Por Joaquín Escobar
En revista Lector conversamos con Esteban Catalán sobre El gran libro de las camisetas de los mundiales, un trabajo en conjunto con el ilustrador Francisco Ruiz, que da cuenta de las poleras que usó cada selección durante las copas del mundo. Un texto detallado que abarca historia, memoria y nostalgia.
—¿Cómo surge El gran libro de las camisetas de los mundiales? ¿Cuál es el kilómetro cero?
—El proyecto se inició varios años atrás, al descubrir el trabajo del ilustrador Francisco Ruiz, que dibujaba camisetas de fútbol con un detalle fuera de lo común, casi en tamaño real. Nos contactamos para concentrarnos en un proyecto que unificara ese trabajo con la recuperación más documentada posible de uniformes de fútbol antiguos. Una perspectiva que ofrece el libro es observar cómo los colores y los símbolos de las camisetas, y por extensión de las naciones que representan, van cambiando o sosteniéndose a través del tiempo.
—En el mundial del 50, Brasil jugaba con una camiseta blanca. Después de perder la final, nunca más volvieron a utilizar esta casaca. Las poleras de fútbol traen consigo historias, anécdotas, nostalgias.
—En Brasil se considera que la camiseta blanca, después del Maracanazo, ya no tiene que continuar. Y se abre un concurso para que todos puedan enviar su diseño y el ganador es un chico de 18 años, Aldyr García Schlee, que era un ilustrador en un diario de provincia en Río Grande do Sul. Esa es una historia muy particular, porque se supone que García Schlee hinchaba por Uruguay. Y murió en 2018, precisamente el día en que Brasil y Uruguay jugaron un amistooso en Londres. Fue homenajeado con un minuto de silencio.
—De todas las camisetas, ¿cuáles son las más curiosas? Hay una de Colombia de color azul oscuro que utilizó para el mundial de Chile 62, que resulta bastante llamativa.
—Colombia ha utilizado diseños de azul, blanco, naranja o con una franja con los colores de la bandera. Pero hay casos muy particulares de selecciones utilizando camisetas de clubes en los primeros mundiales, como Argentina jugando de amarillo en 1958 o Francia de albiverde en el mundial de 1978. Son episodios que a día de hoy parecen inimaginables.
—Me parece que, en las camisetas de clubes y selecciones, los hinchas pueden ir recorriendo su vida. El fútbol como un fenómeno que repercute en lo biográfico.
—Algunos amigos tienen esta tesis de que quienes siguen el fútbol miden su vida en Mundiales o Copas. Dicen: ‘me acuerdo que fue en 2014 porque era el Mundial de Brasil’, por ejemplo. A veces no te sabes cumpleaños pero sí fechas de tu equipo. Al mismo tiempo me parece que muchos y muchas no pueden diferenciar sus jugadores favoritos de ciertos momentos de la vida en que fuimos más feliz, generalmente en la adolescencia o en la niñez. También, al mismo tiempo, cada evento en el futuro vuelve a abrir una ilusión porfiada, como cuando se es cabro chico también.
—¿En qué proyecto se encuentran trabajando actualmente? Podría hacerse algo similar con camisetas del fútbol chileno.
—Un posible proyecto que hace sentido para el futuro es repetir este esfuerzo pero en un gran atlas del fútbol chileno que unifique detalle y calidad de los diseños, y para eso me parece que lo que hace Francisco Ruiz es inigualable. En los últimos años se ha venido haciendo un rescate de los clubes en Chile, de clubes chicos y grandes, y reflejar eso en un libro gráfico podría ser un buen corolario para recordar por qué nos gusta este juego de antes de que cambiara hasta quedar irreconocible por la mezcla de codicia y estupidez actual que encuentra su expresión natural en la violencia.






