tener muchas cosas en contra. Escribir como la UC es no acomodarse al estatus quo del fútbol chileno. Escribir como la UC es no dejar que la vida te atropelle. Escribir como la UC es no rendirle pleitecías a lo políticamente correcto.
A todo esto, ¿quién fue el escritor que dijo eso? La ignorancia es atrevida.
—Tengo la impresión de que a los/las lectores/as, incluso al futbolero/a, le interesan los personajes (la vida de Gary, Alexis en Tocopilla, por ejemplo) por sobre el deporte en sí.
—Puede ser. En sociedades que se desvelan por conocer la vida del otro (de hacer de la pobreza un espectáculo, cuestión que vemos todos los días en los noticiarios), interesa más saber cómo era la vida de Alexis y Gary antes de que fueran futbolista, quedando el deporte mismo un poco de lado. En ello hay algo morboso, querer conocer las penas y los traumas de otro por sobre su condición misma de futbolista. Quizás a partir de lo mismo (y también por otros factores como lo academicista), los libros de fútbol tienen mala fama. No se los ve como literatura, se le observa como algo que está más abajo. No quiero que Las cosas que hice por la Cato vaya por un lugar paralelo a mis otros dos libros (Se vende humo y Cotillón en el capitalismo tardío), quiero que sean considerados dentro de la misma obra, parte del mismo proyecto, puentes dialogantes que sean parte de un todo.
—Se ha escrito harto sobre fútbol y el deporte en general. Aparecen y aparecen frases respecto al triunfo y a la derrota. ¿Qué hay con el empate?
—Buena pregunta. Nadie escribe sobre el empate, pareciera no ser tema y es un resultado habitual dentro del fútbol. Hay partidos en que un empate se festeja como un triunfo (el 3 a 3 contra la U en los playoff del 2002, el 2 a 2 contra Paranaense el 2017 con gol de Llanos). En todas esas remontadas que tienen el disfraz del triunfo -pero que finalmente no lo son- hay algo especial . Hay que empezar a escribir sobre el empate, hacer un tratado sobre él, entenderlo como una filosofía de vida. Quizás en nuestra vida cotidiana más que triunfos o derrotas, lo que más tengamos sean empates.
—¿Qué ofrece Las cosas que hice por la cato que no ofrece el partido de fútbol?
—Las cosas que hice por la Cato es un complemento más de todo lo que significa ser d la UC. Así como hay formas de retratar al club desde la fotografía (recomiendo el trabajo de Natalia Leiva y Javiera Lundstet), la historia y la tradición oral, lo mío es hacerlo desde la literatura. Un club se hace entre todos y no solo el día domingo, la condición de cruzados nos atraviesa -incluso- en todos esos momentos en los que nadie nos ve.