Por Ernesto González Barnert
Aldo Biglia (Santiago, Chile, 1973) es un poeta y gestor cultural que ha explorado diversas facetas creativas. Estudió Diseño en la UTEM y Geografía en la U. de Chile., disciplina que ejerce en paralelo a su labor artística. Ha sido parte de colectivos vinculados a la creación como Kiltraza y ha colaborado en encuentros de poesía como Descentralización Poética y el Festival de Poesía en las Escuelas. Seleccionado en antologías como Metalenguaje: Literatura y escena metalera y Pánico y locura en Santiago, publicó en 2019 su libro Bazar (Editorial Andesground), que fue musicalizado por la banda Proyectil.
El Bazar de Aldo Biglia se erige, con su desparpajo y cínica concisión, como uno de los libros más destacados de la poesía chilena reciente, donde la vivencia personal se entrelaza con la historia nacional, desde el final de la dictadura hasta nuestros días. Biglia nos presenta un país como un tablero de ajedrez al que le falta una pieza; los peones van al sacrificio, pero uno sobrevive, resiste y no olvida, enfrentándose al dictamen colectivo, a los sueños robados, y a la manipulación de los traidores y dueños del país.
Sin alzar la voz, sin impostar rebeldía ni pretender ser la voz de los sin voz, Biglia modula con sobriedad una de esas pequeñas grandes obras que cargamos con nosotros en medio del dolor, la confusión y la falta de certezas. A ratos, Bazar se convierte en un gesto de resistencia o en una expresión de amor hacia lo que seguimos siendo. Es la lucha incansable de quien, a pesar de haber sido subido a la patrulla una y otra vez, no agacha la cabeza. Se sirve otra ronda, con frío en el corazón, sabiendo que sus verdaderos enemigos no son las ratas de alcantarilla ni los perros callejeros.
Con versos medidos, no por los dedos, sino por la calle, Biglia logra una literatura personal que respira, que vive. En su Santiago feroz y moribundo, que se echa a sus pies de una forma que pocas obras han logrado, el libro se convierte en una puerta cerrada de golpe en la cara de quienes resistimos. Pero un día, de noche o de día, la derribaremos a patadas.
—¿Qué fue lo que te llevó a combinar la poesía con la gestión cultural y cómo han influido estas experiencias en tu obra poética?
—En mi caso no creo que haya relación alguna entre la poesía y la gestión cultural, nunca lo he visto como cosas que vayan de la mano, son necesidades completamente distintas una de la otra. La gestión cultural cumple con una necesidad técnica y la poesía es una necesidad creativa. lo único que puede ser similar entre la gestión cultural y mi relación con la poesía es que ninguna de las dos me deja dinero(risas), es lo único que yo puedo ver alguna semejanza.
—Has estudiado Diseño y Geografía, carreras que parecen distantes de la poesía. ¿Cómo han influido estas disciplinas en tu escritura y visión artística?
—Quizá el diseño, pensando aun en la pregunta anterior me ha dejado algún aprendizaje para la gestión cultural, en cambio con la geografía yo creo que sí ha marcado una línea hacia cierta forma de ver el mundo y cómo observarlo yo creo que todas las corrientes que me han enseñado en geografía desde el positivismo geográfico hasta la geografía radical o crítica, me han enseñado a observar, entender y sintetizar ideas. creo que eso sí ha influenciado en mi forma de escribir y en la forma de dar vida a imágenes. Aunque dándole otra vuelta, el diseño también me dejo algo en la forma de observar, cuando estudie diseño aprendí a sintetizar imágenes, si bien fue en el dibujo, sirvió para ejercitar mi ojo, menos, es más.
—Has participado en diversas revistas como Kiltraza y Revolverink. ¿Cómo ha sido tu experiencia en estos colectivos y cómo han enriquecido tu perspectiva literaria?
