Sábado, Septiembre 7, 2024
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Paula Rivera Donoso: «Siempre me interesó la imaginación por sobre todo lo demás»

Fotos: gentileza de la autora.

 

Magíster en Literatura y Diplomada en Literatura Infantil y Juvenil, Paula se siente afiatada en el mundo de la fantasía, escribiendo historias que, como ella misma dice, se conectan con su corazón y su espíritu. Su pluma es auténtica, pero más su postura frente a las preguntas realizadas en esta entrevista. Te invitamos a leerla.

—Cuéntanos sobre ti.

—Soy una escritora chilena, viñamarina de nacimiento y actualmente radicada en una ciudad sureña.

En específico, me defino como una Fantasista: una persona consagrada a la creación, difusión e investigación de literatura de fantasía. Asimismo, soy Magíster en Literatura y Diplomada en Literatura Infantil y Juvenil, pero por el resto de las literaturas suelo sentir un interés más intelectual; es la fantasía lo que más conecta con mi corazón y mi espíritu, razón por la que solo escribo desde y por ella.

Soy una persona solitaria, un poco extravagante (según algunos) y muy apasionada por lo que me importa. Esto me ha implicado que algunas personas me valoren mucho por ello y que otras me detesten. También soy autista, lo que en parte creo que explica mi intensidad hacia la fantasía, pues concibo mi relación con ella casi como un ministerio espiritual, como cuento en la presentación de mi blog. Por fortuna, esta entrega me ha ayudado a conocer y conectar con gente que ha valorado mucho lo que les he descubierto sobre la fantasía, lo que me ha hecho muy feliz.

En suma, amo la imaginación y las palabras, porque ellas me lo han dado todo.

 

—¿Cómo llegaste a la literatura de fantasía, en especial para niños y jóvenes?

—Fui lectora a muy corta edad, lo que me permitió conocer cuentos de hadas emblemáticos de muy pequeña. Las obras más importantes en mi temprana infancia fueron los cuentos de Hans Christian Andersen, las compilaciones de relatos de los hermanos Grimm y versiones adaptadas de Alicia en el País de las Maravillas. Siempre me interesó la imaginación por sobre todo lo demás.

De mi infancia posterior, recuerdo con alegría haber leído los dos primeros libros de Las Crónicas de Narnia de C.S. Lewis en el plan lector, pero a medida que fui creciendo la imaginación fue desapareciendo de las lecturas domiciliarias, que se llenaron de un realismo muy hostil, con muchos personajes masculinos abusando de mujeres.

Eso me alejó de los libros hacia mi adolescencia y me acercó a los videojuegos, principalmente los JRPGs, que sí contaban historias que me interesaba leer y que tenían que ver más con mis inquietudes existenciales. Me reencontré con la literatura en ese periodo, a inicios de los 2000, gracias al boom de Harry Potter de J.K. Rowling y El Señor de los Anillos de J.R.R. Tolkien. Eso me hizo muy feliz, porque me demostró que sí había una tradición de libros de fantasía que podía explorar, y me animó a querer ser también una autora. Esa decisión la tomé hacia los 14 años.

Como escritora en sí, debo aclarar que mi foco original nunca fue la literatura para niños y jóvenes, sino la fantasía. Lo que sucede es que muchos exponentes importantes de la fantasía son obras infantojuveniles, y que hoy en día hay mucha confusión al momento de creer que la fantasía es ante todo una expresión de la literatura infantil y juvenil (LIJ). No lo es. Existe fantasía «para adultos», y con ello no aludo a las temáticas violentas o sexuales, sino a ciertas profundidades discursivas que pueden apelar más a un público maduro.

Inicialmente, me incliné en mi veintena hacia la fantasía infantil y juvenil porque, por un lado, me interesaba de verdad, como autora y lectora. Pero, por otro, también porque creí que en ese campo podría tener mayor acepción y posibilidad de crecimiento, dado el brutal prejuicio de la comunidad culta hacia las narrativas imaginativas. No fue exactamente así.

Con el tiempo, logré repensar mi relación con la LIJ y volver a enfatizar en mi naturaleza como Fantasista y no como escritora para niños y jóvenes, aunque algunas historias de mi autoría sí sean afines a la infancia y la adolescencia.

En este proceso me ayudó muchísimo reflexionar en torno al ensayo “Sobre tres maneras de escribir para niños” de C.S. Lewis, quien plantea que escribir para niños y jóvenes puede entenderse como una opción estética más que como una imposición editorial-comercial-etaria, como se suele ver hoy. Esa es la vía que más resuena conmigo.

Hace un tiempo escribí un testimonio personal en el que desarrollo estas reflexiones a partir de mi ingrata experiencia como escritora de literatura infantil y juvenil.

 

—¿Cómo ha sido escribir durante tu vida?

