—Me parece que la gran crítica de la novela gráfica es hacia la educación chilena en el libremercado. Los profesores promueven la figura del ganador, del individualismo, del tan ochentero e inexistente «jaguar de Latinoamérica»
—Efectivamente. Tuve la mala suerte de estudiar en un colegio donde los profesores fomentaban la competencia entre compañeros. Ese individualismo no solo se veía reflejado en el sistema de notas y lugares en el curso, sino también en las relaciones sociales. Era una suerte de «sálvese quien pueda». En ese sentido, sin ser un colegio militar, se promovía una disciplina castrense que muchos de nosotros normalizamos por completo a esa edad y nos costó muchos años poder salir de esa lógica.
—¿Por qué decidiste hacer una novela gráfica sobre el bullying escolar?
—Me parece importante y urgente tocar esos temas, sobre todo considerando el panorama actual de regreso a la presencialidad post-pandemia donde se han disparado los casos de acoso y violencia en las escuelas. El bullying sigue existiendo, solo que ha ido evolucionado y adaptándose a las nuevas tecnologías, por ejemplo, como es el caso de las redes sociales, donde el acoso encontró su nicho perfecto amparado por el anonimato.
—La siguiente frase de Pasolini me recordó mucho a Días salvajes: «Ante este mundo de ganadores vulgares y deshonestos, de prevaricadores falsos y oportunistas, de gente importante, que ocupa el poder, que escamotea el presente, ni qué decir el futuro, de todos los neuróticos del éxito, del figurar, del llegar a ser. Ante esta antropología del ganador de lejos prefiero al que pierde».
—Estoy muy de acuerdo con la frase. En el universo de la novela gráfica el único personaje que da cuenta de esta realidad y logra escapar de ella es el enigmático Gato Millán, uno de los pocos estudiantes conscientes que conocen su lugar en el mundo. Admiro mucho a Pasolini y me parece maravilloso que te hayas acordado de su frase con mi novela gráfica.
—¿Te parece Días salvajes una novela gráfica sociológica?
—Sí, creo que es un buen ejercicio sociológico sobre este microuniverso de colegios emblemáticos de hombres. Incluso, pese a que el universo retratado es muy específico, me he encontrado con la sorpresa de que mucha gente que ha leído la novela se ha sentido identificada con algunos pasajes de la obra pese a que muchos no estudiaron en colegios con estas características, lo que confirma un poco la premisa que planteas.
—¿Tendremos una segunda parte? El cómics queda abierto, a la espera de una continuación.
—Sí, por supuesto. Habrá segunda parte y final que abordará los últimos años de Kike y el Gato en el colegio hasta salir de cuarto medio.
—¿Qué fue lo más complejo de Días salvajes? ¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con Provincianos?
—Creo que lo más complicado vino al final, cuando la novela ya estaba terminada y comenzaba el proceso de difusión. En Chile no hay mucha industria de narrativa gráfica y al no tener currículum previo se me hizo un poco complicado mover la obra, sobre todo en editoriales más grandes. En ese sentido, y respondiendo la última pregunta de paso, agradezco que Provincianos haya podido ver el potencial de la obra. Desde que me puse en contacto con ellos, han manifestado un interés muy genuino en Días Salvajes que me ha dejado muy contento y tranquilo. Se siente bien trabajar con gente no solo muy profesional, sino también muy humana y que se les nota el amor por lo que hacen. Publicar con Provincianos fue la mejor decisión que pude haber tomado.