Un anciano y retirado capitán y su nieta protagonizan esta hermosa historia acerca del amor y el perdón. La obra escrita por el actor y dramaturgo Felipe Zambrano Miguieles cuenta la historia de un viejo marino que pasa los días esperando el llamado de una amiga con la que ha perdido contacto.
El duro capitán no logra entender la razón del alejamiento. Nora, su nieta que ha venido a pasar junto a él las vacaciones de invierno, descubrirá el motivo de la angustia de su abuelo e ideará un plan no solo para que el viejo capitán recupere su amistad perdida, si no para ayudarlo a conectarse con su sensibilidad y reconocer que el perdón es el paso necesario para aliviar su escondido sufrimiento.
La obra muestra el intercambio generacional del abuelo y su nieta, quienes van confrontando sus distintas visiones acerca de la vida y la forma de expresar los sentimientos, mientras va develando lentamente una historia del pasado que entre boleros, risas y silencios va conmoviendo al espectador mientras se acerca a su desenlace.
Una maravillosa historia que cuenta con las actuaciones de dos experimentados actores que encarnan de modo extraordinario a sus personajes, Eduardo Barril y Luz Jiménez, acompañados de las jóvenes y talentosas actrices Colomba Larraín, Pascale Zelaya y Federica Larraín, un piano en vivo ejecutado por José Tomás Moscoso, y una particular tortuga que se transforma en una pista importante para entender la relación del capitán y su amiga, hacen de esta obra un hermoso panorama familiar.
El montaje a cargo de la compañía de Teatro Fa puede verse de viernes a domingo hasta el 29 de octubre en Teatro Mori en Barrio Bellavista.
Las entradas están a la venta en Ticket Master.
Interesante obra, pero no maravillosa y sí estereotipada. No son frecuentes en Chile obras de teatro que tengan a adultos mayores como protagonistas. Gran rol de Eduardo Barril, en realidad él es la estrella, además que su papel da para el lucimiento. Luego está el personaje de su nieta Nora,. también destacada. Pero el papel que le entregan a Luz Jiménez es muy deslucido (hablo de su personaje), la actriz se ve poco y nada en acción, no tiene parlamentos casi. Y para peor, es un personaje que el dramaturgo quiso estereotipar. Una anciana con Alzheimer ¿no tenía algo más novedoso?. Por momentos la obra llega a emocionar, pero tiene un final lastrado por lo ya señalado del personaje femenino mayor. Buen acompañamiento del piano y original forma de presentar y narrar la historia. El lenguaje inclusivo está de más como elemento diferenciador inter-generacional (si es eso lo que se buscaba). El “todes” llega a ser ridículo. ..
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