Miércoles, Marzo 26, 2025
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Salvándonos del tedio: Tres poemas de Diego Amapola

Diego Amapola (1995) es Acuario, al igual que José José y Daddy Yankee. Es poeta, trabajador boletero, mechero part-time, papá y estudiante de la carrera de Pedagogía en Castellano. Ha sido publicado en el fanzine Movimiento del colectivo Weye (2017). También forma parte del libro colectivo 6666 del Laboratorio de Escritura de las Américas LEA (2018), bajo el seudónimo de Freddy Cocciante Benavides. Participó en la antología Ver s.o.s., de la SECH de la V región (2020). Ha publicado en diversas revistas, entre ellas Revista Carajo, Romanticxs Posmodernxs, La Cimarra, El Almacén (Perú) y Revista Mal de Ojo. Ha gestionado el ciclo de muestras artísticas «Solo tendrás piedras», que se realiza en el ex-Pedagógico (UMCE). En enero del 2020 publica la plaquette Domingo de Ketoprofeno.  Es co-fundador del colectivo artístico «Piño Choroy», que busca promover el arte por medio de intervenciones urbanas, como «Cacerolazos Poéticos» y distintas manifestaciones en donde el arte pueda ser visibilizado y puesto a disposición de quien quiera vivirlo y compartirlo.

 

TU CASA

Tu casa viste a la moda

La mía con suerte se baña

Somos cinco gotas de Stevia imaginaria

revueltas en el primer café del día

discutiendo sobre si es lícito o no

echarle agua fría a la taza

 

Tu casa es realmente tuya

La mía es de mis pensamientos

Esos que se han amanecido borrachos

escuchando cómo reza el Chincol

el ardiente Padre Nuestro

de un domingo que no indulta a nadie

(y cuando reza suena como si alguien preguntara

“¿Han visto al tío Agustín?”)

 

Tú vives en toda tu casa

Yo apenas respiro bajo las maderas podridas de mi pieza

y al dormir me tapo con servilletas de sopaipillas

que saco del fondo de mis bolsillos más pequeños

cuando la noche entra con bombos y platillos

y la luna, muy sin respeto, me moja con su luz las pestañas

y me dice: crecerás

pero te va a doler 25 años primero

 

Tu casa tiene dos puertas

La mía solo tiene una

aunque la verdad siempre prefiero saltar por la ventana cuando salgo

y burlar la cuarentena de mi mente, los virus de mi infancia

pedalear más rápido que todos los delivery

bajarme de la bicicleta para calmar y acariciar a los perros que me ladran

sentir la adrenalina de insultar al policía que dirige el tránsito

preguntarme cómo es posible

que yo haya existido en la misma línea de tiempo que Chayanne

y darle gracias a la vida

que mi muerte será en colores o transmitida en un live de Instagram

hasta que en una de esas llego a tu casa

toco una de tus dos puertas

le digo a mi casa que entre

y que junto a la tuya sean una sola

que aguanten, hasta que necesite volver a existir

en otro lado, tal vez

en una casa que mi mente

aún no conoce.

 

EN ESTE POEMA

 

En este poema

las tazas llevan días en el velador

El canasto de la ropa sucia está repleto

Pero la cama se hace todos los días,

sagradamente

 

Aquí

los pensamientos fluyen como versos

pero sin cumplir ningún tipo de métrica

pues algunas ideas son muy agudas

y por ley del acento final

habría que sumarle otra sílaba

 

En este poema

los sueños de cada noche

son de personas saltando obstáculos:

rejas, torniquetes, deudas

y en los bolsillos se echan luciérnagas

que se guardaron después de caminar

por la inviernística vía del tren

que un poeta de Lautaro

trazó cuando todos se fueron

 

En este poema estoy sano

libre de los virus que se pasean como prosa

por las calles de La Inconsciencia Humana

Pero siento

que podría contraer la peor enfermedad,

la tan temida “De repente”

Entonces iré un día paseando de sílaba a sílaba

De pieza en pieza en este poema sin paredes

Y caeré muerto al suelo, tosiendo estrellas

entonces, cuando en mi funeral

pregunten de qué morí

mi familia afirmará con seguridad:

“la verdad

es que murió De repente”.

 

LA SALVACIÓN DEL TEDIO

 

En más de una lengua yo vi

cómo se armaban las palabras

que me decían

“deja de ser un pez ebrio

tratando de salir del acuario”

Y a mí, que en cada luna llena

se me divide la sangre

o hiervo hasta evaporar el espanto,

me dio por con conducir naves espaciales sin licencia

Pero obedecí, aunque siempre con mis colores

mientras veía que en las paredes del acuario

se comenzaban a formar grietas

porque algún día se romperían

con un sublime estruendo mudo

allá, al costado de los días de plástico verano

acá, bajo el cuidado de los nuevos rituales

y por encima

del descubrimiento eterno y adolescente

de que solo la poesía y el sexo

nos salvarán

del tedio.

Ernesto González Barnert
Ernesto González Barnert
Ernesto González Barnert (30 de agosto de 1978, Temuco, Chile). Su obra poética ha sido reconocida con el Premio de Poesía Infantil de las Bibliotecas de Providencia [2023], Premio Pablo Neruda de Poesía Joven [2018], Premio Nacional de Poesía Mejor Obra Inédita [2014], Premio Nacional Eduardo Anguita [2009], Premio Nacional Pablo Neruda de la U. de Valparaíso [2007], Concurso Internacional de Poesía Nueva York Poetry Press [2020], Concurso Nacional de Poesía Joven Armando Rubio (2003), Primer Concurso de Poesía del Sur (2005), Premio Juegos Literarios Gabriela Mistral de la I. Municipalidad de Santiago (2005), entre otros premios, becas y concursos de índole poético. Licenciado en Cine Documental de la UAHC y Diplomado en Estética del Cine de la Escuela de Cine de Chile. Gestor Cultural. Reside en Santiago de Chile.
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