¿Qué lee Gonzalo Eltesch?
Ahora estoy leyendo los Cuentos completos de Lydia Davis, todos los libros de Julian Barnes (por supuesto que no al mismo tiempo), Poemas de amor de Idea Vilariño, Cosmotheoros de Christian Huygens con ilustraciones de Alejandra Acosta.
¿Qué libros recuerdas de tu infancia?
Las novelas policiales que mi papá compraba por cajas y que después de leerlas, las vendía en su negocio. Yo las tomaba a escondidas y las leía.
Naciste en Valparaíso, ¿cuáles son los mejores libros que retratan la vida del puerto?
Uno que me gusta especialmente es Valparaíso, la ciudad del viento, de Joaquín Edwards Bello.
¿Qué libros recomiendas leer?
Qué vergüenza, de Paulina Flores; No ficción, de Alberto Fuguet; y La tercera mano, la recopilación de entrevistas de Adolfo Couve.
Como editor, te ha tocado estar detrás de libros muy distintos, desde la colección de Themo Lobos al Best Seller de Jorge Baradit ¿Tienes libertad para escoger lo que se edita?
Por suerte, tengo mucha libertad. Lo que más me importa es que, en su género, el libro que edite tenga calidad.
¿El lector es un ser libre o domesticado por los que deciden lo que se edita?
El verdadero lector es libre.
¿Qué libros chilenos olvidados merecerían ser rescatados para una nueva edición?
Algunos días, de Carlos León.
¿Cómo fue tu paso de editor a la vereda del escritor? ¿De qué te sirvió esa experiencia en tu propia escritura?
Creo que cualquier oficio que te permita trabajar con el lenguaje es positivo para la escritura. En mi caso, mi trabajo como editor me hace mejorar, conocer los artificios, replantearme las formas, dudar de todos.
Por tu trabajo, eres parte de la gran industria del libro, pero publicaste en una editorial independiente, ¿qué valor le das a todo el movimiento editorial independiente?
Me parece que lo que están haciendo las editoriales independientes es fundamental para la cultura del libro. Abren espacios múltiples, editan libros de todo tipo, y de un tiempo a esta parte he visto una profesionalización de algunas de ellas que me parece extremadamente positiva, como Hueders, Alquimia o la misma Laurel, entre muchas otras.
Acabas de lanzar la novela “Colección Particular”, cuéntanos sobre ella.
Es difícil hablar uno mismo, y cuando me preguntan por mi novela me pasa eso, es como si estuviese contando un secreto en voz alta. Pero lo intento. Es una novela sobre una familia que se quebró, sobre un amor fallido, sobre la necesidad de escribir una novela.
¿Qué importancia tiene para tu escritura el tema de la memoria?
Mucha. La memoria construye de una u otra manera nuestras respectivas biografías. La global y la íntima. Y esa memoria te hace trampa, te traiciona, se burla de tus pretensiones. La memoria es ficticia, y aunque lo sepamos, nosotros seguimos jugando a ser personajes.
En tu novela, aparece brevemente Augusto Pinochet, paradójicamente un gran coleccionista de libros. ¿Cómo deberían abordar los escritores de tu generación el triste período de nuestra historia encabezado por su figura?
Me parece que el tema de Pinochet es peligroso, pues se puede convertir en un lugar común. No sé cómo lo deberían abordar los otros escritores, pero yo traté de hacerlo a través de una voz infantil, para que primara, pese a todo, la inocencia.
Definiciones:
¿Ogú o Mampato?
Ogú.
¿Caleta Portales o Estación Mapocho?
Caleta Portales.
¿Lápiz o tijera?
Prefiero ser pusilánime en esta respuesta: lápiz y tijera.