Cemy es hija de migrantes coreanos y estudió literatura. Una amiga la invitó a escribir para Homóloga, un fanzine que hace poco vio la luz, donde nace su cuento «Caramelo Negro». Ella nos cuenta también cómo fue el proceso creativo a la hora de escribir esta historia y de la importancia de la inspiración.
—Cuéntanos sobre tí.
—Me llamo Cemy. Lamentablemente nací en Santiago. Soy hija de migrantes coreanos. Estudié literatura en la Universidad Diego Portales y actualmente estoy escribiendo algunos cuentos donde exploro la niñez. Además traduzco cartas, cuentos y poemas junto al colectivo Letra Vertida (@letravertida)
—¿Cómo llegaste a Homóloga Ediciones?
—Una de las editoras, Amanda Teillery, es una amiga cercana. Ella me invitó a escribir algo y le mandé unos tres cuentos. Dos fueron del interés para Homóloga y me dieron la opción de elegir uno o el otro. Elegí «Caramelo Negro» porque es un cuento al que le tengo un cariño especial. Lo mandé para dos concursos sin mucha suerte y le di mucha importancia a ese fracaso. Así que retomé la escritura de Caramelo Negro, quizás por un motivo más personal, para darle una segunda vida a algo que pensé muerto.
—¿Cuál fue el proceso creativo de Caramelo Negro?
—No me acuerdo mucho pero sé que fue una de esas pocas ocasiones en que toda la trama me llegó en una ráfaga de imágenes. Lo bueno es que en ese entonces aún actualizaba mi perfil de Goodreads así que puede ver qué exactamente andaba leyendo durante su escritura. Llevé un tiempo sintiéndome acompañada, impactada y enamorada de las novelas de Elena Ferrante. Me senté noche tras noche a escribir cada fragmento. Una vez que terminé un primer borrador pude reescribir. No soy música, pero me imagino que es como tener la primera grabación de la canción sin los instrumentos y con la letra en su estado más bruto, cojo y un poco melodramático. Lo lindo de escribir algo es que empiezas a tener conversaciones contigo mismo sobre lo que quieres escribir, lo que falta. Las conversaciones que tienes, lo que escuchas, las películas que ves forman parte de la conversación. Te das cuenta de que nada de lo que te preguntas es nuevo y los autores que admiras han ofrecido un camino provisorio a tus problemas. Para mi es inevitable releer.
—¿Qué fue lo que más te gustó al hacer este fanzine?
—Las reuniones que tuve con Luis, el ilustrador. Su perspectiva y comentarios ampliaron la idea que tenía de los elementos en el cuento. Vi algo así como su bitácora de ideas. Tenía algunos bosquejos, escribió algunas citas y se dio cuenta que habían algunos detalles que para mi eran casi arbitrarios, que para él no lo eran. La primera re-edición lo hice después de ese encuentro. Esta vez leí el cuento como un bestiario. Pasé por libros de historia natural, diccionarios de símbolos y ahí se me abrió toda una paleta de imágenes. Pulí más las asociaciones que aparecían con respecto al mundo animal.
—¿Por qué quisiste plasmar tu historia en este formato?
—No creo que lo haya buscado. Me llegó la oportunidad. Aunque si fuera a inventar cómo esta oportunidad llegó a mis manos diría que desde que era adolescente soñé con ser una riot grrrl. En el colegio, imprimí el fanzine con su manifiesto y lo pegué dentro de las puertas del baño. Sentía que esa era la única forma en que podía militar porque era tímida y no tenía con quien ir a las marchas. Una parte de mí deseaba incomodar a la gente, así como Kathleen Hanna llamaba a las mujeres de su audiencia a estar al frente en reconocimiento de que los conciertos punk eran lugares predominantemente dominado por hombres y hostil para las mujeres que eran víctimas de acoso en esos espacios o no querían ser parte de los mosh pits. También apreciaba su deseo de crear un lazo entre mujeres a través de talleres o con los mismos fanzines. Estaba fascinada con la idea de que el impulso artístico podría llegar a un encuentro de ese tipo.
No sé si precisamente el cuento que escribí o su contenido es político de la manera que los fanzines riot grrrl lo son. Pero creo que en el formato mismo, está el deseo político de actuar, de hacer, compartir y ver que aparece ahí. En algunos aspectos el fanzine es mucho más democrático que un libro. Cualquiera puede hacer uno. Puedes distribuirlo tú misma, venderlos como lo hace Homóloga e incluso si fueras a regalarlos no quedarías con una deuda inmensa. No dependes de una editorial o un fondo para poder compartir lo que escribiste. Quizás lo mismo se puede decir sobre publicar online, en redes sociales o en un blog. Pero creo que esos textos se pierden en la mareada de contenido e información que siempre ofrece el algoritmo. El fanzine va tomar un lugar sobre tu escritorio, dentro de tu bolso, puede que lo pierdas y alguien más lo encuentre. No sé, me parece que es más fácil recordar y leer algo si está a la vista, y no guardado en un link en el perfil de alguien o entre los archivos de tu computador.
Además no demanda el mismo tiempo que la escritura de un manuscrito completo. Idealmente un fanzine no superará las treinta páginas. Es frágil, corto, mucho más momentáneo que un libro, pero quizás por lo mismo se crea otro tipo de cercanía. Cada vez que veo un plaquette de El ensayo de cristal que editó Cuadro de Tiza, compro uno y me siento con la libertad de llenarla de anotaciones. Ver qué cambia en mi lectura año a año. Cómo cambio yo.
—¿Cómo creaste esta historia?
—Para Caramelo Negro le pregunté a mi mamá que me cuente sobre las casas en que vivió. Mi mamá migró con su familia de Corea a Paraguay cuando tenía siete años. Habían cosas que recordaba perfectamente mientras que otros detalles ya iban perdiendo sus contornos. Se detuvo en especial en explicarme sobre las balaustradas de la casa. Esto fue lo que más me costó imaginar, pero en su defensa, yo también me tomé semanas intentando ilustrar una para mi cuento. Pero esta dificultad de comunicación también fue la grieta necesaria, como diría Leonard Cohen, para que entre la luz. Creo que ahí se empezó a levantar el cuento. De la sobre-explicación apareció algo medio monstruoso y creo que ese fue el primer impulso que abrió mi imaginación
—¿Dónde podemos encontrar Caramelo Negro?
Pueden pedirlo a través de mensajes directos al Instagram de Homóloga Ediciones