Santiago Roncagliolo posee una pluma de alto voltaje. Con el paso de los años ha construido una obra que es reconocida en la literatura latinoamericana, posicionándose como una voz autorizada para deambular por las ficciones político-sociales de la región.
La narrativa peruana, por lo general, tiende a retratar lo que fue Sendero Luminoso. La guerrilla liderada por Abimael Guzmán suele ser un tópico habitual en las letras del país hermano (el mismo Roncagliolo lo hizo con Abril Rojo), erigiéndose como un símil temático al de los narradores chilenos con la dictadura cívico-militar.
Roncagliolo en su nueva entrega huye de esta imposición (quizás a estas alturas lugar común), construyendo en Y líbranos del mal una novela que transita por las perversiones de la Iglesia católica limeña (y de por sí, latinoamericana).
Está es una historia íntima que deviene en pública. Una familia peruana que vive en Estados Unidos, cada navidad recibe la visita de la Mama Tita, una abuela misteriosa que viaja desde Lima y llena de regalos a Jimy, el pequeño del hogar. Entre chocolates y poleras de la selección peruana todo parece seguir un curso normal.
Pasan los años y Mama Tita envejece. Jimy es el encargado de ir a Perú —un sitio que le resulta ajeno- para ayudarla y cuidarla en sus últimos años. Es durante este viaje cuando se entera de que su papá fue un mediático abusador de menores.
Una novela que atrapa desde el primer párrafo. No solo por una trama inquieta que nunca baja sus niveles de intensidad, también por una escritura pulcra que tenemos la obligación de no pasar por alto.