Diego Amapola (1995) es Acuario, al igual que José José y Daddy Yankee. Es poeta, trabajador boletero, mechero part-time, papá y estudiante de la carrera de Pedagogía en Castellano. Ha sido publicado en el fanzine Movimiento del colectivo Weye (2017). También forma parte del libro colectivo 6666 del Laboratorio de Escritura de las Américas LEA (2018), bajo el seudónimo de Freddy Cocciante Benavides. Participó en la antología Ver s.o.s., de la SECH de la V región (2020). Ha publicado en diversas revistas, entre ellas Revista Carajo, Romanticxs Posmodernxs, La Cimarra, El Almacén (Perú) y Revista Mal de Ojo. Ha gestionado el ciclo de muestras artísticas «Solo tendrás piedras», que se realiza en el ex-Pedagógico (UMCE). En enero del 2020 publica la plaquette Domingo de Ketoprofeno. Es co-fundador del colectivo artístico «Piño Choroy», que busca promover el arte por medio de intervenciones urbanas, como «Cacerolazos Poéticos» y distintas manifestaciones en donde el arte pueda ser visibilizado y puesto a disposición de quien quiera vivirlo y compartirlo.
TU CASA
Tu casa viste a la moda
La mía con suerte se baña
Somos cinco gotas de Stevia imaginaria
revueltas en el primer café del día
discutiendo sobre si es lícito o no
echarle agua fría a la taza
Tu casa es realmente tuya
La mía es de mis pensamientos
Esos que se han amanecido borrachos
escuchando cómo reza el Chincol
el ardiente Padre Nuestro
de un domingo que no indulta a nadie
(y cuando reza suena como si alguien preguntara
“¿Han visto al tío Agustín?”)
Tú vives en toda tu casa
Yo apenas respiro bajo las maderas podridas de mi pieza
y al dormir me tapo con servilletas de sopaipillas
que saco del fondo de mis bolsillos más pequeños
cuando la noche entra con bombos y platillos
y la luna, muy sin respeto, me moja con su luz las pestañas
y me dice: crecerás
pero te va a doler 25 años primero
Tu casa tiene dos puertas
La mía solo tiene una
aunque la verdad siempre prefiero saltar por la ventana cuando salgo
y burlar la cuarentena de mi mente, los virus de mi infancia
pedalear más rápido que todos los delivery
bajarme de la bicicleta para calmar y acariciar a los perros que me ladran
sentir la adrenalina de insultar al policía que dirige el tránsito
preguntarme cómo es posible
que yo haya existido en la misma línea de tiempo que Chayanne
y darle gracias a la vida
que mi muerte será en colores o transmitida en un live de Instagram
hasta que en una de esas llego a tu casa
toco una de tus dos puertas
le digo a mi casa que entre
y que junto a la tuya sean una sola
que aguanten, hasta que necesite volver a existir
en otro lado, tal vez
en una casa que mi mente
aún no conoce.
EN ESTE POEMA
En este poema
las tazas llevan días en el velador
El canasto de la ropa sucia está repleto
Pero la cama se hace todos los días,
sagradamente
Aquí
los pensamientos fluyen como versos
pero sin cumplir ningún tipo de métrica
pues algunas ideas son muy agudas
y por ley del acento final
habría que sumarle otra sílaba
En este poema
los sueños de cada noche
son de personas saltando obstáculos:
rejas, torniquetes, deudas
y en los bolsillos se echan luciérnagas
que se guardaron después de caminar
por la inviernística vía del tren
que un poeta de Lautaro
trazó cuando todos se fueron
En este poema estoy sano
libre de los virus que se pasean como prosa
por las calles de La Inconsciencia Humana
Pero siento
que podría contraer la peor enfermedad,
la tan temida “De repente”
Entonces iré un día paseando de sílaba a sílaba
De pieza en pieza en este poema sin paredes
Y caeré muerto al suelo, tosiendo estrellas
entonces, cuando en mi funeral
pregunten de qué morí
mi familia afirmará con seguridad:
“la verdad
es que murió De repente”.
LA SALVACIÓN DEL TEDIO
En más de una lengua yo vi
cómo se armaban las palabras
que me decían
“deja de ser un pez ebrio
tratando de salir del acuario”
Y a mí, que en cada luna llena
se me divide la sangre
o hiervo hasta evaporar el espanto,
me dio por con conducir naves espaciales sin licencia
Pero obedecí, aunque siempre con mis colores
mientras veía que en las paredes del acuario
se comenzaban a formar grietas
porque algún día se romperían
con un sublime estruendo mudo
allá, al costado de los días de plástico verano
acá, bajo el cuidado de los nuevos rituales
y por encima
del descubrimiento eterno y adolescente
de que solo la poesía y el sexo
nos salvarán
del tedio.