—kiltraza para mí es mucho más que un colectivo, me siento como en familia, para mí ha sido una escuela creativa, una formación no académica, en la cual no hay límites de formato en la forma expresar arte. Un colectivo que esta pronto a cumplir 30 años y sigue con el mismo espíritu de sus inicios y con ganas de seguir haciendo cosas.
Y Revólverink fue un proyecto que fue invitado, era una revista virtual que está enfocado en un principio a los tatuajes, fotografía, accesorio. me invitaron a escribir sobre algo que tuviera relación con eso y empecé a escribir crónicas de conciertos de rock y fue bastante entretenido, me divertí mucho, hice hasta algunas entrevistas a bandas nacionales, no recuerdo con que periodicidad salían los artículos, pero lo hacía con harto entusiasmo y me divertía bastante y conocí a mucha gente que hice sintonía.
—Tu trabajo en fanzines como Miedo refleja una conexión con la cultura subterránea. ¿Cómo crees que esta estética ha influido en tu poesía y en tus otros proyectos artísticos?
—La revista Miedo fue creada por Martín Núñez un amigo cineasta la cual se repartía gratis en ciclo de cine de película de terror que realizaba Gustavo Valdivia bajo el nombre de Madhouse Chile, no si en el quinto numero o sexto número, Martin me invito a participar, después siguieron los ciclos en el extinto cine Radical, la revista sigue hasta el dia hoy sino me equivoco van en el número 27, es un lindo proyecto ojalá siga por mucho tiempo más.
Yo creo que la única conexión que puedo atribuirle a la revista Miedo es seguir viendo cine y disfrutandolo, también el aprecio y amistad con Martin. Y el poco gusto al cine mainstream.
Y con respecto a la cultura subterránea me quedé con un concepto bien noventero, de lo subterráneo, no creo haber escuchado ese término desde la desaparecida zona de contacto o alcantarilla gaseosa. Has logrado que mi mente vuelva atrás con la pregunta jajajaja. Creo que no logro visualizar la pregunta hacia la estética subterránea.
—Tu poemario Bazar ha sido musicalizado por la banda Proyectil. ¿Cómo fue el proceso de colaborar con músicos para dar una nueva dimensión sonora a tus poemas?
—En una primera instancia iba a ser solo una improvisación para un evento puntual, una inauguración, ensayamos un par de veces, salieron 3 temas, nos quedó gustando como estaba saliendo esto y se dio justo la coyuntura que los hermanos Tapia estaba formando el estudio proyectil y nos lanzamos a grabar, como nos conocemos hace mucho tiempo y ellos son grandes músicos, la cosa fluyo. Quedemos bien contentos con los cuatro temas que salieron.
—Has sido seleccionado para varias antologías, como Metalenguaje y Pánico y Locura en Santiago. ¿Cómo sientes que tu obra se integra dentro de estas compilaciones?
—En Metalenguaje no escribí poesía, mandé un cuento que escribí adolescente sobre la primera venida Kreator a chile, fue un proyecto editorial de René Silva y Pablo Lacroix, muy coherente con sus gustos literarios y musicales, que encajan perfectamente con los míos, de hecho, he compartido conciertos de metal con ambos. Metalenguaje reunió a autores de varios países y de varias ciudades de chile, fue un gran proyecto el cual tuve la suerte de estar.
Con pánico locura en Santiago fue muy distinto ya que no conocía ni a Emilio y ni a Pablo de la editorial Santiago Under. Para mí fue más misterioso participar en esta antología, pero yo creo que sí encajé muy bien allí porque después de ver los autores de la antología, me di cuenta que conocía varios de ellos, y puedo decir que es una antología con poeta con harta calle, yo creo que eso es lo que caracteriza el libro la gran mayoría de los que están en el compilado, creo que también algunos poemas fueron musicalizados por Auka 47 records. Creo también que fue la última apuesta de Santiago Under en poesía.
