Tuvimos la oportunidad de conversar con el prestigioso escritor, Juan Pablo Sutherland, sobre su último libro Grindrmanías, del ligue urbano al sexo virtual, de la editorial Alquimia Ediciones y pudimos captar de lleno la esencia provocadora que tiene a la hora de contarnos acerca de su nuevo libro. Con ustedes Juan Pablo Sutherland.
—¿Cómo fue el proceso creativo de este libro? ¿Cómo nace la idea de crear este trabajo?
—Grindrmanías es un texto que se inicia con mi propia ruta del deseo, es decir siempre he pensado que las culturas maricas construyeron formas singulares y novedosas para escapar de la persecución histórica punitiva y cultural de la heterosexualidad obligatoria. En ese camino, el deseo, el sexo, y las corporalidades contra-normativas crearon culturas urbanas que posibilitaron a pesar de todo vivir esos flujos. Para grindrmanía fui a mi propio archivo del deseo para preguntar ¿Cómo hemos vivido el deseo en el espacio público antes de grindr? Ese archivo es una ruta que gays, locas, homosexuales, cuir, bisex, travestis construyeron metropolitamente durante gran parte del siglo XX. El proceso del libro fue extenso, mis libros son maquinarias lentas que llevan muchos procesos, convencerme de la idea, llegar al tono que quiero, generar una poética del texto. En ese sentido quizás el inicio del texto siempre parte pensando mi propio deseo y los efectos de mis propias prácticas en mi forma de habitar el mundo. Soy mi propio experimento. Y como tampoco soy tan singular en mis prácticas, me llamó la atención la ruta y las transformaciones del sexo anónimo vivido en el espacio público a la llegada de grindr. Que provocó un efecto de privatizar el cruising callejero de antaño y llevarlo al cuarto, a la habitación, al depto, al hotel, a la cabina del ciber que todavía existen algunos en la ciudad como residuos del pasado.
—Cuéntanos de cómo ha sido el uso de la tecnología dentro del ligue urbano
—En el libro, explico que es imposible pensar grindrmanía sin antes entender las prácticas urbanas del cruising, es decir de callejeo sexual, el metreo, el cancaneo, el recoger, es decir todas las formas que hemos creado para escapar a las formas autoritarias que persiguieron siempre el deseo marica, lesbico, trans, travesti, es decir el de muchas comunidades que habitaron siempre en el borde de la periferia del espacio público con muchos riesgos. Recordemos las decenas de agresiones a nuestras comunidades terminaron en la mayoría de los casos con muertes violentas justificadas por una retórica criminal de la crónica roja de antaño y el ordenamiento cultural masculino. Grindr no terminó con el cruising, pues todavía hay lugares de la ciudad donde el deseo gay, marica, cola se cuela por baños públicos, parques, puentes, estaciones, etc., sin embargo, ha ejercido a ratos formas complementarias para compartir información, rutas de los entendidos y datos de elegidos. Por otra parte, el cruising clásico como lo conocimos quienes vivimos en dictadura nuestra adolescencia, e incluso generaciones anteriores, ha ido desapareciendo, dejando gestos residuales en la ciudad, es como el proceso de la lenta extinción de los cines porno en el centro de Santiago. Es decir, lo que grindrmanía exhibe, es un antes y un después de grindr, pues el antiguo cruising callejero se virtualizó en gran parte. Y las nuevas generaciones viven casi de una manera fluida y sin mayores cuestionamientos la sintaxis de grindr que juega a la noción de libertad liberal, pero que finalmente podríamos pensarlo como un simulacro, pues al entrar a grindr, ingresas a una gramática cultural donde se te ordena y te ubica: rol, cuerpo, tribu, seropositividad, estilo, estatura, imagen, estratificación territorial, etc., es decir la lista que parece una elección, pero en estricto rigor es una sintaxis cultural que propone ciertas formas de habitarse, homonormatividades, construcciones corporales de los masculino-femenino, pero que a pesas de eso, también exhibe resistencias, puntos de fuga.
—¿Por qué es tan importante la literatura en este libro? Especialmente la literatura gay.
—La literatura o las escrituras más bien no tienen la exigencia de apelar desde un gesto disciplinario para dar cuenta de la realidad, su gesto singular es reinventar simbólicamente la realidad y abrir nuevas dimensiones, espejeos más de pulso y horizontes sin límites. De alguna manera, las escrituras piensan esos flujos de deseo en la ciudad y lo ponen en nuevas perspectivas. Tenía mucho material, quizás para otro libro, pues no podía incluir todo lo que existe sobre deseo marica y espacios público, hay demasiado y muchos autores buenos y notables. Sin embargo, el espacio público me interesó desde una cartografía del deseo urbano, el texto de Gonzalo Asalazar, El deseo invisible, Santiago cola antes del golpe, muestra del cruising marica cola en chile. Por otra parte, se repasa también el bello trabajo de Alejandro Modarelli y Rapisardi, escritores argentinos que publicaron Fiestas, baños y exilios: los gays porteños en la última dictadura, un notable libro sobre el deseo marica urbano en la dictadura argentina, repaso estos dos libros quizás por los procedimientos que utilizan para pensar el espacio público y el devenir marica. Hay también una joya que encontré de Nestor Perlongher que retrata su ruta del deseo en el Chile de los años 80 en Dictadura, tanto e Viña del Mar, Valparaíso y en centro de Santiago, texto que no es nada de conocido y que se titula Informe de Chile.