—Esencialmente, ha sido en sí mi vida. En un momento muy oscuro de mi juventud, yo decidí no morir por la fantasía, porque solo ella me entregaba esperanza y consuelo. Los escritores que empecé a leer y releer en ese tiempo, los videojuegos que me acompañaron con sus historias imaginativas, y aun las bandas de power o symphonic metal que ponían música a mis fabulaciones, me salvaron la vida. Quedé tan agradecida con lo que estos creadores habían hecho por mí que quise ser también como ellos y poder a ayudar a alguien que sufriera como yo. Mi vía para hacerlo fueron las palabras literarias.

El acto mismo de escribir, por lo anterior, me resulta muy intenso y pleno. Es también una actividad muy solitaria por naturaleza, pero me acomoda que sea así por su capacidad de reconectarme con mi mundo interior. Es como una forma de plegaria estética, por llamarlo de alguna manera.

Ahora, la escritura también tiene espinas sociales. En mi caso, mi concepción y valoración de la fantasía está muy asociada a verla como una forma de elevado arte literario. Eso me aparta de las miradas dominantes en nuestra sociedad respecto al tema, tanto de la academia o la crítica como de varios lectores aficionados, que la valoran más como una literatura comercial o de pasatiempo. Eso hace que sea difícil presentarme, así sea como autora, investigadora o difusora de fantasía, en este contexto, porque siento que no calzo bien en ningún grupo. No tengo lugar ni en el establishment literario normativo, dominado por el realismo, ni en los fandoms de género, dominados por la ciencia ficción, que nunca me ha gustado.

Lo bonito es que, siempre que me desanimo o flaqueo por esa aparente falta de espacio, termino en algún momento escribiendo una historia o un pasaje que me resultan hermosos en su concepción, que me mueven hasta las lágrimas por todo lo que me agitan dentro, y eso me hace sentir redimida.

Es decir, recuerdo o redescrubro que mi verdadero lar son las propias palabras imaginativas.

Foto: Paula Rivera Donoso

—Cuéntanos sobre tus publicaciones anteriores.

—Mi primera publicación fue la novela La niña que salió en busca del mar (2013), una novela breve con orientación presumiblemente infantil y una narración poética e introspectiva. Trata sobre la relación de amistad entre una niña de puerto y el Mar, caracterizado como un personaje más. Adriana, la protagonista, se muda a la ciudad y debe repensar su vínculo con el Mar, quien está muy triste por la separación.

Esta obra se editó gracias al patrocinio del Fondo del Libro. Lo pasé bastante mal en el proceso de edición y difusión con la editorial, como sucede con tantos autores primerizos, y tengo algunos horribles recuerdos de esos primeros años. Como contrapeso, hubo personas que valoraron mucho la historia.

Por fortuna, recuperé los derechos hace un tiempo y hoy vendo por mi cuenta una edición digital de la obra.

Mi segunda publicación fue la antología digital El musgo en las ruinas, en la que compilo tres cuentos de mi etapa veinteañera como escritora de fantasía. Son tres relatos muy diferentes entre sí, inspirados respectivamente en la leyenda, el cuento de hadas y el JRPG como género de videojuegos. Desde luego, todos comparten mis intereses temáticos de siempre y mi estilo poético.

Esta antología la concebí como una exploración hacia el mundo de la autopublicación, por lo que yo misma financié todo el proceso: creación de portada, maquetación digital y corrección de estilo. Pero, como no la publiqué para ganar dinero, la comparto de manera gratuita.

He publicado también cuentos varios de fantasía en diversas antologías chilenas y españolas.

El lector interesado puede conocer más de estas historias en mi página web.

 

El idioma de los dragones, tu nueva publicación, es una antología. Cuéntanos brevemente sobre esos cuatro cuentos.

Si bien cada uno de los relatos presenta una historia autónoma, todos están vinculados por la presencia de Fabularia, una expresión personal de lo que podrías considerar un Reino de las Historias, o de la imaginación y la fantasía. Fabularia está inspirada en Faërie o la Tierra de los Elfos (Elfland), tal y como las describen autores como J.R.R. Tolkien y Ursula K. Le Guin, respectivamente. Es un espacio imaginario aún en pensamiento, así que de momento estos cuentos suponen un primer acercamiento.

Así, cada cuento narra de qué maneras únicas sus protagonistas, seres sufrientes o incómodos en sus mundos de origen, encuentran la ruta a Fabularia y transforman sus vidas a partir de esta experiencia.

A continuación, describiré brevemente la premisa de cada relato:

  • «La princesa valiente» narra la historia de una princesa que, saturada de la superficial vida de su palacio, y cautivada por los cuentos de su nodriza, sale al mundo a buscar aventuras.
  • «La historia del Abuelo Árbol» contiene dos narraciones entrelazadas. Dos jóvenes, él y ella, buscan en dos artes diferentes, la literatura y la música, su verdadera voz y lugar en el mundo.
  • «Ojizarco» narra la historia de la curiosidad amistad que surge entre dos niños pueblerinos muy diferentes. De uno se dice que entró en contacto con las hadas y que por eso se volvió extraño ante los demás. El otro, intrigado y atraído por estas rarezas, comienza lentamente a acercarse a él.
  • Por último, «El pastor de dragones y el escritor viajero» es un cuento esencialmente de tesis. Narra la historia de un escritor de fantasía frustrado por la manera en la que otros autores han degradado la estampa de los dragones y de la propia fantasía en general. En sus propios viajes exteriores e interiores, da con Fabularia y conoce a un niño que ejerce como pastor de dragones, lo que le permite redescubrir a estas bellas criaturas y asumir su lucha por ellas.