–A propósito de la antología Metalenguaje. ¿Qué relación ves entre la poesía y la música metal, y cómo se refleja esto en tu trabajo?
—Sí ya lo había mencionado en una pregunta anterior con René Silva y Pablo Lacroix nos une el gusto por la música metal, Y hemos ido conciertos juntos con Pablo estuvimos en Black Sabbath con Megadeth, lo mismo con René hemos estado muchos conciertos en Iron Maiden con Ánthrax, con Carlos Cardani también hemos ido a un montón de concierto.
Así que la música está ligada no solo con la poesía sino con todo lo que hago y siento, creo que sin la música no escribiría de la forma que escribo, y es interesante que hay un grupo no menor de poetas metaleros. De hecho, el libro Bazar es parte de una colección, Aguas negras que reúne autores que escriben poesía y les gusta la música metalera.
—Has estado involucrado en la producción de ciclos de cine y has dirigido cortometrajes. ¿Cómo integras el cine en tu poesía o viceversa?
—Bueno con respecto a la producción de ciclos de cine, ya lo había dicho antes son necesidades que uno tiene que hilar muy fino para relacionarlo con la poesía, pero si el cine me ha influenciado en algunos poemas como Conejo blanco y Antípodas. En el cine hay imágenes potentes que sin duda dejan una marca en mi forma de escribir. Pero creo que no es una relación consciente.
—Has participado varios talleres literarios y de cine. Pienso en Taller Rock y Poesía con Armando Roa Vial; El Documental. Formas subjetivas de narrar la realidad, impartido por Maite Alberdi o Taller Editar un libro hasta su publicación, impartido por Oscar Saavedra ¿Cómo influye la experiencia poética, cineasta, rockera o editora de otros en tu propia poesía y en tu manera de abordar y entender la creación literaria?
—Creo que toda experiencia humana que implique observar entender y resolver me parece digna de interés. Me gusta el Arte en todas sus dimensiones y formatos, siempre estoy atento al trabajo de otras personas. Pero creo que en el momento histórico que vivimos, todo está registrado y hay un sobre registro de muchas cosas, imagina un concierto cuantas fotos, videos pueden estar registrando un mismo momento. Antes salías de vacaciones con una cámara con un rollo de 36 fotos, en el mundo actual eso es impensable puedes registrar mas de 1500 fotos en unas vacaciones. Podemos acceder a una cantidad inimaginable de información. Nuestra mente no tiene capacidad para retener tanta información. Por esta razón creo que los talleres nos vuelven al contacto personal y la experiencia directa, que nos dejan una enseñanza intuitiva. creo que me fui por las ramas. Para abordar la pregunta de forma más directa mi forma de crear es un collage de cosas, objetos, ideas, sentimientos en las cuales me siento cómodo y parte de esos talleres que me nombras me he sentido cómodo, a gusto y me aportan creativamente.
—Has impartido y participado en talleres sobre la relación entre rock y poesía. ¿Cómo ves la conexión entre estos dos géneros y su influencia mutua?
—Creo que la relación entre Rock y poesía es un híbrido que no ha sido muy valorado, ni estudiado por eso me intereso mucho el Taller Rock y Poesía que impartió Armando Roa, creo que los poetas Beat fueron los primeros que vieron algo de inspiración en la música y el rock. Las obras de Bob Dylan, Leonard Cohen y Phil Ochs por nombrar algunos son referentes de la relación entre el rock y la poesía, de hecho, Dylan gana el premio Nobel de literatura el año 2016. Cada día es más permeable esta relación, El Rock siempre tiene algo de desecho de otras artes y eso me parece muy atractivo en mi forma de sentir la poesía.
—¿Qué importancia tiene para ti la participación en festivales y encuentros de poesía, tanto a nivel personal como profesional?
