Se toca el dedo.
Desde S******* hasta W********* son casi doce horas. Es primera vez que la Miniaturista vuela en primera clase (y en un avión tan grande). Es primera vez, también, que viaja sola.
Vuelve a tocarse el dedo: es una molestia en el anular, un leve cosquilleo que aumenta hasta convertirse en un dolor de hueso.
La Miniaturista piensa en lo que le gustaría; le gustaría, en estos momentos, que su gata romana durmiera en una jaula a su lado. La miraría. La acariciaría. Jugaría con su cola. Y le pediría leche a una de las azafatas. Eso sí: tendría que despertar a Jade y ofrecérsela en un pequeño pote de plástico que, una vez vacío, secaría con una servilleta y guardaría en su bolso de mano. Sabe además que Jade se portaría bien, que no la despertaría en todo el viaje hasta W*********; a diferencia de esas guaguas que han llorado casi todo el vuelo, su gata sería una estatua, se comportaría. Con suerte maullaría.
La experiencia deformativa de Antonio Díaz Oliva está disponible en la web de Neón Ediciones y junto a la La experiencia formativa en formato pack