Durante la Guerra Fría se diseñaron distintas estrategias con las cuales construir el mundo del futuro. Uno de las más mediáticas y reconocidas fue la llegada del hombre a la luna, la carrera espacial con la cual poder conquistar el mundo. Mucho se ha escrito y documentado sobre un proceso que finalmente fue una ficción. Al parecer el hombre nunca llegó a luna y todo lo narrado por Estados Unidos (la historia de los vencedores) fue un montaje digno de cualquier película hollywoodense.
En la mitad de este período histórico, Hugh Hefner crea la famosa revista Playboy. Para Paul Preciado el objetivo de ello, no es solamente poner a mujeres desnudas en sus portadas, lo que se buscaba era instalar a la heterosexualidad como el único centro posible de identidad. Hay una construcción pre-fabricada que funciona como chip cultural sobre las formas de representación a las que tiende la sociedad.
La revista Playboy, en palabras de Preciado es: «Un Disneyland para adultos hecho de mansiones, camas redondas, grutas tropicales, habitaciones temáticas, circuitos de vigilancia, piscinas transparentes, residencias de conejitas, aviones equipados con pista de baile y termas romanas». El sexo, las mujeres y los implantes funcionan como un panóptico bajo el cual ver y registrar. El propósito es crear una ilusión (la de un hombre que anda todo día en pijama y vive rodeado de mujeres voluptuosas), el origen de un artificio, pues no todos (o más bien muy pocos) podrán ser parte de un ritual que se presenta bajo las formas de lo carnavalesco. La figura del deseo quedará como deseo (sin posibilidad alguna de concreción), instalándose como un espectáculo mediático sobre el cual configurar formas, normas y comportamientos.
La construcción de Playboy, primero como revista y después como reality, fue un proyecto que buscaba impulsar patrones. El sexo como forma de consumo (ya lo dijo Jorge González en una extraordinaria canción) funciona como un gancho comercial. En el diseño y la arquitectura de Playboy (hoy en día una marca mundial) podemos observar las mutaciones de la masculinidad en función del capitalismo.