Por Camila Urbina
Strălucire es un pequeño ser, un pequeño ente aterrorizado por tener que cumplir con su deber, aunque esto es de esperar, ¿quién quiere cumplir con algo que le incapacitará para realizar aquello que realmente ama y disfruta?
Strălucire llegó al inframundo como cualquier otro ser, al acabar su vida en la Tierra. Pero la diferencia es su misión en este nuevo ambiente, ¿al parecer ahora tenía un propósito bastante definido? La verdad ni el propio Strălucire quería descubrirlo.
Al llegar al inframundo notó 2 cosas de su nueva apariencia. Ahora tenía unos grandes ojos que le permitirían observar hasta el más mínimo detalle en cuestión de segundos, perfecto para cumplir su sueño de… Bueno, eso no es algo con lo que quiera emocionarse de más, principalmente por la segunda característica. Justo sobre sus bellos ojos, muy cerca de los mismos, había dos protuberancias levemente puntiagudas. No les tomó mayor importancia ‘cosas del inframundo’ se dijo a sí mismo. Un día, mientras se encontraba cavando un agujero para utilizar como fertilizante el material que había reunido, una de las protuberancias creció, causándole un insoportable dolor, poco segundos después, le llegó una nota
envuelta en una llama flotante.
Cuando logró recuperar la compostura, tenía su vista borrosa, y sus ojos, sus bellos y preciados ojos se sentían levemente tirantes.
Al no saber qué causó este extraño episodio, prefirió dejar sus planes de crear un jardín; sin embargo, la segunda vez se encontraba paseando por el Bosque Gotero y al ver un bello hongo rojo sintió el dolor nuevamente, acompañado de la misma nota. Strălucire se creyó más inteligente y tenía sus protuberancias fuertemente vendadas para evitar su crecimiento, pero una de ellas, la izquierda, quedó suelta y no pudo detener el crecimiento. Su vista de este lado quedó dañada, no solo sintió el dolor, ahora todo lo que observaba por aquí estaba distorsionado, estirado.
Strălucire sentía cada vez más odio y curiosidad, no recuerda mucho de su vida en la Tierra, pero sabía que no era feliz, pues un sentimiento constante de frustración envolvía estos difusos recuerdos, pensaba que aquí sería diferente, ¿acaso no podría cumplir sus sueños ni en el inframundo?
Con su ojo izquierdo lastimado, se vendó fuertemente la protuberancia derecha y el pequeño cuerno izquierdo. Con miedo, pero seguro, comenzó su travesía y a cada paso se repetía a sí mismo:
No me van a quitar mis sueños nuevamente