Con tan sólo 24 años Zahorí ya tiene dos libros publicados, el primero llamado Saoirse y el último Little Sadie la balada de Lee Brown. La estudiante de comunicación audiovisual nos contó sobre cómo llegó al mundo de las letras, su proceso creativo a la hora de escribir, de cómo fue el año 2020 y de lo que se viene para el 2021.
-Cuéntanos de ti
-Mi nombre es Zahorí Balmaceda. Actualmente tengo 24 años, soy estudiante de comunicación audiovisual, he trabajado para algunas productoras y canales de televisión en los equipos de arte, tengo un canal en youtube donde subo contenido relacionando mayormente con el cine y, como ya saben, también soy escritora.
-¿Cómo llegaste al mundo de la literatura?
-Escribo desde los doce años, pero recuerdo que desde siempre me gustaron las historias. Antes de aprender a leer me gustaba leerlas o ver los dibujos en los cuentos infantiles. Después me picó el bichito de la lectura y estuve toda mi etapa escolar leyendo y escribiendo… más escribiendo que leyendo, de hecho. Me acuerdo que a veces las profesoras me retaban cuando me veían escribiendo mis cosas en sus clases.
Ahora mi amor por la lectura se limita a las cosas que escribo al momento de revisar, libros muy específicos (porque me di cuenta de que, de diez libros que compraba, solo uno o dos me gustaban realmente) y uno que otro trabajo (oportunidad) que se presenta de repente.
Me gustaría decir que leo más de lo que escribo, pero en verdad paso más tiempo viendo series o películas que tomando libros, lo cual tampoco es malo si considero lo que estudio y a lo que planeo dedicarme, aunque si algo me han enseñado estos 5 años de carrera es que saber hacer de todo es primordial en este mundo.
-¿Cómo fue el proceso creativo de Saoirse?
-Me gustaría poder decir que tuvo el mismo proceso que Little Sadie, mi segundo libro, pero cuando terminé Saoirse y continué escribiendo el segundo, recién aprendí a trabajar mejor los componentes de una historia (personajes, universo, etc). Puedo contar con los dedos de una mano a las personas que me ayudaron en el proceso de redacción de Saoirse (y se los agradezco infinitamente), eso en contraste con las decenas de personas que me ayudaron con Little Sadie, aportando pequeños granos de arena. Aprendí a compartir la historia por el bien de la misma, aunque siendo sincera, si tuviera la oportunidad de hacer retroceder el tiempo y volver a trabajar en mi primer libro, creo que no cambiaría nada del resultado final.
Pero centrándonos en Saoirse, hubo mucha investigación, es algo que creo que incluso está presente en los proyectos que sigo escribiendo porque construir un universo (o al menos uno que se sostenga), no es fácil. No puedes escribir de bosques si nunca has pisado uno y crees que es suficiente haberlo visto a través de una pantalla. Yo, por ejemplo, jamás he estado en un bosque, pero leí mucho de ellos, paseaba por las zonas verdes cerca de mi casa y me quedaba mirando los árboles, retiraba pedazos de la corteza, recogía hojas, las olía y dibujaba.
Lo mismo ocurre con la fauna. Nunca he estado cerca de un zorro, ni siquiera uno en cautiverio, pero luego de escribir Saoirse puedo charlar horas y horas de la forma de vida de uno, de la utilidad que tienen en el medio ambiente y también para nuestro uno personal. Son criaturas maravillosas que van más allá de un lindo pelaje; controlan plagas, son inteligentes, antisociales y al contrario de lo que pueden decir muchas películas o libros, jamás podrían ser domesticados.
-¿Cómo fue la experiencia de ver la publicación de tu libro se concretará?
-Siendo honesta, no fue como esperaba. Sí sentí la satisfacción de poder decir que a los 22 años ya tenía un libro en tiendas, pero soy consciente de que no estuvo ni cerca de hacer ruido en el mundo de los libros. Las personas que lo han leído (fuera de mi círculo de amistades) han dicho que es una buena historia, que tiene encanto y que funciona, pero la difusión del libro fue un punto aparte. Es donde fallamos y aprendí a aceptarlo. No hay que llorar por la leche derramada. Publicar un libro siempre es una apuesta contra el destino que tiene todo en contra. No miento al decir que lo único que se gana a cambio es satisfacción personal. Los más suertudos ganan más, pero yo prefiero asumir la pérdida. No es pesimista, es realista.
-¿En qué estas ahora?