—Para hacerte franco antes les daba más importancia a los festivales y encuentros, en el último tiempo no sé si con la pandemia, o con la depresión post estallido social, no tengo el mismo entusiasmo que antes para participar u organizar actividades poéticas. Debo reconocer que en la pandemia participe como espectador virtual en varios festivales como el de Medellín y Barcelona en los cuales no podría haber participado en forma presencial fue súper interesante conocer poesía de lugares lejanos y en otros idiomas
Pero por lo general el último tiempo he estado bastante desconectado con lo que se está haciendo en chile, sé que hay un festival de poesía de Santiago FIP, el cual fui por primera vez como espectador a un homenaje a Bruno Montané y había algo llamado slam de poesía, no me gustó mucho eso del slam, un formato muy de redes sociales.
Por otro lado, tampoco hay muchos lugares donde escuchar poesía en vivo como antes, solo conozco “la Terraza de la verdadera poesía” que organiza Luciano Anuari y las pebre Session. Como partí diciendo estoy bien desconectado de los encuentros de poesía nacionales actuales.
—Has colaborado en eventos internacionales como el Festival ANTIFIL en Perú. ¿Qué has aprendido de estas experiencias fuera de Chile y cómo han influido en tu escritura?
Esos eran los tiempos que me gustaba más participar en festivales jajaja, conocí al joven poeta Franco Osorio conectamos muy bien porque él venía a un Lollapalooza, hablamos de rock y por supuesto de poesía. Luego vino a ver a iron Maiden y se quedó en mi depto y me hablo del Festival ANTIFIL, ahí partió esa aventura en Lima, fue una gran experiencia porque no solo leí poesía, estuve en varios conversatorios, coincidimos con una banda de amigos KNTI y logramos que hicieran un espacio en el festival. Fue una linda experiencia, estuve con un stand con la revista Kiltraza y Miedo. Estuve en un conversatorio “Ciencia ficción, erotismo y terror: una feliz e inquietante unificación de las artes”, tuvimos la oportunidad de hacer un taller de rock y poesía Junto al poeta René Silva. Y una lectura con varios poetas de Latinoamérica. Conocí sobre el movimiento Kloaca ahonde sobre el movimiento Hora Zero y el bar Queirolo. Y bueno también fui a la placa homenaje de la banda peruana los Saico y me traje harta música rock peruana. Siempre los viajes dejan algo en mi escritura.
—Has sido parte de colectivos como Kiltraza y M-78. ¿Qué papel juegan estos colectivos en tu proceso creativo?
—Ya te había hablado antes lo importante que es el colectivo Kiltraza, es como estar en familia, es sin duda parte de mi aprendizaje creativo y mis primeras publicaciones de poesía fueren en el fanzine kiltraza. Y M78 es más que nada un fan club de cine Kaiju, que se formó después de un ciclo de cine Kaiju que hice en la facultad de arquitectura y urbanismo en la cual estudié y llego más gente de lo que esperábamos e incluso un japonés Tamio Goike, con parte de esa gente que conocí amante del kaiju , nos decidimos a seguir haciendo cosas relacionadas con el Kaiju, estuvimos en Maldita Sea, hicimos la maratón de los ochenta en el planetario de la Usach donde invitamos al doblajista mexicano Jesús Barrero hicimos hartas cosas entretenidas pero iban por el lado más de realización de fanático que por el aprendizaje creativo.
—Has dirigido cortometrajes y participado en videoclips. ¿Qué diferencias encuentras entre la creación visual y la literaria, y cómo se complementan en tu trabajo?
—Souvenir Nostalgia fue un cortometraje experimental que no tiene mayor producción y es un trabajo más que nada de registro sensorial, muy en la línea Kiltraza sin pretensión alguna el cual realice solo, por ese lado se parece mucho a la forma en que trabajo en literatura.
Y los videoclips fueron colaboraciones pequeñas más que nada para ayudar amigos que tienen ese mismo afán creativo que yo de hacer cosas, aunque no haya dinero para ello. Así que cada vez que alguien me pide mi colaboración y puedo lo hare.
