Martes, Julio 15, 2025

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«Composición de lugar» de Amanda Berenguer: el jugar con la palabra

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Composición de lugar (2022. Editorial Bisturí 10) de la poeta Amada Berenguer es un texto sumamente interesante y que posiciona al lector, no como un lector más, sino también como un jugador: jugador que debe mover las piezas de los poemas para él mismo, mediante el juego de las palabras, construir el texto. Se trata de un poemario que utiliza mucho la visualidad en sus páginas. No obstante, es una obra que trasciende la idea de la poesía visual, puesto que nos instala frente a un texto-imagen que nos interpela; nos exige poner parte de nuestra acción para leer la obra.

En esa línea, no es un poemario pasivo, sino que nos invita activamente a participar de él. Nos llama, nos interpela y nos posiciona como artistas que también entramos en el juego de la creación. Composición de lugar, por ende, es más que un texto, es más que un libro, es una invitación a co-crear.

A medida que agudizamos la lectura, podemos reconocer que el libro presenta cierta circularidad temática y visual que se inicia por mini capítulos o secciones compuestas por cuatro poemas cada una: un primer poema que alude «Al poniente sobre el mar…» indicándonos una fecha exacta que nos instala temporalmente en el texto, una versión reinterpretada y des(armada) del primer poema, que se caracteriza por ser más tradicional, un tercer poema visual totalmente descompuesto y que exige de nuestra creatividad lectora y un cuarto brevísimo poema que consiste en una línea de texto al final de la página que, por lo general, resume poéticamente a los poemas anteriores, como una suerte de eco que queda en el aire. Estas secciones de cuatro poemas se repiten diecinueve veces, partiendo siempre por los poemas que podríamos considerar más tradicionales y que nos indican una ubicación espacio-temporal: «Poniente sobre el mar del sábado 26 de febrero de 1972» (19).

Como posible lectura, es llamativo lo reiterativo del tema bíblico en el poemario y su relación con el océano: «Arreando de a una su tenue mojada / baja el pastor hasta la aguada / agacha la cabeza ¿y sabes? / será de pronto la oscuridad (…) algunos animales esperan en la penumbra tranquilos / y dormirán hoy apretados / entre las estrellas vivas» (55). Este fragmento en conjunto a los señalados en páginas anteriores respectivos al mar y al océano, nos subraya la idea del pastor, la idea que se asemeja a Noé cuidando de sus animales para meterlos a la barca y salvarlos. En otro poema leemos: «La luz es como el verbo / está al principio y al fin / de toda creación (…) / se piensa en la palabra empeñada / y en la luz que será otra vez / cuando comience el mundo» (59). Este fragmento, por su parte, nos da cierta alusión al génesis y al verbo que se hace carne, el mundo que comienza desde la nada, así como los poemas visuales que requieren del lector-co-creador para darles un sentido.

Queda resonando, en el fondo, la idea de que la palabra necesita ser creada, que hay un génesis del verbo y de la escritura y que somos nosotros, como lectores, quienes ordenamos un poco de ese caótico -en el sentido primigenio de la palabra- mundo.

Daniela Contreras G.
Daniela Contreras G.
Daniela Contreras González (1997) es Licenciada en Estética con Bachiller en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Egresada de Licenciatura en Filosofía y actualmente cursando estudios de posgrado en el Magíster en Pensamiento Contemporáneo de la Universidad Diego Portales, gracias a la Beca ANID. Ha publicado poemas, microcuentos y artículos académicos en revistas y diversos medios. Ha sido galardonada en las categorías de poesía, microcuento y ensayo.

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