La literatura de Daniela Catrileo se ubica en los márgenes. En los tres escritos de Piñen apreciamos vidas desplazadas por el mal entendido progreso. Hay un pobreza descarnada que no se guarda nada. No hay impostación ni maquillaje, la autora expone las vísceras de vidas cansadas y violentadas, totalmente determinadas por un sistema de libremercado que los gobiernos de la Concertación nunca dejaron de perfeccionar.
Más allá de la brutalidad del hambre y la precariedad de vidas apagadas en las cuales hay suicidios, abusos y traumas, el texto de Catrileo también golpea al lector por la violencia simbólica que observamos en cada uno de sus párrafos. No todos son maltratos físicos, también la espiral de barbarie está determinada por la escasez de oportunidades en un país donde el rol del estado ha quedado reducido a cero.
En Piñen el territorio no es solo un espacio, también es un cuerpo impregnado con las huellas de la muerte, por lo mismo el de Catrileo es un libro en el que la biopolítica tiene un papel preponderante. El daño al cuerpo (colgamientos, balazos, perros muertos, violaciones) son el eje de esta cuadratura. En «¿Han visto como brota la maleza de la tierra seca?» se juega con la corporalidad de Jesús en tres momentos: figura religiosa, adolescente narcotraficante, suicida temprano.
Más allá de la narración misma, hay un espacio para hablar de adolescencias e infancias ajenas a cualquier tipo de épica y felicidad: «En esos años la guata vacía la llenábamos con galletas del gobierno a la hora de la leche, tipo cinco de la tarde. O si teníamos más suerte, pan con embutido. Un paté de menudencias de animales con menos suerte o tal vez más que nosotros. Nos peleábamos ese pedazo de marraqueta dura con una pasta anaranjada, que muchas veces olvidábamos en los bolsillos, dejando una espeluznante mezcla de hongos y pelusas al final de la semana».
Un libro necesario, angustiante y perturbador que al modo de la cámara documental va narrando verdades, construyendo un archivo que es la radiografía de un país que entre todos debemos comenzar a cambiar.
