Cuando estudias literatura y sientes que no eres capaz de reseñar o de analizar un poemario, porque eres muy sensitiva y dices lo primero que se te atraviesa por la mente y el corazón, claro que tienes miedo de leer poesía y decidir si tienes una opinión al respecto, principalmente por no faltarle el respeto al poeta, quien seguramente, no escribió su obra con tanto esmero para que luego llegue yo y diga simplemente: «¡qué lindo!, ¡qué triste!» o «No. No me gustó». Pero hay poetas que logran bajar del cielo a la poesía y traérnosla a la tierra para que el común de los mortales como nosotros lea poesía, la sienta y la disfrute sin miedo, sin tener que dar un argumento, ya que el poema es lindo porque te gusta nomás y chao. En este sentido, un queridísimo poeta que me regala esa exquisita sensación de que la poesía es para todos, es Ernesto González Barnert.
Conocí a Ernesto en una charla que dio para el ramo de poesía chilena y recuerdo que ese día fui muy feliz, porque supe que precisamente, si estoy hecha para la poesía, pues Ernesto es de esos poetas que poetizan la vida cotidiana con un lenguaje sencillo, que engrandece los pequeños detalles y los hace bellos, que te hace viajar al fondo de tus emociones solo con escribir anécdotas, y con eso me enseñó que no se necesitan todas las metáforas del mundo o utilizar un lenguaje tan elevado para hacerte sentir, y para amar la poesía y el mundo que allí se versa. Por eso, hoy les traigo su poemario Playlist: sencillo, pero intenso y cargado de recuerdos, anécdotas y emociones.
Playlist es un camino musical hacia la historia del poeta, pues combina cada recuerdo, emoción y anécdota con una canción especifica y, aunque yo soy muy «milenial» para conocerlas todas, me cautivó la forma que tiene de incluir cada canción en su vida. Me sentía como estar leyendo una película en la que, gracias a su lenguaje tan sencillamente bello y del modo detallista y sensitivo que tiene de apreciar la realidad, todo se siente más cercano y real, tanto así que de pronto me sentí en la piel de Ernesto y no quería salir. Además, me transporté a las calles que mencionaba y a cada sensación que describía, y eso es precisamente lo que se busca en la lectura: escapar de tu realidad e ir en busca de otra para verlo todo desde una perspectiva mejor.
Este poemario tiene de todo: risas, amor, alegría y nostalgia. El poeta nos muestra su alma y nos recuerda que es importante tener una playlist que defina tu vida y te acompañe en cada momento. También, nos hace valorar las pequeñas cosas y nos entretiene con sus anécdotas en las calles de Santiago. Pero lo que mas rescato, sin duda, es el recordatorio que me deja de que lejos del ámbito académico, todos podemos sentir y leer poesía. Solo hay que sintonizar la radio de nuestro corazón y dejar que fluya con el poema.