Beatrix Margarita es una mujer multifacética, creativa, humilde en su forma de escribir, utópica, que cala dentro con sus palabras. Durante los últimos años empezó a escribir, y nació su primer libro Me da miedo mirar el cielo. Encontró en la honestidad su proceso creativo en el que Beatrix Margarita se acomoda al diario vivir de una mujer en el que va descubriendo un sentido a la vida, un sentido en su propio andar. Lo publicó en Letras Nómades donde se sintió cómoda y valorada. Cabe mencionar que las hermosas ilustraciones de este libro las hizo ella. ¡Increíbles! Te invito a que leas esta entrevista.
¿Quién es Beatrix Margarita?, ¿Cómo te definirías?
Beatrix es diseñadora, investigadora, poeta y pintora de acuarelas. Bueno, ya no tanto música. Pero es una persona que trata de expresar y compartir su visión de mundo; de contribuir, desde el feminismo, a un mundo menos injusto. Bien utópica, y con la esperanza de que su arte pueda resonar con quien tenga que resonar.
En los últimos tres o cuatro años me he dedicado a escribir. No cosas académicas, por supuesto. Participé en la antología Enjambre, de Moda y Pueblo. Publiqué mi primer libro junto a Letras Nómadas, titulado Me da miedo mirar al cielo. También colaboré con un ensayo en el compilado sobre Los Prisioneros, Cultura prisionera, de Santiago-Ander. Actualmente estoy terminando su segundo libro, que aún no sé cuándo saldrá al mundo pero espero que pronto.
¿Cómo ha sido trabajar con Letras Nómades?
Trabajar con Letras Nómadas, es decir, con una editorial, ha sido una experiencia nueva, pero lo más bonito del proceso es que se dio en confianza. Fue con Felipe, a quien conozco hace muchos años: estudiamos juntos Historia, y él pudo generar este espacio creativo de difusión literaria llamado Editorial Letras Nómadas.
Lo que más valoro es que haya confiado en mí, en mi arte, en mi primer libro, y que se haya sumado y haya creído en este proyecto. El proceso no fue fácil, porque está el deseo de cuidar lo que se ha escrito tal cual, a veces un poco a regañadientes, pero también está el entender que existe una parte editorial importante que puede ayudar a mejorar para que las personas lo reciban mejor.
En definitiva, fue una experiencia muy bonita. También el arte de la portada de mi primer libro, realizado por Fran Ibaceta, fue un trabajo colectivo de diseño que quedó hermoso. Ella es muy talentosa y para mí también fue parte importante del resultado de ese proyecto.
¿Nos podrías contar tu fuente de inspiración y el proceso creativo de Me da miedo mirar el Cielo?, ¿Por qué el título? ¿Realmente te da miedo mirar el cielo?
Bueno, tengo la costumbre de escribir en colectivo. Escribo hace cuatro años, gracias a que me atreví a ir al taller de Diego Ramírez, en Moda y Pueblo, ahí en la Carnicería Punk. Lo conozco desde hace 15 años, pero recién hace cuatro me animé a entrar en ese espacio increíble y amoroso. Siempre le digo a Diego que quienes llegamos a la Carnicería es porque, de alguna forma, tenemos un ala rota. Ese espacio que él genera, y la dinámica del taller, hicieron que yo pudiera descubrir cuál era mi… no identidad, porque no me gusta hablar de identidad, pero sí mi estilo de poesía, leyendo a distintos autores y autoras.
A partir de ahí se generó el primer compilado o antología, Enjambre. Y ya en el segundo, que corresponde al taller de avanzada, descubrí también mi proceso, que es bastante estructurado. Yo no puedo escribir si no tengo un concepto detrás, una metáfora, una imagen; si no tengo una banda sonora o una paleta de colores. Cuando esa estructura está, comienzan a surgir los poemas, y lo hacen en cualquier momento, en cualquier lugar. Siento que mi proceso consiste en crear una atmósfera poética, y por eso también he agregado las acuarelas. La música, incluso los olores que a veces incluyo en mis poemas, forma parte de un universo sensorial. Quizás sea porque soy Tauro, pero con el tiempo he descubierto que es, sobre todo, un proceso muy mío. Soy estructurada y me gusta escribir desde ahí, aunque a veces eso pueda parecer menos espontáneo. Sin embargo, esa estructura me ayuda a crear este universo, este cosmos, al que quiero invitar a las personas a entrar.
