¿Qué lee Sara Bertrand?
He estado leyendo a puras rockeras: Lydia Davis, Sylvia Plath, Inger Christensen y Louise Glück. Voces femeninas que entran en el territorio de lo particular con una delicadeza y capacidad de abstracción que me da envidia. También a Keneth Bernand, Joseph Brodsky y Fabián Casas. Ahora, por vicio y desformación profesional, siempre leo historia y filosofía, ya sean ensayos o investigaciones. Soy bien selectiva con la historia, eso sí, porque inevitablemente caigo sobre el siglo XX, me inquieta muchísimo.Hasta los 80s pasó casi de todo y, luego, entramos en esta fase maniaca de la que me gustaría saber cómo saldremos.
¿Cuál es el gran libro que aún recuerdas de tu infancia?
Mujercitas y Pedrito y el lobo. En mi casa teníamos un vinilo con la sinfónica que Prokófiev compuso a este cuento infantil y me daba auténtico terror escucharla. Por lo mismo, creo yo, la escuchaba el día entero. Las trompetas, los timbales, todavía se me paran los pelos al recordar.
Te formaste como historiadora y periodista ¿Qué te motivó a escribir para niños?
Fue pura casualidad, la verdad, pues mis primeros libros no tuvieron más pretensión que animar las noches de mis hijos cuando llegaba el momento de hacerlos dormir. Fueron historias muy sencillas que les conté en pleno celo materno.
¿Cómo recuerdas la edición de tu primer libro Antonio y el tesoro de Juan Fernández?
Como comentaba en la respuesta anterior, las primeras historias de aventuras que publiqué, partiendo por Antonio y el tesoro de Juan Fernández las escribí pensando en mis hijos. Y ésta, particularmente, en mi hijo menor que había perdido un juguete que le gustaba mucho. Entonces, inventé esta historia de otro niño que perdía su regalo de cumpleaños. Fue una manera de consolarlo y terminó convertido en un largo cuento que se agrandó noche a noche. Me imagino que la impresión suya al verlo publicado fue comparable con la sorpresa mía.
A punto de cumplir una década desde el lanzamiento de ese libro con Editorial Amanuta ¿Qué hitos rescatarías de tu carrera?
No me gustan los cumpleaños a mí, nací en enero y nunca había nadie para celebrar. Así es que descontando la efeméride, reconozco algunos títulos que tienen que ver con atreverme a escribir más cerca de lo que me interesa y que se dieron, precisamente, cuando pasé de los cuentos que les contaba a mis hijos a narrar apegada a mi propia experiencia de infancia, lo que me inquieta u obsesiona. Como sucedió con Cuando los peces se fueron volando (Tragaluz), Álbum familiar (Seix barral) y La mujer de la guarda (Babel), una novela ilustrada por Alejandra Acosta y que sale en estos días en Colombia.
Estamos a punto de reescribir el libro que mueve a toda nación, ¿qué aspectos consideras fundamentales que debieran incluirse en una nueva constitución?
El respeto a los derechos de las mujeres en el más amplio y particular sentido de la palabra. Y el derecho a una educación que considere la diferencia como valor, que asuma que si en una sala de clases hay veinte o treinta alumnos, son veinte o treinta posibilidades de ser que merecen una oportunidad de manifestarse.
Con Álbum familiar cambias el público infantil por uno más adulto. ¿Qué motiva ese cambio y cuáles son las diferencias de escribir para uno y otro?
El cambio de público no fue programado. Cuando comencé a escribir Álbum familiar quería hacer una novela para jóvenes sobre niños en dictadura, acercarlos a la experiencia de vivir en un ambiente que te reprime y cuya propaganda considera peligrosa cualquier manifestación espontánea del ser. Pensé en un álbum que se leyera de adelante para atrás, o viceversa –si es que les apetecía– y en el que cada foto los sumergiera en un pedazo de historia. Luego, lo leyó María de los Ángeles Quinteros (editora y amiga a quien me gusta mostrarle todo lo que escribo) y me sugirió Seix Barral. Los niños son lectores bastante perspicaces y muy exigentes, no debemos subestimarlos a la hora de escribir, por eso, no creo que existan diferencias entre un público u otro.
