Terminal aérea es la primera novela de Wladymir Bernechea, pintor de profesión y un artista en constante búsqueda de la sensibilidad humana. Su viaje de posgrado universitario a la Universidad Autónoma de México se encarna en Carlos, el personaje principal de esta travesía; quien a sus 23 años conoce los parajes mexicanos y la escena artística prolífera latinoamericana. La estructura de esta autobiografía ficcionada se enmarca en las estaciones del metro tren de la capital mexicana, Distrito federal, donde en cada estación se teje la descripción artística y política de la vivencia particular de ser un artista latinoamericano y cómo la academia forja parámetros que son cuestionados por Carlos. Este primer escrito de Bernechea, nos transporta a una voz común y corriente, proletaria, alejada de las espúreas vivencias burguesas del arte, situándonos el personaje a los padecimientos y contracorrientes al grueso de la juventud dedicada al arte e invisibilizada en esta pandemia, por qué no agregarlo, en nuestro angosto país. El espectro político se manifiesta a lo largo de toda la estadía de Carlos en México entrelazado con el surrealismo de su experiencia como pintor y turista exprés desde el distrito federal a Nueva York y Tokio, las reflexiones y descripciones de Carlos Bravo en cuanto a los lugares y obras que visita en cada museo nos transportan como lectores y nos abre la posibilidad de ir haciendo en conjunto el recorrido visual de lo que él está espectando. Esta novela logra esa transposición, a su vez, el lenguaje cercano abre la curiosidad por conocer a todas y todos los artistas mundiales que van apareciendo en este recorrido. También, visualiza la posibilidad de una academia con libre acceso, de calidad y digna; en territorio latinoamericano, pues Carlos, como chileno, carga con las demandas de su generación por una educación realmente pública. Es en el país colorido de los tacos y los mezcales donde la experimenta.
Frida Kahlo, decía: «Bebía porque quería ahogar mis penas, pero las bobas aprendieron a nadar», Bernechea lo explicita muy bien, la embriaguez es un tópico recurrente en esta novela, presente en toda la exploración del artista y donde brotan sus variopintos personajes con la tensión del umbral entre lo ficticio y lo real. El ritmo de la novela va acompañado de canciones desde Charly García hasta los narcocorridos, fluyendo por las emociones del artista, cuestión que nos construye visualmente la escenografía de lo narrado, propio de la profesión de su autor sin la pedantería de quienes la ostentan.
Wladymir Bernechea (Rancagua, 1989). Licenciado en Artes en la Universidad de Chile y Magíster en Artes Visuales en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Ha expuesto en diversos espacios nacionales, como el Museo de Arte Contemporáneo, el Museo de Artes Visuales, el Centro Cultural Mapocho, Galería Metropolitana, Corporación Cultural las Condes, Galería BECH, entre otros. Y en el extranjero, en países como México, Italia, Estados Unidos, Japón, y Guatemala. Su obra forma parte de la colección del MAC y de la Fundación Luciano Benetton y ha escrito los libros De la tierra al cielo: arte, cultura japonesa y escenas locales (Editorial Filacteria) y Neo Tokio: historial del animé en la cultura chilena (Editorial Zero). También ha sido becado como investigador para estudios de posgrado por la Secretaría de Relaciones Exteriores de México.