En cuanto al título, sí: efectivamente me da miedo mirar al cielo. Surgió en un taller con Diego, cuando la pregunta detonadora fue: «¿Qué es lo que más les da miedo?». Y a mí, de manera muy natural, me salió decir: «A mí me da miedo mirar al cielo». Y les pregunté: «¿A ustedes no?». Claro, los chiquillos del taller me dijeron que no. Fue entonces cuando me hice consciente de ese miedo tan profundo, porque en el fondo de mi corazón le tengo miedo a los ovnis. En los 90, Patricio Bañados nos hizo mucho daño con la famosa autopsia falsa del ovni, y además he visto cosas cuando he mirado al cielo.
Pero también encontré en ese miedo una metáfora hermosa, para hablar de un temor que nos desborda: el miedo a sentir. El miedo al derecho al olvido, al tránsito entre estaciones, que es, en realidad, un tránsito emocional, ese acompañamiento de un miedo constante que es el miedo a sentir demasiado. Creo que es un síntoma generacional, quizás. Por eso me parece una metáfora tan potente.
¿Cómo fueron elaboradas las ilustraciones dentro del libro?
Bueno, y dentro de lo mismo, en este deseo de crear una atmósfera poética y sensorial, me nació la idea de acompañar algunos poemas con mis acuarelas. No soy una experta pintando, llevo apenas tres o cuatro años, pero siento que la acuarela es fascinante y muy hermosa, porque no se trata del resultado, sino del proceso. Uno puede ponerle mucho esfuerzo y que el resultado sea un desastre, pero a veces, solo con atreverse, pueden surgir cosas muy lindas. Ese aceptar la imperfección de la acuarela tiene, para mí, un sentido simbólico.
No se trata únicamente de las acuarelas que incluí en el libro, para las cuales también recibí la ayuda y motivación de Anto Guardia, mi profesora de acuarela, sino de haber podido crear una identidad visual que dialogará con mis poemas. Además, la acuarela es una técnica de bajo control, y siento que esa característica la hace coherente con la intención del libro.
Fuiste parte de un grupo punk, ¿te inspiró eso? Y, ¿qué significa para ti la música?
Sí, hace muchos años. He tenido muchas vidas, muchas facetas; soy un poco inquieta. Toqué cuatro o cinco años con PortaLigas Punk Rock una banda de mujeres. Participamos del FemFest en esa época y tocamos con varias bandas: 2 Minutos, Los Fiscales, Los Miserables. Fue una época muy, muy linda, muy punk y también muy dura: se vivió mucho machismo dentro de la escena, además de la decadencia que suele rondar en ese ámbito. Pero nada de eso le quitaba lo contracultural, ese deseo de que las cosas fueran distintas, de gritarlo. Creo que esa actitud punk se mantiene aunque uno envejezca, queda en ti.
Sí, fue una experiencia increíble y está profundamente ligada a mi amor por la música. El otro día pensaba, cuáles eran las cosas que más disfruto, si tuviera que ordenarlas. Y bueno, entre follar, comer, dormir y la música, creo que la música siempre ocupó un lugar importantísimo. Siento que cada momento tiene una banda sonora que nos acompaña, que nos lleva a lugares, nos recuerda cosas, nos hace felices, nos sostiene. Y pienso que, sin música, el mundo sería demasiado triste.
¿Por qué hablas de que estás rota?, ¿cuál es la metáfora?
Yo siento, en lo personal, que todos estamos rotos, que todos nacimos rotos. Simone de Beauvoir lo decía con La mujer rota. Pero también me gusta el juego de la palabra «rota», tan chileno: cuando decimos «ah, está rota de mierdaK o «soy roto», como una forma de denostar. Tiene mucho de clase también; mi mamá siempre me dice “rota” porque hablo con garabatos y me alega que a pesar de todos mis estudios sigo hablando con garabatos.
Siento que es una metáfora hermosa para describir esas fisuras con las que tenemos que lidiar todos los días. A veces duelen más, a veces menos; a veces sangran más, a veces menos. Pero también son hermosas. No se trata de hacer una apología del dolor, sino de entender que la vida tiene luces y sombras. Y que hay veces en que vamos a estar en el suelo, y en mi caso, justamente de ahí nacen los mejores poemas, aunque suene un poco absurdo.
