«Si tuviera que graficar de algún modo la imagen más persistente de Lihn lo pondría caminando por Santiago a paso relativamente rápido» nos dice Roberto Merino. Y en efecto, es difícil imaginar a Santiago sin Lihn. Lihn, de algún modo, siempre está situado en un punto de esta ciudad: lo vemos en el Paseo Ahumada o en la Quinta Normal buscando amenazante a Jorge Tellier o caminando por Lastarria o por Pedro de Valdivia o tal vez «colgando –a mediados de los sesenta– de la pisadera de una liebre: pescado de la ventanilla con una mano, con la otra sostenía un libro» –comenta Germán Marín-. En Lihn, Ensayos biográficos, Roberto Merino construye a partir de recuerdos a un Lihn bastante humano, pero también, no deja de lado todas las mitologías y leyendas que le acompañan hasta el día de hoy y al igual que su poesía lo mantienen muy vivo.
Éste libro se compone de 7 ensayos y un Epílogo. En cada uno de ellos se nos presenta una faceta distinta de Enrique Lihn: en la calle, en el espacio familiar, en su paso por el colegio, en el pugilato, en lo doméstico, en la conversación y finalmente en su relación con los animales. Todos muy bien narrados, al pulcro estilo de Roberto Merino, y atravesados por una delicada fibra de emotividad y humor. Utilizando la entrevista, la crónica, el anecdotario, se logra articular la atmósfera adecuada para ubicar a Lihn en algún espacio real o imaginario, en los hechos o en la mitología.
El Epílogo es un punto aparte, una confesión sentimental del autor con respecto a su amistad con Enrique Lihn. Quizás aquí se nos responde el por qué no hay un ensayo relacionado con la muerte de éste; las últimas palabras lo grafican muy bien: «Muchas veces, a la vuelta de la esquina, olvidando por un segundo que está muerto, siento la inminencia de su aparición, viniendo de lejos, como corresponde al personaje».
Por Eduardo Soto Maureira