En esta ocasión conversamos con Francisco Schilling, escritor, músico, profesor e ilustrador. Nos confesó con quién le gustaría tomarse algo, conversó sobre la industria literaria acá en Chile y de cómo llegó a leer, entre otras cosas. No te pierdas la interesante entrevista.
—Cuéntanos sobre ti
—Es difícil responder a esa pregunta. Uno debiera decir un poco quién es, pero a la larga eso resulta, si no imposible, al menos confuso o difícil de comunicar. En cualquier caso, lo mas honesto es contarles un poco cómo paso los días. Me dedico a cinco cosas principales que se van alternando según el momento: escribo, edito, ilustro, hago música e imparto clases de lenguaje y literatura. Durante un día promedio, toco el piano, escribo y edito. Hace poco estuve ilustrando un libro, y en ese tiempo me dedicaba casi exclusivamente a ello. También ensayo mucho, pues toco en dos bandas (Prehistóricos y Don Pérez) y ahí siempre hay trabajo que hacer. Cuando estoy en periodo de clases, me dedico a prepararlas y a impartirlas, y en mis ratos libres —que es un término raro pero que uso en un sentido práctico— veo películas y series, ordeno la casa y leo todo cuanto puedo.
—¿Desde cuándo comenzaste a escribir?
—Lo más seguro es que haya empezado a los catorce o quince años. Ahora tengo treinta y ocho. Por supuesto, esos comienzos son siempre experimentales y tentativos. No creía que pudiera dedicarme seriamente a ello, pero ya en esos momentos me había comenzado a picar la idea de hacerlo con cierta constancia y disciplina. Antes de esa edad nunca me gustó leer. O, más bien, ni si quiera se me pasaba por la cabeza. En mi casa casi no había libros, y cuando había que leerlos para el colegio casi nunca lo hacía. Pero algo pasó de pronto. Comencé a dormir en la biblioteca porque había sillones y yo andaba siempre con mucho sueño, y en un momento noté que había un espacio oculto entre las estanterías donde se podía dormir con mayor soltura —los sillones estaban a la vista de todos—, y ahí comencé a sacar libros por voluntad propia. A partir de ese espacio oculto, de ese oasis en medio de las prácticas penitenciarias del colegio, comencé a tomarle el gusto a leer cosas que otras personas habían escrito, y eso me generó el deseo de intentar hacerlo yo también.
—¿Cuál es el estilo literario que usas al escribir?
—Si bien no sabría definir un estilo concreto, creo que me acomoda una narrativa directa y sencilla, poco críptica, si se quiere, y que gire en torno a temas que en su momento me afectan y que creo que podrían afectar a los demás. Sé que una descripción vaga, pero como uno va pasando por diferentes etapas, resulta difícil aunar en un par de términos un proceso de transformación constante. De todas formas, me llaman la atención las historias oscuras o que generan incomodidad, así como su indefectiblemente carácter político. Eso lo resume bien Kafka cuando dice que un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros. Creo que esa sentencia sintetiza bien lo que me gustaría hacer con mi escritura.
—¿Cómo es tu proceso creativo?
—A veces surge una idea. Es algo raro, ocurre poco. Lynch lo describe bien en Atrapa el pez dorado. De esa idea surgen por lo general un par de textos tentativos, no muy largos, pero que demarcan un poco el tono y los núcleos de esa idea. Después investigo. Mi idea es comenzar a narrar cuando tenga cierta soltura sobre el tema, sobre todo si se escapa de mis experiencias personales. Después me lanzo a escribir. A ratos esta escritura es más bien intermitente, pero cuando entro en la zona se vuelve más disciplinada y constante. Para las novelas construyo una estructura y defino algunos aspectos clave de los personajes; planifico el decurso de la historia, los eventos determinantes, el final, etcétera. Para los cuentos hago un poco lo mismo, pero de manera menos estricta. En el camino corrijo y reescribo mucho, y luego edito el texto completo. De todas formas, es un proceso que va variando según el proyecto y sus exigencias técnicas.
—Cuéntanos de tus libros y antologías.
—Hasta el momento tengo dos novelas: Los héroes (Ediciones B, 2015) y Polillas (Abducción, 2022). Se trata de dos novelas muy diferentes. La primera es histórica y busca reconstruir la antesala y el decurso de una masacre que ocurrió en la Guerra del Pacífico, aunque sobre todo busca ridiculizar a los milicos chilenos y a su legado. La segunda se perfila hacia un futuro cercano, tiene como trasfondo una invasión de polillas que ocurre en Santiago, y explora cómo una comunidad pequeña, que busca sobrevivir a la aniquilación, reproduce las formas políticas que determinan a la sociedad chilena en un nivel más macro. Con respecto a las antologías, he publicado tres cuentos: «Escapistas», en Santiago en el ojo (Santiago Ander, 2016); «La oscuridad fundamental», en Pacífico: historias de la guerra (Ediciones B, 2017); y «Pedazos de un cuerpo reventado», en Relatos de la calle (Santiago Ander, 2022). También se trata de cuentos diferentes, pero todos están atravesados por ciertas formas de violencia y de oscuridad, aunque sobre todo de experiencias límite que sacan a relucir las formas más salvajes que subyacen al comportamiento humano.
—¿Cómo ves la industria editorial nacional?
—Hace tiempo que está en auge. Al participar a ratos como autor y otras como editor, puedo ver cómo se amplían ciertas formas de participación y cómo surgen diversas voces e ideas de publicaciones. Las propuestas materiales también son súper interesantes, pues si hay algo que caracteriza a la industria chilena —aunque sobre todo a la independiente—, es la importancia que se le da al libro como objeto. Por supuesto, el desarrollo de la industria editorial podría ser mejor con mejores políticas públicas y formas de organización comunitarias, pues las condiciones de producción de las editoriales suelen exigir mucho trabajo y desgaste —léase autoexplotación—. En ese sentido, tiendo a pensar que habitar el mundo editorial implica una forma de resistencia, y que desde ahí adquiere todavía más sentido frecuentar los catálogos de editoriales chilenas. En fin, me parece que la industria seguirá creciendo; creo que la mayoría de las editoriales seguirá publicando, y que desde ahí tiene vida para rato.
—Francisco, si tuvieras que tomarte algo con algún escritor/a, ¿con quién sería?
—Con Raymond Carver.
—¿Dónde podemos encontrar tus libros?
—En librerías y por ventas online. Dependiendo de la librería van a encontrar algunos títulos y otros no, pero por la página web de Penguin, Buscalibre, Abducción o Santiago Ander pueden acceder a todos.