El nuevo libro de Marcelo llamado Estepicursor, publicado por La Pollera Ediciones es una obra donde se manifiesta la sensibilidad a flor de piel. Conversamos con él y nos comentó sobre la protagonista, que gracias a ella, llegamos a entender un trabajo pulcro y sincero. Te invitamos a leer la entrevista.
—Cuéntanos sobre ti
—¡Perdón!, pero me cuesta (me avergüenza) responder esta pregunta (por cierto, se puede decir «paso» en un cuestionario?).
Creo que iría por la respuesta estándar de las gacetillas de prensa, algo en el siguiente tono:
Marcelo Vera (Rosario, Argentina)
Su novela Solo fue publicada por La Pollera Ediciones e incluida en la Hotlist de la International Alliance of Independent Publishers en la Feria del Libro de Frankfurt 2020, y seleccionada nuevamente en 2021 para representar a la editorial.
Su libro de poesía El glitter de los solitarios (gemelo poético de “Solo”) fue publicado en 2021 por la editorial Santos Locos.
Junto a Solo, Estepicursor forma parte de «Diorama», un proyecto multidisciplinar del autor que incluye literatura, teatro y artes visuales entre otras disciplinas artísticas. Diorama está conformado por contenidos interconectados que toman el vacío, la soledad y la pérdida como ejes fundamentales de soporte y experimentación.
En la actualidad se desempeña como gestor cultural en diversos proyectos editoriales de Argentina y España.
—¿Cómo se te ocurrió escribir sobre este libro?
—Este es un libro que surge, al menos en mi cabeza, a la par que Solo (publicado por La Pollera en 2020), y forma parte de DIORAMA, un proyecto multidisciplinar que incluye literatura, teatro y artes visuales entre otras disciplinas artísticas, y se encuentra conformado por contenidos interconectados que toman el vacío, la soledad y la pérdida como ejes fundamentales de soporte y experimentación.
Para el año próximo está prevista la publicación del libro de poesía que acompaña a Estepicursor, porque la idea original incluye tres novelas junto a tres libros de poesía que dialogan permanentemente creando un pequeño microcosmos de personajes y situaciones interconectadas.
Más de DIORAMA aquí: https://diorama.mailchimpsites.com/
—¿Qué es lo que la protagonista quiere dejar atrás?
—Supongo que la protagonista intenta dejar todo atrás, absolutamente todo. Nada de su presente le resulta interesante o atractivo, e intuye que el recuerdo de los viejos buenos tiempos solo puede contribuir a quebrar por completo su frágil estabilidad. Sin dudas eso la aterra y elige permanecer en una nebulosa extraña, sin detenerse a pensar demasiado en nada que le recuerde al pasado.
—¿Qué significa «perder» para la protagonista?
—Creo que la protagonista asumió ciertas pérdidas desde pequeña, por lo tanto perder se fue transformando en algo natural, y también en su forma de vida (o no-vida). De todos modos, a pesar de su evidente adaptación a vivir en un estado de vacío permanente (solo interrumpido por el fugaz bienestar junto a su ex), resulta interesante remarcar que siempre sostiene una actitud de velado optimismo, y se resiste tenazmente a bajar los brazos ante la serie de catástrofes que la golpean sin contemplaciones.
—¿De qué se trata este cloqueo mental que la protagonista tiene en la gran mayoría del tiempo?
—Sin dudas la protagonista no está pasando por un buen momento cuando la conocemos, al comienzo de la novela, y tal vez por eso elige anestesiarse a diario poniendo el foco en actividades y pensamientos aparentemente banales (que en definitiva no lo son tanto, porque siempre contribuyen a ofrecer migajas de información que ayudan a componer detalles de la trama y su pasado). En definitiva, creo que ese cloqueo mental cuasi permanente es la mejor tabla de salvación que puede concebir en su estado.
—¿Cuál es la obsesión con la «planta rodadora»?
—No sé si se trata de una obsesión, pero es cierto que la protagonista empatiza demasiado con esas plantas zombies que la acompañan involuntariamente a lo largo de su vida (a lo largo del relato), ofreciendo además un delicado contrapunto entre las características de ambas.
—Algo raro, pero que llama la atención, ¿cuál es la razón del que ella no tenga un nombre?
—En realidad mis protagonistas no suelen llevar nombre (tampoco los personajes secundarios), y me resulta muy natural contar las pequeñas historias que tengo en mente de esa forma. En Solo, la novela anterior, también se presenta un breve universo de seres sin nombre («extras» apenas ante la mira de los personajes principales), y se replica esa fórmula en los libros de poesía. Me gusta (disfruto de) la ausencia de nombres, y me parece un ejercicio extra de libertad para los lectores, así que de momento trataré de mantenerme en esa línea hasta que alguna trama requiera inevitablemente la presencia de nombres para facilitar el relato.
—Al final, ¿crees que la protagonista se encuentra?
—Digamos que tengo una idea muy certera acerca de su destino, pero prefiero no dar demasiados detalles porque me interesa mucho que cada lector pueda completar esa información a medida de sus deseos o necesidades (solo diré que, a pesar de lo duras que suelen parecer las tramas que manejo, siempre tengo una mirada optimista sobre el futuro de mis personajes).
—¿Cómo es tu relación con La Pollera Ediciones? ¿Y con Chile?
—Conocía el trabajo de La Pollera desde hacía bastante tiempo, porque es una editorial con presencia permanente en las ferias literarias más importantes de Argentina. Además tiene una distribución cuidada y en simultáneo con Chile, lo que fortalece un vínculo estrecho con mi país. Cuando comenzamos a trabajar juntos (a principios de 2020, con el lanzamiento de Solo) me encontré con un sello maduro y en expansión, que cuidó cada detalle de la edición y me acompañó en cada momento permitiendo que la experiencia de publicar en Chile resultara inmejorable. Precisamente, a raíz de esa experiencia tan favorable, me decidí a enviarles el manuscrito de Estepicursor para que evaluaran su potencial publicación, y nuevamente me encuentro feliz con el resultado de trabajar junto al team de La Pollera.