Sábado, Mayo 24, 2025

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Cristián Cristino: «La propuesta del texto hay una intención de subrayar un estado de colapso tecnológico»

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Para Cristián, llegar a la escritura fue mediante la reflexión de las escrituras que uno lee durante la vida. También pasó por otra forma de escritura (la teatral) para pasar a la ciencia ficción. En esta entrevista, nos habla de su libro Los Retornados, que sacó con la editorial Imaginistas, y nos comenta sobre su admiración hacia Mariana Enríquez, la escritora trasandina, sobre las víctimas de detenidos desaparecidos y acerca del premio que ganó hace pocos meses (Caudal). Bienvenidos a leer la entrevista a Cristián Cristino.

 

—¿Cómo llegaste a la escritura, a la literatura y a la ciencia ficción?

—Pensando en un recorrido como el que propone tu pregunta, creo que el origen es siempre la lectura. Me es difícil concebir la escritura si no es como fruto de la experiencia vital que es la lectura. Nuestra escritura es expresión de nuestras lecturas. Durante mucho tiempo, mi oficio estaba totalmente dedicado a la escritura teatral, y si bien la dramaturgia será siempre mi primera militancia, desde hace un par de años, he trabajado para transitar hacia la narrativa, que es un territorio escritural en el que me siento muy comprometido (lo que no impide que explore otros territorios, de hecho Los retornados es también para mí un viaje en ese sentido).  Me es más difícil responder por la ciencia ficción, ya que ha sido en mi caso un camino indirecto y del que no he sido muy consciente. Más de una vez me ha sucedido que me he «enterado» que una obra mía pertenece al género de la ciencia ficción gracias a la mirada de un otro que me ha leído, aunque cueste creerlo. En todo caso, intentando explicar este síntoma, me arriesgo a ensayar que la ciencia ficción es solo una manera, un filtro con el que se observa la realidad; todo lo demás son tensiones estilísticas.

—Este libro puede ser considerado una reclamación histórica. ¿En qué medida la ciencia ficción es un lugar para ello?

—Si es que defiendo la idea de una ciencia ficción como filtro o frecuencia para percibir la realidad, entonces creo puede ser un espacio potente para visibilizar reclamaciones históricas que puedan acompañar aunque sea desde el espacio de lo privado (por la relación básica libro-lector) a procesos colectivos reivindicadores. La ciencia ficción que me convoca tanto en la lectura como la escritura no es la que acierte con mayor precisión los artilugios tecnológicos que estarán en boga en cincuenta años más, sino aquella en la que sus autores piensan, problematizan y desafían su presente (que por supuesto está tensado por la herencia del pasado y por la ansiedad ante el futuro).

—¿Cómo nutre tu formación teatral a tu imaginario literario?

—La dramaturgia es el origen y centro de mi oficio como escritor, y como también determinó mi formación como lector, los referentes que nutren mi imaginario literario provienen del teatro. De niño leí todo Sófocles, todo Esquilo y bastante Eurípides, por lo que es posible que la tragedia sea para mí la mayor expresión de la escritura como estructura, como síntesis y como fuerza. Creo que la tragedia es un dispositivo escritural tan atractivo que invita a replicarlo metamorfoseado desde nuestra contemporaneidad (y todos los géneros y subgéneros) aún con todas las limitaciones de vivir en un tiempo sin dioses ni héroes. El ansiado deseo es entonces encontrar la tragedia en un tiempo en que la tragedia pareciera extinta.

—¿Qué referentes literarios se encuentran acá?

—Soy uno de los muchos que admiran a Mariana Enríquez, además, su éxito es también éxito para el archipiélago de autores de la región que defienden una invisibilidada tradición de escritura no mimética. Entre las características que más admiro de su obra es justamente como trabaja con los horrores de su época (que también arrastra el peso de su pasado), en piezas que les presta una presencia que trastoca los límites de lo conocido y les ilumina con la ominosa luz nocturna de género del terror. Sin embargo, hasta este momento no había leído Chicos que vuelven, lo que agradezco porque me permite hoy entregarme con la libertad del lector a esta obra tan necesaria.

El referente explícito y primero es el universo Blade Runner construido por la obra de Philip K. Dick y mis preguntas a situaciones poco desarrolladas o tan solo mencionadas. Preguntar y repreguntar ¿Qué pasaría si es que…? E intentar llevar al límite estas preguntas, motor de este y de cualquier proyecto. Referentes directos han sido Aniara de Harry Martinson (1956), Las ovejas radiactivas de Kolimá de Ana Tapia (2018), y de manera muy puntual y fundamental, la figura del autómata en su evolución técnico-histórica, y en la genealogía artística según E. T. A. Hoffmann (El hombre de arena, 1817) y Jacques Offenbach junto a Jules Barbier y Michel Carré (Los cuentos de Hoffmann, 1881). De manera más puntual también hay citas a tipos de escritura específicos de adivinación (tarot y astrología), a un histórico diccionario de símbolos y a un cuento de Nona Fernández.

—¿Cuál es el tema relevante al abordar acerca las víctimas de detenidos desaparecido en tu mirada?