¿Qué importancia tienen la nostalgia y la memoria en la construcción de tu narrativa?
Pienso que esto podrían contestarlo mejor quienes me lean, pues para mí son parte de mi propia conversación, mi búsqueda existencial más que escritural. Entonces, mientras escribo entro en la ausencia, memoria, identidad o nostalgia con recato, alumbrándolos delicadamente, para no levantar a todos los fantasmas de una sola vez.
Álbum familiar es un retrato de una época que parece lejana para muchos jóvenes ¿Qué libros recomendarías para que las nuevas generaciones tomen contacto con esa historia reciente?
No solo los jóvenes ven nuestra historia reciente con distancia, también los adultos. Generalmente, después de un trauma histórico hay un par de generaciones que se impone el silencio. Prefieren olvidar. The flat, es un documental de Netflix muy interesante al respecto. La dictadura chilena se dio en un contexto de dictaduras, revoluciones, guerras, gobiernos totalitarios, fascismo, es decir, en un siglo XX brutal para la historia de la humanidad y me parece que no podemos olvidar el «daño garantizado» del que hablaba la Christensen. Porque el hombre procuró proveer el mayor daño posible al hombre. Así es que partiría por invitarlos a leer Si esto es un hombre de Primo Levi.
¿Cuáles son los grandes temas de la narrativa infantil que se podrían conectar con la narrativa para adultos?
Una historia bien contada sorprende a grandes y chicos, no hay distinción de edad. Mira no más La historia de un oso, lloré con ese documental igual como lloró mi hija. La exhortación que hizo Faulkner a escribir sobre las verdades universales en su discurso de aceptación del Nobel de Literatura sigue siendo muy actual, pienso yo. Amor, muerte, abandono, siguen siendo temáticas perturbadoras para el hombre e interesantes para cualquier público.
En una entrevista señalaste que era importante para ti «rescatar la voz de tu juventud», ¿Qué pasó con esa voz generacional, se rindió a la tecnología y se acomodó detrás de un teclado y una conexión a internet?
Personalmente, me cuesta muchísimo sentirme cómoda. La tecnología es una herramienta que en muchos sentidos nos ha facilitado la vida y las relaciones a distancia, pero en ningún caso acalla nuestro disgusto o nuestras dudas. Entonces, cuando me impuse rescatar la voz de mi infancia y juventud para escribir Álbum familiar, buscaba recoger sin prejuicios o el entendimiento que pueda tener hoy, la percepción que tuve acerca de crecer en dictadura. Porque es muy distinto escribir acerca de los niños que hacerlo sumergiéndose en la infancia para rescatar ese discurso.
¿Cuál es el libro aún por escribir de Sara Bertrand?
No lo sé, siempre tengo la fantasía de que el último libro que publico será el último que escriba. Sé que suena histérico, pero me pasa cada vez y quizás, por la misma razón, nunca termino un libro sin empezar otro nuevo. Ahora mismo, antes de terminar Álbum familiar, comencé a escribir un experimento, algo amorfo, que no es una novela tampoco estoy segura de que sean cuentos, pero no es el primer libro inclasificable en el que me embarco, algo de eso tiene también No se lo coma, que acabo de publicar con Alejandro Magallanes en Hueders y estoy muy contenta con el resultado.
Definiciones:
– Heródoto o Pulitzer
Heródoto.
– Papelucho o Cachureos
Papelucho.
– Pulgar o Pajarito
Pajarito.
Sara Bertrand escritora y periodista de la Universidad Católica de Chile. Ha trabajado en diferentes medios de comunicación escrita. Entre sus obras destacan: Antonio y el tesoro de Juan Fernández, (2007, Editorial Amanuta), La momia del Salar (2009, Alfaguara), El animero del desierto (2010, Ediciones SM), Álbum familiar (2016, Seix Barral), No se lo coma (2016, Hueders).
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