En estos calurosos días de verano, conversamos con Ignacio Fritz, líder de la editorial PAN, que nos hace un recorrido por la literatura policial, negra, chilena y pulp. Desde sus orígenes hasta las publicaciones futuras, en revista Lector hablamos de todo.
—Cuál es el punto de arranque de la editorial PAN? ¿Por qué se llama PAN?
—Editorial PAN arrancó en 2019 después de una crisis personal que duró un año, más o menos. La idea era instalar una PYME que publicara textos que en otros lados pueden considerarse crípticos, complejos, impublicables no en el sentido de falta de calidad, como lo que sucede en la actualidad con la prosa barroca, que la encuentran inentendible para el lector regular, promedio, ya que hay una fijación desmedida de lo que supuestamente desea el lector, y digo «supuestamente» porque al final nunca se le acierta, de modo que mi idea es instalar una editorial que publique pocos libros al año, no más de tres o cuatro, pero que entregue completa libertad artística a sus escritores, aceptando su propuesta en el entendido que posea calidad y, es obvio, sea legible, experimentada y con los componentes de un buen libro de ficción. Nos interesan los subgéneros, y tenemos la vara alta, o al menos cómo yo considero qué es una «vara alta». También nos gustan los textos experimentales, aunque todo es relativo en el mundo de la literatura y el libro en Chile. Creemos que aun puede sobrevivir el libro como un objeto retro y se llama PAN en honor al Fauno de la mitología griega que buscaba ninfas por los bosques y también en su mano sostiene una baguette. En resumen, en PAN publicaremos lo más freak que nos llegue, y el realismo chato y las autoficciones, para la casa, por aburridas… Aparte, somos meticulosos con la edición y corrección de estilo y la presentación. Queremos presentarnos como una editorial boutique. Algo trendy, taquillero, ondero.
—Algo que caracteriza a la editorial PAN, además de la cuidada selección de sus textos, son sus llamativas portadas. Estéticamente son dibujos tan sobrios como preciosos. Me parece que está presente la idea de libro como objeto.
—Exacto, el libro como objeto es muy importante para nosotros como concepto. Como te mencionaba eso de la completa libertad artística, nuestro diseñador tiene trato directo con el autor, de modo que siempre la portada, obviamente, está muy relacionada con el contenido, asunto que en algunas editoriales parece que se les ha olvidado. Poseo una suerte de vademécum con los distintos colores y gamas y sus nombres y en general también, una vez visto el trabajo, doy una que otra indicación, a veces cambio el color, depende si ese color tiene relación con el contenido. La intención es que la persona que compre el libro viaje sin moverse de su sillón durante unas cuantas horas.
—En los Tipos duros, una selección de relatos aparecidos en la revista Black Mask entre 1922 y 1941, está presente la idea de rescatar para preservar, algo así como «El género policial no muere»
—El policial y noir está con excelente salud, a pesar de que las sandías caladas de afuera de Chile puede que estén quitándonos lectores que apuestan por la lectura de un P. D. James o un Henning Mankell. Lo bueno para todos los que realizamos este tipo de literatura es el hecho de nunca aburrirse, que la narración sea un completo divertimento. Este género comenzó en países más desarrollados, tiene un claro componente citadino y una cantidad enorme de clichés que hay que maquillar, aunque ahora está el rural noir, y el problema en la actualidad es que lo que antaño era leído, ahora es visto en plataformas como Netflix, de modo que lo mostrado en Black Mask probablemente ahora no tenga el éxito que tuvo en el siglo XX. El policial y el noir y la novela de crímenes y sus híbridos deben acoplarse al sujeto que está viendo lo que te comentaba, de modo que sea también un hábito: el de leer una buena obra bajo esos parámetros. Aquí puede que esos autores como Mankell o la James o incluso los viejos como James Hadley Chase estén robándonos lectores, pero lo bueno es que si ese lector se vuelve adicto a nuestros géneros, comenzará a leer a otros representantes, que podemos ser nosotros o cualquiera que lea este tipo de obras y que no sea tan popular a nivel mundial.
—Ricardo Piglia decía que toda literatura esconde entre sus capas una parte del género policial. En los libros de PAN hay relatos policiales, pulp y de espías, al parecer ustedes siguen esta máxima del escritor argentino.
—En efecto, Piglia es uno de nuestros referentes, tenemos la Tesis sobre el cuento tatuada al revés en nuestra espalda, por así decir. La literatura siempre ha sido una constante búsqueda, y esa es la premisa de cualquier texto policial. Aparte de la acción o las balas y los diálogos punzantes, ingeniosos. La idea detrás es enganchar al lector, aunque vuelva la idea que te mencionaba sobre que para enganchar hay que también pensar en el lector y con ello presentarle una obra con menor complejidad, como una papilla objetiva.
—Ramón Díaz Eterovic hace el prólogo de Tipos duros. Desde mi perspectiva, el autor del detective Heredia es el mejor escritor chileno de neopolicial de los últimos años, ¿comparten esta afirmación?
—En cierta forma se le denomina el mejor escritor de neopolicial en la medida de que es uno de los representantes actuales, más conocidos, del mismo, pero para mí el neopolicial, que tiene el prefijo «neo», debería ser algo «neo», o sea, «nuevo». Creo que el neopolicial son mutaciones del género (que casi no hay en Chile, salvo por narradores como Pablo Rumel y yo), no un parámetro relacionado con escritores policiales de la actualidad en Chile. Eterovic ha hecho maravillas con el género y él mismo ha dicho que hace cuatro décadas nadie sabía qué era el noir en Chile, pero realiza, más que un neopolicial, solo un policial clásico, para nada muy violento, bastante clásico. También dialoga con el pasado reciente de nuestro país, tema notable también en este género pues sirve para desempolvar los hechos traumáticos. Respondiendo a lo que me preguntas, sí, Eterovic está en la cúpula, y también lo está Ampuero y hay todo un bloque de hielo bajo el agua que incluye a Bartolomé Leal, Toño Freire y Julia Guzmán. Me parece que se ha logrado revertir esa ignorancia acerca de lo que escribimos en la «cofradía noir» y aunque no faltará el latero que diga que es un género mal visto y poco universal, al menos sabemos a qué apuntamos y qué queremos expresar.
—¿Cuáles son los proyectos de la editorial PAN?
—Se vienen libros para la colección «Ciudad Violenta» y «Necrópolis Infecta», de policial y/o noir y la de terror, respectivamente, para este 2023 y Quiero la cabeza de Joseph Conrad, con textos de espías, que sería la tercera y última entrega de este proyecto creado en 2015. Como te decía, sacamos poquitos libros, ponemos toda nuestra energía en entregar textos bien cuidados, como si esto fuera una boutique. Lo importante es que estamos enfocados a los géneros y subgéneros y a la literatura de nicho, como se le llama (y que no tiene nada de «nicho»), aunque el interés es dar vida a la fantasía con el tagline «Literatura extraña que quieres ver publicada».