 

—¿En qué te inspiraste para escribir El idioma de los dragones?

—No tuve una inspiración fija para esta obra. Los cuentos fueron escritos de acuerdo con mis intereses temáticos de siempre, vinculados a mi poética personal como autora: la escritura de la ficción imaginativa como vía de consuelo y redención para cierto tipo de personas melancólicas y marginadas, como yo.

Lo que los cuatro cuentos comparten como unidad temática, además de la presencia del mundo de Fabularia, es el lenguaje artístico como un camino de autorealización o compañía, como un espacio especial en el que al fin sus personajes pueden calzar o ser queridas y valoradas.

Quizá podría decir entonces que sus inspiraciones bordearon mi propio interés trascendente en el arte y las palabras, así como la nostalgia y rareza esenciales de mi forma de ser y mi necesidad o búsqueda de darles un sentido redentor, y de conectar con gente que sienta o busque algo parecido.

 

—¿Qué crees que es lo primordial en la literatura de fantasía?

—En toda literatura, creo que lo primordial es el uso del lenguaje, porque esa la materia a la que se le da forma artística, y creo que esto es especialmente importante en la fantasía. Al trabajar con universos imaginarios, la fantasía carece de un referente más o menos concreto de la realidad, como lo tienen los realismos. Eso implica que tenemos que sostener los mundos, los personajes y sus lógicas internas exclusivamente a través de las palabras.

El lenguaje de la fantasía, para mí, es como un encantamiento. Si logras encantar con él al lector, este podrá realizar una bella inmersión en tu historia, conectar con las luchas de tus personajes y, quizá, experimentar una catarsis que solo puede lograr la imaginación.

Asimismo, creo que la fantasía no debería ser celebrada como un escape de la realidad, porque no lo es; de serlo, eso implica una perversión a sus formas y propósitos originales. La fantasía supone otra forma de conectar con la realidad. En ello, creo que también tiene mucha responsabilidad el lenguaje empleado, pues aquel encantamiento al que me referí antes también debiera tener el poder para presentarnos un camino de regreso a esta realidad.

En sí, leemos y viajamos en estos mundos imaginarios para volver y aplicar lo que aprendimos en nuestro propio mundo, idealmente. Esencialmente, lo que expresa la novela La historia interminable de Michael Ende y el ensayo Sobre los cuentos de hadas de J.R.R. Tolkien, obras que han sido muy importantes en mi propio pensamiento como Fantasista.

En resumen, creo que es indispensable retomar la importancia del lenguaje en la literatura de fantasía, porque eso nos permite pensarla/recordarla como literatura, es decir, como una expresión artística y sumamente enlazada a la experiencia humana.

 

—¿Cómo fue ser publicada bajo Trazos de Aves?

—Ha sido una buena experiencia, principalmente porque me sentí tratada como un ser humano y porque sentí que mis historias al fin eran muy bien valoradas editorialmente. Destaco el trabajo de edición textual, pues nunca había tenido esa intervención intensa y respetuosa en mis narraciones, fuera de algunas ocasionales sugerencias de estilo en otras publicaciones. Igualmente, importante fue que la editorial externalizara la corrección de estilo con una empresa dedicada a ella, pues la presentación de la prosa es algo importantísimo que a veces los escritores y editores minimizan en su trabajo.

Fue bonito sentir que todo este trabajo estaba orientado a pulir el texto y presentarles su mejor versión posible a los lectores.

También destaco las vías de comunicación que han estado disponibles entre editores y autoras, lo que ha permitido una interacción muy fluida y transparente. En particular, el editor Eduardo ha sido muy paciente con mis arranques de ansiedad. Publicar una obra, para mí, es algo tremendamente estresante y aterrador, aunque sea un viaje necesario y en última instancia siempre positivo de manera trascendente.

Por otro lado, considerando que mi obra es la que ha estrenado la línea Alicanto de la editorial, destinada a las historias imaginativas, tengo mucha curiosidad en conocer a las futuras publicaciones que serán mis compañeras de ruta, como otros pajaritos en vuelo.

 

—¿Dónde podemos encontrar tu libro?

En principio, en formato físico, a través de la web de venta de la editorial. También se encuentra disponible a la venta en la librería Qué Leo Forestal, y para envío a territorio nacional en su web Espacio Forestal.

En formato digital e internacional, se puede comprar vía Amazon.

 

Francisca Gaete Trautmann
Francisca Gaete Trautmann
(Santiago, 1985) Periodista de la Universidad Gabriela Mistral. Ha trabajado para revistas, televisión y medios online. Ha seguido cursos de escritura creativa. Le encanta escribir, escuchar música. Vive en Santiago.
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