La creación visual por lo general es más bien colaborativa, si bien ahora se requiere menos gente para realizar un film es raro ver un trabajo hecho por solo una persona. Y por lo mismo lo colaborativo requiere un esfuerzo monetario, si bien en los trabajos que he participado nadie ha cobrado nada, pero hay que comer, movilizarse y conseguirse un sin fin de cosas. En cambio, el trabajo literario es más bien solitario, recién en el momento de editar se pide ayuda y en algunos casos se pasa inmediatamente a la publicación.
—Has producido eventos de cine y música. ¿Qué desafíos has enfrentado en esta área y cómo ha influido en tu visión de la poesía como un acto cultural?
—El mismo desafío que hay en muchas áreas, trabajar sin recursos y aprender a puro pulso a hacer las cosas, por lo mismo el trabajo colaborativo y colectivo es súper importante para lograr cosas. Esto me trae a la mente a George Open, su libro “Of being numerous”. Nos señala con una lucidez increíble, sobre el naufragio de lo singular y lo que lleva al hombre hacia lo colectivo.
—¿Cuál es tu proceso creativo al escribir poesía? ¿Tienes algún ritual o técnica específica que utilices para inspirarte?
—No sé si pueda explicar mi proceso creativo, no es algo que planifique, llega cuando tiene que llegar, es como si algo revoloteara en mi cabeza, como una mosca que va y vuelve hasta que se posa y te la tienes que sacar de encima. Hay imágenes que quedan, que no te dejan dormir y construyen otras imágenes hasta que te las tienes que sacar de tu cabeza.
Una vez vi a un poeta que llevaba una libreta y escribía en ella versos sueltos, con indicaciones, traté de hacer lo mismo salí con mi libretita, pero solo logré dibujar en ella y escribir algunas anotaciones más de viaje que de algo que se relacione con la poesía.
Y técnica, lo único que me a servido, es olvidarme de lo que escribo y volver a leerlo como si no fuera tuyo, pocas veces no he podado lo que he escrito después de meterlo en el cajón del olvido.
Y inspiración creo que viajar me deja mucho espacio en mi mente para observar y siempre me da un impulso a escribir.
—¿Cómo ha evolucionado tu escritura desde tus primeras publicaciones hasta tu poemario Bazar y tus colaboraciones más recientes?
—No sé cómo ha evolucionado mi escritura, quizás ahora le doy más importancia a los silencios y la musicalidad del poema. Y Bazar es más que nada una respuesta a mi forma poco planificada, fuera de tiempo, llena de polvo sobre la escritura y por otro lado a la insistencia de Rene Silva, Oscar Saavedra y otros amigos de hacer algo con lo que escribo.
Bazar es una mezcla de poemas muy distintos, Hay poemas que escribí de adolescente hasta poemas que escribí unos meses antes de cerrar la edición. Siempre lo he visto como un libro sin cerrar que esta siembre abierto a recibir más poemas.
—¿Cómo percibes la escena literaria chilena actual y cuál crees que es tu lugar dentro de ella?
—No sé si sea el indicado para hablar de la escena literaria chilena, no si se ni siquiera si existe una escena literaria chilena, lo único que te puedo decir es que en el último tiempo la poesía de mujeres la ha llevado en chile, las poetas mujeres están teniendo el peso y relevancia que no la han tenido en otras generaciones de poetas y es algo que se nota, un ejemplo de ello es el premio nacional de literatura a Elvira Hernández, ella es una gran poeta admiro mucho su trabajo , me hace muy feliz se lo merecía con creces.
Y mi lugar siempre va ser de observador, no me siento parte, no le puedo dar el tiempo que requiere la poesía, para sentirme parte debería darle mucho más tiempo que el que le doy ahora, no tengo los cogones para ser un poeta las 24 horas de día.
—¿Qué proyectos tienes en mente para el futuro? ¿Estás trabajando en un nuevo libro o en alguna otra colaboración interesante?