—Si bien el término que se impone es el de víctima de desaparición forzada, el nombre de detenidos desaparecidos sigue vigente en la sociedad al ser la expresión que por más tiempo ha acompañado la lucha de sus familiares por encontrarlos con vida. Establecer la verdad sobre el destino y paradero de estas personas debería ser un compromiso si es que queremos construir una sociedad decente, y la literatura en particular, y el arte en general han sido agentes importantes de este compromiso. La literatura ha sido un terreno fértil para esta reflexión, y me parece que el desafío actual es encontrar nuevas formas para mantener viva esta reclamación de justicia. Y en esto, la ficción especulativa tiene mucho que aportar.

—Hay una pregunta ética sobre quienes retornan… ¿Por qué?

—La pregunta ética es fundamental para una premisa como la de LOS RETORNADOS: ¿Cuáles son las consecuencias de traer desde una reconstitución genética a los desaparecidos por la violencia estatal durante la última dictadura? ¿Cuáles son los alcances de un plan como este? ¿Por qué algunos sí y otros no? Llevar al límite estas preguntas fue parte fundamental a la hora de estructurar el trayecto del plan escritural y espero que algo de esta discusión interpele a sus lectores.

—Hay un despacho, se usa la IA. Es y no es quizás nuestra sociedad. ¿Qué rol tiene el modelo neoliberal en este relato? ¿Cómo atraviesa política y quizás técnicamente el relato?

—Al ser una historia de autómatas que destinados a encarnar a los desaparecidos, la técnica es también ética, y en la propuesta del texto hay una intención de subrayar un estado de colapso tecnológico que no dista tanto del tiempo en que vivimos. Para esta pregunta quisiera de alguna forma apelar a las reflexiones de Mark Fisher, pues es uno de los que con mayor lucidez han explicado un sentir (o “malestar”) de época: El capitalismo atraviesa la escritura al precarizar el trabajo creativo, absorber el tiempo y bloquear la posibilidad de imaginar alternativas al sistema. El capitalismo, su expresión neoliberal (también habría que considerar la pertinencia de un término que se está usando mucho últimamente que es el “tecnofeudalismo”) no solo domina la economía, sino también la cultura y la subjetividad, afectando los procesos creativos. Todos sentimos cómo la ansiedad y la depresión, síntomas del neoliberalismo, limitan la capacidad de escribir y de imaginar lo nuevo, sumiendo a la literatura en una crisis donde el pasado regresa como un espectro y la creatividad se reduce a la remezcla nostálgica (no es casual que muchos autores estemos mirando siempre al pasado), sin embargo, la escritura es también un espacio de resistencia, un espacio crítico y reflexivo en el que es posible desnaturalizar el capitalismo, abriendo la posibilidad de recuperar la imaginación de futuros distintos. Es esta encrucijada conceptual la que intento explorar en LOS RETORNADOS.

—Sobre lo estilístico. No sé si es algo que haya que develar. A veces creo que es mejor que opere, pero acá tú hiciste, entre otras cosas, un uso especial de la puntuación. También la abolición de la mayúscula. ¿Por qué?

Todas esas propuestas fueron discutidas con Dana Lima (la editora) y con Donald McLeod (Imaginistas) y estoy muy agradecido de que hayan quedado en el libro publicado. Para mí, la técnica de la escritura es primeramente musical —más que nunca en un texto como LOS RETORNADOS—, por lo que me preocupa que la grafía induzca de la manera más certera posible a la musicalidad que intento desplegar, casi como una partitura. De ahí la puntuación, que los textos estén en bloque o caigan y la uniformidad de las minúsculas (que pretenden unificar un tono), y que además refiere a la obra de Elfriede Jelinek que hace del uso de las minúsculas toda una declaración de intenciones.

—¿Con qué «saldo» te quedas post conmemoración de los 50 años, post lanzamiento y actual circulación de tu libro?

—La conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado la estuve siguiendo con mucho interés, pero a veces también con cierto recelo. Me llama la atención ese fervor que tenemos por los números redondos. Es importante y valioso todo lo que se hizo en el 2023, pero, ¿es más importante que lo pudo hacerse el 2022 o el 2024? La preservación de la memoria no puede limitarse a cierta cantidad de años o a ciertas fechas, es por eso por lo que agradezco la posibilidad de publicar una obra como Los retornados porque me permite discutir y reflexionar de estos temas más allá de un período limitado y cerrado.

—Y sobre el premio de Caudal, ¿Cómo lo recibes?

—Con mucho asombro. Con felicidad. Con agradecimiento. Asistir a Caudal: 3° Festival del Libro Independiente Valdivia fue una experiencia hermosa, y coronar el evento con este premio (primer lugar libro de poesía 2023-2024), es un cierre increíble, teniendo en cuenta que no es un premio que apunta a destacar solo a una autoría (en este caso la mía), si no que reconoce el trabajo colectivo incluyendo las labores de editores, ilustradores y todos quienes hacen posible un libro. Valdivia tiene una tradición y una constelación de poetas muy potente, por lo que ser premiado allí es un espaldarazo importantísimo a un texto que comenzó de manera tan vacilante como lo fue el primer trazado de esto que hoy es Los retornados.

Francisca Gaete Trautmann
Francisca Gaete Trautmann
(Santiago, 1985) Periodista de la Universidad Gabriela Mistral. Ha trabajado para revistas, televisión y medios online. Ha seguido cursos de escritura creativa. Le encanta escribir, escuchar música. Vive en Santiago.

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