Foto: Jorge Orellana V.
¿Qué lee Nicolás Cruz Valdivieso?
Por mi trabajo como comentarista literario en la página web Historia y Cultura, tengo la posibilidad de leer los títulos que vienen saliendo del horno, y que creo que me permitirán establecer un diálogo literario interesante con ellos, que vaya más allá de hacer una valoración positiva o negativa de las obras. Durante este año leí Sumisión de Michelle Houellebeqc, El hermano alemán de Chico Buarque, Los Malos de Leila Guerriero, Hermanos de sangre de Ernst Haffner y Carthage de Joyce Carol Oates. En el último tiempo, además, y a propósito de la publicación de No le debo nada a Bolaño y otros delirios, he sumado a mis lecturas habituales a autores chilenos que están haciendo un gran trabajo conjunto con editoriales independientes, como es el caso de Nona Fernández, Gustavo Bernal, Marcelo Mellado, Alfil Gómez, Ignacio Borel, Enrique Winter y Marcelo Leonart, entre otros.
¿Cuál es el libro de infancia que más recuerdas?
Recuerdo especialmente los cuentos de los hermanos Grimm que mi viejo nos leía a mi hermana y a mí cuando éramos niños y mi obsesión con algunos de ellos. Le debo haber hecho leerme el cuento «La mesa, el asno y el bastón maravilloso» al menos unas mil veces a pesar de sus reclamos y los de mi hermana. Creo que esos cuentos de la niñez abrieron mi imaginación, mi capacidad de fabular y marcaron mi manera de ver la literatura, aunque aún ni siquiera supiera con claridad lo que era. En esa misma línea el primer libro que me marcó en la niñez fue La Isla del Tesoro de R.L. Stevenson, un libro oscuro, lleno de aventuras y de piratas persiguiendo a través de los mares tesoros imposibles.
¿Cómo influyó la lectura en tu vocación de escritor?
Ciento por ciento. Comencé a escribir a los quince años, después de terminar de leer La senda del perdedor de Charles Bukowsky. La misma noche que terminé de leer el libro decidí que iba a ser escritor. Ese libro me arponeó el corazón y marcó mi futuro. Después fui abriéndome a la lectura e influencia de otros autores y siempre me pasó lo mismo. La lectura de grandes escritores me maravilló y me hizo querer llevar mi escritura un paso más allá.
¿Cómo recuerdas tus primeros escritos?
Con cariño y risas. Después de leer La senda del Perdedor, y ya decidido a ser escritor, leí todos los libros de Bukowski y escribí decenas de cuentos horrendos, narrados con un lenguaje sospechosamente parecido al de las traducciones españolísimas de sus libros hechas por Anagrama. Escribía de acuerdo a lo que conocía.
¿Por qué elegiste la carrera de Literatura Creativa?
Porque tenía claro que quería ser escritor y que necesitaba estructura y disciplina para conseguirlo. Así que cuando supe que la carrera iba a comenzar a existir no lo pensé dos veces. Viéndolo a través del tiempo, creo que la posibilidad de trabajar con escritores hechos y derechos y tan diversos entre ellos como Gonzalo Contreras, Andrea Jeftanovic, Jaime Collyer y Alejandro Zambra, fue una tremenda escuela que abrió el abanico de mi escritura y me hizo entender que siempre habría una brecha entre lo que quería decir y contar y lo que conseguiría llegar al libro. Sigo tratando de reducir esa distancia cada vez que escribo.
¿Cómo llegas a publicar en España?
Llegué a publicar en España buscando posibilidades de mostrar mi literatura. Había ganado unos cuántos concursos literarios, pero no había tenido suerte buscando editorial para publicar el libro en Chile, por lo que decidí armar un blog (www.lanochedelosinvertebrados.blogspot.com) donde subí los cuentos ganadores. A través de la lectura de éstos me contactó un agente de la Editorial Foc de Barcelona, que dio con ellos haciendo scouting y me propuso hacer la publicación.
¿Narrativa, guión, crítica? ¿Dónde te sientes más cómodo escribiendo?
Me gusta manejar diversos lenguajes de escritura en la búsqueda de narrar esas historias que me parezcan interesantes de contar, ya sean mías o de otros. Me siento cómodo en los tres lugares. La narrativa es mi lenguaje natural y el principal oficio al que me he dedicado durante mi vida. De ella me atrae la libertad total que tiene el escritor para contar absolutamente lo que quiera, situándose en el lugar del mundo que prefiera y en el tiempo histórico que se le venga en gana. Con los guiones me gusta cerrar un poco más el foco de la cámara y construir desde Chile, desde nuestra sociedad, sus personajes y sus problemáticas. En guion de novela gráfica la posibilidad de escribir sin limitaciones presupuestarias hace que como creador puedas escribir guiones imposibles de filmar en la práctica, ya que al lado tienes a un tremendo dibujante que se hará cargo de dar vida al mundo que estás construyendo. En la crítica me siento cómodo dejando a un lado el rol del juez que predomina actualmente, y utilizándola como un lugar donde dialogar con otros autores y sus obras.