¿Para quién escribes?, ¿qué significa para ti escribir?
Es difícil, porque siempre tuve una especie de fobia a escribir. No me gusta escribir; académicamente me cuesta mucho, no es algo que disfrute. Tampoco disfruto leer: no tengo ese placer estético de leer horas y sentir que el tiempo vuela. Pero me pasa que, al sacarle toda la exigencia que puede tener la lectura o la escritura, la poesía me ha dado un espacio donde soy completamente libre.
En la poesía puedo poner en palabras esas emociones e imágenes que me desbordan todos los días, con las que he tenido que lidiar toda mi vida, las que me conmueven y me generan un desborde. Poder transformarlas en poemas es algo que siento que merece ser compartido.
Hace poco leía a Zambra, que está tan de moda, y en Poeta chileno, casi al final, se preguntaba para qué sirve la poesía o en mi trabajo, que es un trabajo muy normal, un compañero de pega me preguntó: «¿Cómo escribes o por qué escribes?». Y en verdad, me encanta pensar que la poesía no necesita una función práctica, que simplemente sea poesía y que te genere cosas. Que quede fuera de este sistema «tecno feudalismo», como lo llaman ahora, donde todo tiene que ser medido o tener un objetivo y una función.
Ahí la poesía ocupa un lugar único: el de expresar, resonar con otros, conmover. Que te lleve a lugares, que te despierte emociones, que te invite a reflexionar… o incluso que no te genere nada.
Pero yo escribo porque me hace feliz saber que alguien puede resonar con lo que está en mi corazón, y que así podamos sentirnos menos solos.
¿Qué es el amor que escribes tanto en el libro? ¿El amor duele o no?
Por supuesto que duele, y le tenemos miedo muchas veces.
Puede que el amor sea un lugar común en la poesía, pero siento que mi mirada sobre el amor tiene más que ver con lo práctico, entre tantas reflexiones. Hemos sobrepensado tanto el amor que, a veces, olvidamos cómo vivirlo.
Mi pregunta va por ahí: darle vueltas, tratar de verlo de otra forma, no idealizarlo, incluso permitirme ser absurda al pensarlo. Para mí no tienen que existir respuestas correctas. El amor es, para mí, uno de los sentimientos más hermosos y el que le da sentido a la vida. Y siento que somos afortunados de poder experimentarlo, aunque nada sea fácil.
El amor también puede ser un lugar oscuro que explorar, un espacio al que incluso podemos faltarle el respeto desde la poesía. Por eso lo siento inagotable, aunque pueda sonar a cliché.
¿Qué significó escribir este poemario/libro?
Creo que escribir Me da miedo mirar al cielo fue descubrir mi proceso creativo y darle un lugar: una forma de ver el mundo y de querer compartirlo. Cómo lo siento, lo huelo, lo escucho. Puede sonar un poco autorreferente, pero cuando lo lancé no lo volví a abrir en un año.
Cuando tuve que leerlo de nuevo, porque me iban a entrevistar, hice el ejercicio de recorrerlo completo otra vez y me caí bien. Me entretuvo. Era una Bea súper maniaca, atravesando un periodo oscuro, pero que nunca dejó de tener humor ni de ser absurda.
Creo que es una poesía honesta. No tiene otra intención, no tiene dobleces ni segundas lecturas forzadas. Es una poesía que busca compartir y resonar con quien pueda tener acceso a ella, con quien la lea y le despierte algo.
¿Dónde lo podemos encontrar?
Está en el sitio de Letras Nómadas, creo que a 10 lucas. También en algunas librerías; recuerdo que estuvo en Buscalibre, aunque no sé si quedan copias. Lo más seguro es encontrarlo en la librería La Inquieta, donde también había algunos ejemplares, pero no estoy segura de sí todavía quedan. De todas formas, la opción más confiable es letrasnomadas.cl.
Estoy en un taller con Juan Carreño y Josefina Gonzaléz, y el otro día hablábamos sobre la intención de que te lean. Siento que, a lo mejor pronto, voy a tratar de subirlo en PDF para poder compartirlo. Estoy explorando alternativas por fuera, para que más gente pueda tener acceso a él también.






