por Rodolfo Hlousek Astudillo
Y, ¿dónde irán a parar los libros? leemos en el arte de la poeta peruana Vanessa Martínez Rivero (Lima, 1979). A qué dirección de nuestra memoria se desplazan los libros; no distinguiendo entre plaquettes, cuadernos y folletos, ya que es soslayable el soporte, lo importante es comunicar con urgencia, con las manos sudorosas, con visiones y con el peso del discurso. Este libro en un solo aliento no da tregua. Es admirable su tesitura y su reiteración lo que le da un ritmo sostenido. Se inicia con el epígrafe: “¡Oh padre César/ ¿por qué no me has abandonado?”.
Un tercer ojo para el tiempo de la tristeza (Andesgraund poesía, noviembre de 2024) corresponde a la segunda edición luego de su publicación en Lima por la editorial Vallejo & Co. (2018). Lo que llegó a nuestras manos es una edición bilingüe, traducido al inglés por Suzanne Lapstun, editado por Bruno Pólack y Mario Pera; con imágenes para su portada e interiores de Claudio Ahumada Navarrete (C.I.A.N./ IG @c.i.a.n.catalogo). La fotografía de la autora es de Nadia Rain (IG @nadia_rain) y en cuanto al diseño, arte y diagramación, es labor de René Silva Catalán. El libro tiene una extensión de treinta y ocho páginas, con una versificación libre, correspondiente al cuarto libro de la limeña, después de los libros La hija del carnicero (2007; 2014), Coraza (2009), Cartografías de la carne (2012), además de «otros productos editoriales de libros» como la autora señaló en el capítulo dieciocho en El Podcast del Poeta de 2025, plataforma donde nos relata su método de escritura o la consciencia de la exploración en el lenguaje.
Martínez, profesional de artes escénicas, con desplazamientos hacia la música (con experiencias en Perú, México, España y, actualmente residente en Chile), es continuadora de una generación heredera del influjo de Vallejo [la columna de América según muchos poetas chilenos como Gonzalo Rojas], también de Jorge Pimentel, Enrique Congrains, Magda Portal, Carmen Ollé, María Emilia Cornejo y Blanca Varela (autoras de su constelación), incorporando elementos que nos inspiran a la innovación, recordándonos a Pimentel, quien desde mediados del siglo XX, elaboró ensayos, dirigió revistas -entre ellas la gravitante revista literaria Cero– y es autor de una obra poética que es revisitada en cuanto se refiere a los acontecimientos sociales ocurridos en Perú o en nuestro continente, desplegando además temas como la memoria, la identidad y la condición humana. Otra de las autoras que reconoce como parte de su generación y discurso es Roxana Miranda Rupailaf.
En La hija del carnicero revela el patriarcado y el machismo naturalizado con la cual conviven las mujeres latinoamericanas, cosificadas, víctimas de sistemáticos femicidios. La autora instala en su registro poético la noción de cuerpo como territorio y subjetividad. En cambio, en Un tercer ojo para el tiempo de la tristeza metáfora del colonialismo eurocéntrico sobre nuestros territorios de origen con la alusión a Roma, pero ésta en su desenlace debido a la revelada corrupción moderna y el saqueo colonial. Leamos: “Roma/ Roma que es igual al amor invertido/ Se nos incendia”. La poeta incorpora elementos de una neo vanguardia latinoamericana, a contrapelo de la reproducción técnica. Sobreviviente de los horrores que hemos sido capaces. Un tercer ojo o la filosa luz de la intuición en los tiempos de la ruina al decir de Marc Augé (2003). La escritura de Martínez Rivero, se nos revela un torrente de minerales, una deuda para su recuperación de nuestras geografías culturales o un canto ritual que transita bajo el sol y las lunas, creyendo que los Andes no es solo una materialidad silente. El virreinato es solo nominal, lo único real es calor de las palabras y sus expansiones sonoras, expresión barroca. Leamos dos fragmentos:
Roma
Roma que es igual al amor invertido
Se nos incendia
A la enemiga de los libros:
Esfera de los acalambrados sueños de los vivos
tallando sobre los ojos
desaparecidos que se amaestraron en sus páginas
Ella, la oruga cavadura se pregunta:
¿si no soy yo, dónde irán a parar los libros?