Trabajaste arduamente en la investigación del guión de la novela gráfica El Golpe de Pehuén Editores ¿Qué sabías y qué no con respecto a la historia reciente de Chile?
Estaba familiarizado con el tema porque había estado leyendo e investigando desde el año 2007 sobre la dictadura chilena y las dictaduras latinoamericanas para mi novela El Cristo Gitano que pronto se publicará, pero me bastó enfrentar la primera fase de trabajo, que consistió en entrevistar a personas que vivieron su juventud en el gobierno de la Unidad Popular y durante la dictadura, para darme cuenta que había tenido un acercamiento excesivamente teórico al tema. Conversando con los entrevistados, me di cuenta también que muchas de las ideas que tenía respecto del gobierno de Allende eran absolutamente falsas y estaban directamente relacionadas con el triunfo brutal que tuvo el discurso de la derecha respecto de la historia de nuestro pasado reciente.
¿Qué cosas de ese «Chile que ya no existe» crees que es necesario rescatar a través de la lucha social?
Creo que una chispa de ese Chile se ha resistido a morir y vive en las luchas estudiantiles y sociales que se están dando en la actualidad. Ahí hay una pequeña luz de esperanza que conecta nuestro pasado político y social con nuestro presente, dominado por un capitalismo brutal y un individualismo que te lo encargo. Cuando ves gente luchando por algo que no los favorecerá a ellos, te das cuenta que hay valores como la solidaridad y la lucha por un país menos injusto que vuelven a estar sobre el tapete y se enfrentan al arribismo crónico que nos carcome como sociedad.
¿Qué libros recomendarías leer para que los más jóvenes puedan conectarse con nuestra memoria colectiva?
Les recomendaría una serie de autores de distintos frentes de las artes. Nona Fernández y Marcelo Leonart son dos imperdibles en literatura y en el trabajo que hacen juntos con su compañía teatral La pieza oscura. En novela gráfica, Los años de Allende de Carlos Reyes y Rodrigo Elgueta, Historias clandestinas de Ariel Rojas y El Golpe de Quique Palomo y de vuestro servidor, me parecen tres libros interesantes sobre el período y atractivos en su formato para los jóvenes. Los documentales de Patricio Guzmán, desde La Batalla de Chile hasta El botón de Nácar, son un infaltable para cualquier persona que quiera adentrarse en nuestra memoria colectiva. El documental Actores secundarios de Pachi Bustos y Jorge Leiva, y La ciudad de los fotógrafos, de Sebastián Moreno, son también dos documentales notables de la época y que tienen como protagonistas a los movimientos estudiantes de los años ochenta.
No le debo nada a Bolaño y otros delirios es tu debut literario ¿reconoces alguna deuda creativa con su persona?
El título del libro es un homenaje al más grande provocador de la literatura chilena. Y ese homenaje está planteado en forma de provocación. Para mí Bolaño es un autor ineludible. Desde la primera vez que lo leí, cuando todavía vivía y aún no era una leyenda, supe que era una obra que me interesaba no sólo leer, sino también estudiar. Intentar comprender la arquitectura sobre la que Bolaño construía sus ficciones, desde sus cuentos a sus obras de largo aliento. El resultado de ese diálogo con Bolaño se refleja en el cuento «No le debo nada a Bolaño» que da origen al título del libro, y en el título mismo, que como decía es un homenaje a Bolaño, una provocación y una invitación al lector a entrar en el libro y descubrir por sí mismo lo que se esconde tras el título.
Haciendo referencia a tu relato «El pago de Chile», ¿Hemos aprendido a tratar a nuestros ídolos?
Tendríamos que nacer de nuevo para saber tratar a nuestros ídolos. En Chile se venera el éxito, al famoso, al que triunfa. Con nuestros ídolos tienen que venir a decirnos desde afuera que son ídolos para que los tomemos en cuenta o que tengan un infarto cerebral para que nos demos cuenta realmente de lo que pesan como artistas.
Definiciones
Cuento o novela
Novela.
Tango o rock pesado
Me quedo con los compilados que uno armaba en los tiempos del cassette y el cd y en el que podían caber desde un tango hasta el rock más pesado.
Golpe o pronunciamiento
Golpe. Cuando es militar no existen los pronunciamientos.