—¿Qué fue lo más difícil de hacer en este libro?
—Deseaba dar con el tono del texto, pues soy muy obsesivo con las formas de traducir la experiencia que quiero traspasar, es decir no hacer un texto académico, más bien cruzar los géneros, un ensayo cultural marica que, teniendo reflexión crítica, fuese un lugar situado en la experiencia propia y de otrxs. Pues me interesa una epistemología marica en construcción con la experiencia histórica del colectivo. Pues tengo claro que mis propias experiencias de ligue callejero pueden replicarse en muchos otrxs. Creo que conseguí esa pulsión de un ensayo más impuro, sucio, callejero y a la vez reflexivo. Es decir, habitar una experiencia al leerse.
—¿Cómo ha recibido el público el libro?
—Ha sido muy buena, un proceso menos eufórico que mi libro anterior, papelucho gay en dictadura, pero más pausado y con el ritmo de un ensayo cultural que propone una lectura critica de grindr y el sexo virtual. Por lo menos lo que he recibido es una buena aceptación por el tono más abierto y relajado del ensayo. Además, este año decidimos no hacer lanzamiento de Grindrmanias por los aforos reducidos. Mis lanzamientos siempre son una fiesta pues veo a muchos amigxs, llega la comunidad lectora, cómplice, una algarabía que disfruto enormemente. Sin embargo, esto me sirve para explicar que, pese a ese momento, el libro se ha movido mucho y se está vendiendo bastante. Por distintas vías la gente lo está leyendo, me envían fotos, y muchas impresiones, algunas muy divertidas. El objeto libro llama la atención, Alquimia ediciones con Guido Arroyo a la cabeza y equipo notable, editaron un lujo de libro y su distribución es formidable.
—Las drogas juegan un rol primordial en tu libro, ¿por qué?
Las drogas recreativas siempre estuvieron en el mundo marica, homosexual, gay, pues en alguna medida el estilo de vida fue más bien una respuesta política –me arriesgo a decir–, a las formas autoritarias de legitimización socio-sexual. Es decir, tuvimos que crear formas
para encontrarnos fuera del rumbo habitual público, contradecir los ritos familiares y fugarnos a la intemperie. Descubrir lo que nos gustaba, desechar los peligros y generar estrategias o secretos para aprender a existir. Quizás por eso, siempre pensé las relaciones sexuales como nuevas formas de agenciamientos, experimentar el sexo y las sexualidades como posibilidades de goce, pero también de descubrimiento. Es central las drogas para pensar las prácticas de chemsex y abrir nuevas preguntas sobre los cambios de las prácticas sexuales, incluyendo grindr y la administración de sustancias que proponen al extremo sesiones de sexo con todo de una manera inédita, que generaciones anteriores no vivieron así. También, para escribir esas experiencias, utilice la ficción o autoficción como cuadros posibles de aquellas experiencias, por eso creo que el libro resulta tan atractivo a los lectores.
—Las selfies también son la carta de presentación en esta aplicación y que detallaste muy bien en el libro. Cuéntanos una breve referencia sobre el tema
—Hay un capítulo entero destinado a la selfie en el libro titulado La dictadura de la selfie. Creo que su existencia refleja un ánimo del tiempo, no solo para Grindrmania, sino más bien para el mundo al instante que vivimos hoy. Si para los dandis del siglo xix la fotografía se trasformó en su nuevo espejo donde reproducen sus poses urbanas y de salón, la selfie actúa como un dispositivo de la temporalidad corporal del capital o más bien recorta visualmente la espacialidad que vivimos fijando cierta plusvalía corporal o excedente que quiero movilizar en la red, es decir la selfie nos ancla a un tiempo productivo visualmente, o fija un gesto que se desvanece al instante de liberarlo entre todxs. Por otra parte, ese gesto de representación de sí mismo queda movilizado en la red por un avatar que se cuela en todas partes. Si no tienes imagen en grindr, no existes, si no tienes selfie no estas en la matrix, esa es su importancia. Absolutamente fundamental.
—¿Para quién está dedicado este libro?
—Creo que este libro reivindica las culturas urbanas del deseo marica, cola, gay, homo, travesti, que ha recorrido por mucho tiempo las ciudades. Ese deseo siempre perseguido que ha debido cruzar el tiempo, dictaduras, pero que finalmente como pulsión humana no se puede borrar ni detener. Ahí está siempre en nuestras biografías colectivas e individuales. Este libro es una afirmación de ese goce y también una lectura critica a las actuales formas de vivirla en el mundo virtual que proponen además gestos afirmativos del goce y en algunos momentos también resistencias.
—¿Dónde podemos encontrar Grindermanías?
—Grindermanías de Alquimia ediciones ya está en la gran mayoría de librerías de Santiago y en capitales regionales como Valparaíso, Concepción, Valdivia. En Santiago se pueden encontrar entre algunas en Metales Pesados, Altamira, Que Leo, lolita, Ulises, librería Gam, Tienda Nación, En el blanco en Valpo, etc.