Sábado, Mayo 24, 2025

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Vanessa Martínez Rivero: «Hay algo que era inevitable en el fenómeno de la escritura de mujeres»

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Por René Silva Catalán

 

Vanessa Martínez Rivero, es una de las actuales poetas peruanas con reconocida trayectoria en su país y Latinoamérica, hoy vive en Chile y acaba de publicar una nueva edición de su libro Un tercer ojo para el tiempo de la tristeza, esta vez bilingüe por Andesgraund Ediciones, motivo por la que aprovechamos de realizarle la siguiente entrevista.

 

—Con una trayectoria literaria ya consolidándose también en otros ámbitos como la música en tu país, que significa «comenzar» tal vez de cero otra vez en Chile.

—Por mi parte siempre estoy reiniciando algo, es mi manera de darme una oportunidad, es ya un constante ejercicio de desapego y esta vez fue muy bueno porque venía acompañada de altos sentimientos como el amor y reciprocidad.

—Acabas de publicar libro nuevo, en realidad una edición revisada y bilingüe de Un tercer ojo para el tiempo de la tristeza (Andesgraund Ediciones), como crees será recibido el libro entre los poetas y lectores chilenos.

—Espero que bien, no hay una pretensión más que de mostrar una estampa de cara a nuestra historia cíclica global en la actualidad, ver nuestros mismos derroteros, humanamente es mi aporte como testigo de nuestra evolución social a través de nuestra memoria en diferentes geografías, todo esto se trata de la fe.

—A propósito de la pregunta anterior, cuál es tu proyección poética en Chile en los años siguientes.

—Chile siempre ha sido un país vanguardista en música, poesía, teatro y otras artes, eso me ha permitido poder escribir desde este territorio con distancia y libertad necesaria, me enfoco en la producción de textos y acciones artísticas que partan desde la poética, encuentro mucha salud creativa a futuro, las expectativas irán apareciendo conforme la obra lo exija.

—Por motivos distintos, viviste algunos años en España y México, que rescatas de tu paso por esos países que contribuyan a tu actual creación poética.

—Definitivamente la cultura viva, una cosa son los libros, el canal donde realizamos nuestros primeros viajes y luego la experiencia, algo que al menos en mi caso que es escritura muy de cuerpo y sonido, me llena de imágenes y situaciones acompañadas de su capital artístico, cobrando un sentido en los ritmos, olores, colores, que enriquecen la obra.

Como diría Enrique Verástegui:

«El alma vuelve inteligible al mundo.

El alma utiliza la inteligencia para vagar en el mundo».

Y en estos dos países de gran producción editorial uno puede disfrutar de oportunidades, disfrutar del tránsito de grandes autores y ver presentaciones constantemente, pero ahora los autores se mueven más y los libros también, en diferentes formatos. Creo que esta nueva dinámica del mercado editorial y gracias al soporte de las redes, tiene su aporte y beneficios. Sudamérica tiene mucho más que dar y lo está haciendo, tenemos autores imprescindibles y con proyección.

—Para quienes te conocemos como ha influido la música en tu poesía.

La música para mí es la gran herramienta del sonido y el silencio. Cada uno de nosotros es como una gran caja musical, la idea es ir investigando de qué va nuestro ritmo, nuestras alturas y cambios. Lograr la voz propia es un camino hacia el interior. Escuchar mucha música y cantarla me hizo descubrir las notas que me tocaban, los silencios; es bastante curioso que una vez descubiertos es sencillo sentarse a escribir y editarse, es como ir tarareando los versos, pero es parte de ese mundo de herramientas que necesariamente van de la mano de los libros y otras artes. Creo mucho en la interdisciplina porque es la vida misma solucionándose, al menos como me ha tocado vivirla o en los oficios cotidianos que he mantenido para subsistir monetariamente en el mundo artístico, como en la producción.

—Pensando en la lectura de tus libros anteriores, me da la sensación que cada uno de ellos son temáticos.

—Por general son una selección y parte de la construcción de una obra larga, aún no termino de escribir mi libro pienso yo y tal vez no lo haga, quién sabe.

Pero lo que se entiende es el hilo conductor y su desarrollo, por ello también algunos productos editoriales se pudieron fusionar porque forma parte de uno, la escritura siempre fue orgánica, una temática que obedece a su línea de tiempo.

—En lo personal sobre todo en la escritura actual de las poetas peruanas, he visto un avance una transgresión desde el lenguaje político poético que las diferencia del resto de Sudamérica y a la vez por supuesto muy necesario ¿qué opinas de la escritura actual de las poetas chilenas?

—Hay algo que era inevitable en el fenómeno de la escritura de mujeres. Los cuerpos han abierto su paso, hemos sido parte de ese laboratorio tenebroso del mercado y la sociedad para dejar el silenciamiento y la invisibilización. Autoras peruanas como Magda Portal, Blanca Varela, Carmen Ollé, María Emilia Cornejo, entre otras, nos abrieron paso a lo que ahora se puede apreciar en nuestra escritura generacional.

Y sobre la escritura de poetas chilenas tengo mi mayor respeto, han sido maestras queridas, autoras como Gabriela Mistral, Carmen Berenguer, Malú Urriola, etc., ha generado un diálogo maravilloso entre autoras latinoamericanas, destaco la importancia de la obra de Roxana Carolina Rupailaf, una poeta de mi generación con un mensaje poderoso.

Gracias a la escritura de las compañeras es que una se siente protegida en sus palabras, no encuentro una diferencia más que en nuestro trabajo de lenguaje.

—Perú tiene una de las tradiciones poéticas más sólidas e importantes del habla hispana que imagino ha influido mucho en tu escritura, ahora ¿cómo la tradición chilena influye en tu lectura y creación poética?

—Ahora vivo en Chile mi capital cultural y de memoria es peruano, me enorgullecen mis predecesores, no me sorprende que tengamos las mismas heridas sociales, como me voy dando cuenta conforme pasan los días y también conforme descubro la expansión de los discursos y poéticas, no pienso territorialmente, más bien me abrazo a un texto que padece de mi misma llaga y me da apertura a sus distintas posibilidades; claro que reaprendo y agradezco volver a empezar sin perderme. No quisiera ser jamás una artista o una persona que se percibe de una única forma, me niego.

 

Vanessa Martínez Rivero (Lima, Perú, 1979)

Poeta y cantante. Fue la vocalista del grupo punk-rock TsunamiKill. Ha publicado los poemarios La hija del carnicero (Editorial Zignos, Lima 2007), Coraza (Av. de Sapere, Trujillo 2009), Carne (Editorial Melón, Buenos Aires 2012), Cartografías de la carne (La one hit wonder, Guayaquil 2012), La hija del carnicero reedición (El viaje – La rueda cartonera, Guadalajara 2014), Redondo (Ediciones El Viaje, Guadalajara 2015), Redondo reedición (Lustra editores, Lima 2016), Un tercer ojo para el tiempo de la tristeza (Vallejo & Company, Lima 2018), Redondo y un tercer ojo para el tiempo de la tristeza reedición (Casa de poesía de Costa Rica, San José 2019). Arte-Facta, Selección Multilingüe (Vallejo & Company, Lima 2021), ganador del fondo de representación de autores del MINCUL (Perú,) en el Sangam Fest de la India. Su poesía ha sido traducida a varios idiomas y ha participado en festivales en distintos continentes.

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