-Actualmente me encuentro en la etapa final de escritura de mi tercer libro y trabajando paralelamente en el cuarto, entre otros proyectos pequeños (semillas que aún no germinan). Lo próximo que planeo publicar es mitología griega de tomo y lomo. Es interesante que actualmente los exponentes de este importante legado histórico sean historias que se mezclan con el presente, en especial literatura juvenil. No digo que esté mal, de hecho, es genial; es una buena forma de integrar a las personas más jóvenes en la cultura general que cimenta las bases del mundo que conocemos, pero siempre quise ver algo más «griego», así que me puse a escribir en cuanto encontré el mito correcto.
-¿Cómo viste el año 2020 en el área creativa/literatura?
-Estuve sofocada en proyectos, lo cual es bueno y malo al mismo tiempo. Me convertí (sorpresivamente) en directora de mi proyecto de tesis y tuve que guiarlo mientras llevaba de la mano el proceso de edición de Little Sadie, publicado en septiembre de 2020. Me gusta trabajar en varias cosas al mismo tiempo, en especial si me da la oportunidad de mover los dedos mientras veo algo en Netflix, pero 2020 fue muy loco.
Cuando comenzó la pandemia, leí por ahí que «nacería una nueva generación de escritores en cuarentena» y así fue. Muchos libros tenían entre sus páginas el nombre de cierto virus, haciéndolo sonar como si hubieran sido escritos hace años y hubieran predicho el futuro, pero yo no caí en eso en ningún sentido, no lo necesitaba y tampoco me afectó creativamente, además, estaba escribiendo un western, no iba al caso.
Me enorgullece decir que Saoirse sí hablaba de una enfermedad, pero eso fue antes de saber que existía el coronavirus y no hablo de mí, sino de la humanidad. Esa sí luce como una historia escrita en pandemia, aunque destacaría más la metáfora de la reaparición de animales en zonas urbanizadas, así tal vez la gente se daría cuenta de lo molestos que podemos ser los humanos para otras especies.
-¿Cuál es el género que más te acomoda escribir?
¡Todos! Si algo me ha enseñado estudiar comunicación audiovisual, eso es que debe gustarte un poco de cada cosa, una ley que también aplica en la vida en general: comer de todo, hacer de todo, aprender de todo, etc. Es una palabra poderosa si lo piensas. «Todo» no tiene límites. Pero si nos centramos en los géneros, hasta hace un año te habría dicho que jamás me habría atrevido a escribir terror y con Little Sadie vino (paralelamente) la oportunidad de probar el género. Es difícil dar miedo, pero todos los géneros tienen su dificultad. Mis dos libros publicados son muy diferentes entre sí y así mismo lo son el resto de mis historias.
Francamente, escribir siempre de lo mismo me parece aburrido porque, aunque siempre hay factores que se repiten por experiencias que marcaron mi vida (y la de cualquier autor en general), no puedo verme escribiendo diez historias con naves espaciales, por ejemplo. No podría dejar atrás otras cosas impresionantes que están muy lejos de la ciencia ficción, aunque no quiero que esto suene personal, porque quienes me conocen saben que disfruto mucho de historias intergalácticas.
-¿Qué se viene para este año?
-Si todo sale como lo espero, publicaré mi tercer libro (de mitología griega) y dejaré de publicar por un tiempo. «Dos libros en un año» suena tan bien como «tres libros en dos años», así que me siento preparada para ir a tocar puertas con ese currículum bajo el brazo. Pero mi lado literario no se detendrá por esta pausa. Es imposible alejarme de las teclas y ya tengo en mente una saga que tal vez vea la luz en un futuro lejano. Trabajaré en ella durante los próximos años y es posible que a mediados de esta década vuelvan a saber de mí.
Me gustaría destacar que ser escritor es un trabajo pesado. El solo hecho de crear personajes es complicado de explicar. «Cada persona es un mundo», dicen. Así mismo, cada personaje es uno también. Hay complejidad en cada mente y perspectiva, por no mencionar el universo, los acontecimientos que tienen que ir de la mano porque si no las cosas no funcionan y… ¡los diálogos! ¿Sabes lo difícil que es crear buenos diálogos? Todo esto es una tarea titánica y lleva su tiempo. Puedes ser la persona más proactiva del universo, pero cuando te sientas y comienzas a teclear, tu tiempo se consume y de repente la mañana se convierte en noche.
En síntesis, hay que armarse de paciencia y darle tiempo al tiempo.