—Si tengo varios proyectos, pero no les he podido dar tiempo, casi todos los poemas de Bazar son parte de otros proyectos de libros que no he logrado concretar por falta de constancia y darme el tiempo para trabajar en ellos, algunos hasta tienen nombre como «Patagonia Utopía» y «Miraflores» pero por alguna razón aun siguen solo en mi mente. Así que en la poesía me muevo a paso de caracol.
Y en que estoy trabajando ahora en el aniversario 30 del colectivo Kiltraza, queremos hacer algo grande para el 2025 que sea una gran celebración kiltraziana, una exposición, un libro compilatorio y un documental. No si lo logremos hacer las tres cosas, pero lo intentaremos, por el momento estoy trabajando en una serie de entrevistas con Rodrigo Araya para el proyecto de documental.
—¿Me gustaría ir cerrando esta entrevista y pedirte una lista de diez películas, libros de poesía y álbumes de música esenciales en tu educación sentimental?
—Esta es la pregunta más difícil de todas, creo que es difícil resumir la educación sentimental en un numero acotado de cosas, dado que para mí lo esencial es un gran collage de cosas, pero hare lo siguiente, te nombrare lo que he estado viendo, leyendo y escuchando en el último tiempo:
En cine , Last and first men (2020) del Islandes Jóhann Jóhannsson, The Quiet Girl (2022) del Irlandés Colm Bairéad, Los Colonos (2023) del Chileno Felipe Gálvez, Cuando acecha la maldad del argentino Demián Rugna, Atenea (2022)del Francés Romain Gavras, Tangerines (2013) del Estonio Zaza Urushadze, Past Lives (2023) de la coreana Celine Song, Crimes of the Future (2022) del canadiense David Cronenberg, Perfect Days (2023) del alemán Win Wenders y The Dead don´t die (2019) de Jim Jarmush.
En música, Mokváni Okovech (Snét) del 2021, Eternal life of madness (Pentagram) de 2024, Mirar la luz (Electrodomésticos) de 2024, Ultimate Success Today (Protomartyr) de 2020, To All Trains (Shellac) de 2024, Sindicato N°1 (Sindicato de astrónomos) 2024, Come and see (Gurries), se lanzó este viernes y estoy a la espera del último disco de Jesus Lizard y he estado reescuchando Pink flag de Wire y Hear Nothing see Nothing say nothing de Discharge.
Y en poesía sí que no estoy muy actual, pero te diré los libros que tengo en el velador: Aves de invierno y otros poemas de Moya Cannon, Elogio del Refrenamiento de José Watanabe, Mi vida de Lyn Hejinian, Pedazos de Robert Creeley, Cántico del Sol de Ezra Pound, Últimos poemas en Prozac de Fabián Casas, Kyung de Eva María Leuenberger, Un sol negro en los ojos de Trenza, Satán dice de Sharon Old y Cuadernos del Futuro de Bruno Montané. Tengo otros más pero no son poesía.
—Por último ¿Qué le dirías a un poeta en ciernes, otro muchacho rebelde y rockero, que empieza a enamorarse de la lectura y desea escribir libros?
—Creo que darle consejos a un muchacho rebelde y rockero no tiene mucho sentido (risas), creo que Borges tiene muchas frases para los jóvenes escritores y Lemmy Kilmister para los jóvenes roqueros, mucho mejores que las mías. Solo les puedo decir que había un bar en Recoleta al que fui varias veces, no recuerdo su nombre, de esos que tiene afiches en sus paredes, uno de eso afiches era de un poema de Borges «Su ultimo poema» si pudiera vivir nuevamente mi vida…en la próxima cometería más errores. Leía siempre ese poema con la cara de José Luis Borges ya viejo en blanco y negro, siempre que lo volvía a leer, me sentía inspirado a beber con el mayor de los ímpetus.