Roxana vivió un proceso experimental para poder escribir este poemario entregando un libro lleno de detalles que vamos descubriendo a lo largo de las páginas. Kewakafe nos deja enseñanzas gracias al boxeo, deporte que se da bastante en el sur de nuestro país. Te invitamos a leer la entrevista llena de palabras, erotismo y singularidades profundas.
—¿Cómo fue el proceso creativo de Kewakafe?
—El proceso creativo de Kewakafe parte de un borrador anterior donde estaba reflexionando acerca de las relaciones entre violencia y amor. Luego, yo provengo de una ciudad cuya tradición de boxeo es inmensa, Osorno es la tierra de Martín Vargas, y existen importantes representantes de este deporte en la ciudad. Por lo tanto, yo crecí escuchando historias de boxeo, solo que no me había dado cuenta, hasta que comienzo a escribir de este tema. Quise profundizar en el deporte y me preguntaba qué mujer se dedicaba al boxeo en el sur de Chile, así que llegué al nombre de Daniela «Leona» Asenjo, quien hoy es campeona mundial. Me inscribí en su gimnasio con una amiga, le hice entrevistas, entrené unas clases con ella, fue un proceso bien lindo esto de formarme un imaginario del boxeo. Y en este camino, por supuesto, que también estuvo presente la literatura deportiva, la verdad yo no había leído textos relacionados con deporte y me encantó descubrir de Jack London, Arthur Cravan, Roberto Castillo y Bruce Lee, entre otros. Películas, música, amigos, amigas que aman el boxeo me fueron dando insumos para escribir el libro y se los agradezco mucho
—En tu poesía hablas mucho sobre escribir, ¿qué significa para ti escribir?
—Escribir para mí es vital. Primero, es un diálogo conmigo misma y mi relación con el mundo, luego es un diálogo, un tejido con los otros. Creo en los procesos de escritura como procesos colectivos porque, si bien, parten desde lo íntimo están tratando de comunicar y de transformar o transformarse
—La naturaleza juega un rol importante, ¿qué relevancia tiene?
—Yo creo que es ahí cuando ingresa el concepto de Kewakafe, el guerrero mapuche, que se prepara en conexión con la naturaleza para enfrentar una batalla porque el espíritu debe estar limpio para ir a la muerte, por eso hay que estar en contacto y en diálogo con el agua, con los elementos de la naturaleza. Esa es la base de la fuerza espiritual que reside en quién esté dispuesto a entregarlo todo.
—¿Cuál es la comparación entre boxeo y escribir?
—Escribir de algún modo es luchar con el lenguaje, con las palabras, con las ideas. Creo que las palabras también tienen una fuerza transformadora. El boxeo tiene harto de entrenamiento, de memoria corporal, de luchar contra uno mismo y contra el otro. Yo creo que eso es lo principal, la lucha interna porque para avanzar hay que tener un equilibrio primero.
—El erotismo es clave en tus poesías, ¿de dónde nace esa idea?
—Sí, está presente desde mi primer libro Las tentaciones de Eva (2003). La reflexión sobre el cuerpo y la naturaleza, sobre el cuerpo y los líquidos, sobre el cuerpo y sus movimientos, es una constante. Creo que forma parte de mi voz poética y la idea nace desde muy temprano, cuando comienzo a explorar en mi propia sexualidad y claro, con el tiempo he ido profundizando en la temática a través de la escritura.
—Usas muchas figuras literarias, ¿por qué?
—Eso no es tan consciente la verdad. Pero, debe ser porque me gusta pensar que la poesía es otro lenguaje. Me gusta explorar las formas de decir, retorcer la lengua, para mí es importante.
—¿Cuál es la analogía entre el protagonista y Rocky?
La verdad me gusta eso del doble. Me doy cuenta que a la gente que le gusta el boxeo también aman las películas y la banda sonora de Rocky y se transformó como en un ícono como si realmente hubiese existido. Rocky proviene de un mundo pobre donde hay que superar también el obstáculo de la sobrevivencia para poder triunfar y creo que eso es lo que identifica al o la protagonista de mi libro.