A vagar en el cosquilleo de la tierra porque el espacio y el tiempo,
pira de nuestra imaginación,
que intentando atrapar todos nuestros cuerpos,
nuestros nombres inventados,
han olvidado el principio bailarín de la luz picatodo
… Y no va a soltar el bosque
¿Qué tiene la furia de abrirse ultrasónica en nuestro sofá,
en nuestra cien/ y desesperación insomne/
para que le devolvamos el bosque?
Mientras tanto ella y su chirrido
nos hace capullo de lo que queremos olvidar
e inevitablemente
volvemos a escribir
Roma
Roma que es igual al amor invertido
Se nos incendia
*
La carnada golosinaria se menea entre las bajas intenciones
de su paseo solitario
En las calles
con rostro bueno o en la espera propicia de tu lugar feroz
donde el lobo se disfraza de rojo en su cueva
/son los primeros cuentos del amor borderline/
con las que se duermen las conciencias niñas
y sus conflictuadas preguntas sobre el bien y el mal
Se sienta muchas veces en tu mesa
e intenta mecer a tus hijos con su miembro
mientras ven la tv
y tú bendices la mesa bajo el ruego vergonzoso de un rezo
para que se vuelva olvido
reino de la unión familiar
El primer juramento del silencio también tiene
el rostro de una navidad famélica
Infernal mesías que cubre con su túnica
los sacrificios de sus animalidades en su pesebre dorado
En nombre de Dios y la patria
El sistema es un miembro enfermo
Que da pasos esquivos y tardíos para no tomar de su propia medicina
¡Señor no nos dejes caer!
¡No me dejes caer!
Por último, recordemos al ensayista Manuel Jofré en su libro Canon y Contra – Canon. Cursos y discursos de la literatura chilena quien nos señala: “nada le es ajeno a la poesía. (…) La poesía es creación de universo verbal. (…) La poesía está más allá del autor. (…) La poesía está más allá del yo. El lenguaje existía antes del autor” (2018, p. 226 – 227). Es lo que nos entrega Martínez, un transparente afluente de imágenes y códigos, para una reflexión crítica de nuestro continente en el siglo de oro de la poesía latinoamericana al decir de Héctor Hernández Montecinos. Un tercer ojo para el tiempo de la tristeza es un tejido de imaginación, de luz, cuerpos, bosques, retazos, dolor, de dolores libertados a través de la escritura y el fuego redentor.
Un tercer ojo para el tiempo de la tristeza (38 páginas), Vanessa Martínez Rivero (Perú), Andesgraund Ediciones, Edición bilingüe, Colección El ombligo del origen, noviembre de 2024.
Rodolfo Hlousek Astudillo Periodista, escritor y doctor en comunicación. Ha escrito libros de poesía, artes visuales y ciencias sociales. Obtuvo el premio de la crítica en el XXIII Concurso nacional de arte y poesía joven de la Universidad de Valparaíso el año 2003 y fue premiado el año 2010 en el concurso Construyendo ensayos para el Bicentenario, organizado por la Facultad de educación, Ciencias sociales y Humanidades de la Universidad de La Frontera. Invitado a publicar en revistas y antologías poéticas en Chile, Colombia, Perú, Argentina y Cuba. Participación en seminarios de migración, musicología, educación, literatura, en Brasil, Chile, Argentina y Uruguay.
Sobre la autora:
Vanessa Martínez Rivero (Lima, Perú, 1979). Poeta y cantante. Fue la vocalista del grupo punk-rock TsunamiKill. Ha publicado los poemarios La hija del carnicero (Editorial Zignos, Lima 2007), Coraza (Av. de Sapere, Trujillo 2009), Carne (Editorial Melón, Buenos Aires 2012), Cartografías de la carne (La one hit wonder, Guayaquil 2012), La hija del carnicero reedición (El viaje – La rueda cartonera, Guadalajara 2014), Redondo (Ediciones El Viaje, Guadalajara 2015), Redondo reedición (Lustra editores, Lima 2016), Un tercer ojo para el tiempo de la tristeza (Vallejo & Company, Lima 2018), Redondo y un tercer ojo para el tiempo de la tristeza reedición (Casa de poesía de Costa Rica, San José 2019). Arte-Facta, Selección Multilingüe (Vallejo & Company, Lima 2021), ganador del fondo de representación de autores del MINCUL (Perú,) en el Sangam Fest de la India. Su poesía ha sido traducida a varios idiomas y ha participado en festivales en distintos continentes.