Miércoles, Marzo 26, 2025
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Alejandra Moffat: «Siento que “Mambo” rondaba como un fantasma en mi escritura»

 

Alejandra conversó con Lector y nos contó sobre cómo va creando sus personajes, del proceso creativo de Mambo, un libro sumamente profundo que nos invita a entrar en una realidad misteriosa. Los dejamos cordialmente invitados a leer la entrevista.

 

—Cuéntanos de ti

—Me llamo Alejandra, pero cuando era chica, en una de las escuelas donde estudié en Concepción, me decían pollito con zapatillas y ahora los amigos me dicen Moffat, Moffita, Mofarafa, Mufasa, Mofin y otras variantes. Me gusta comer, escribir, dibujar y bailar. Mientras escribo casi siempre escucho música. Para corregir leo en voz alta. Me gusta escribir guiones de ficción, animación y documental. Me fui a vivir a México hace 8 años. El 2022 he pasado más tiempo en Chile que allá.

—¿Cómo fue el proceso creativo a la hora de escribir el libro?
—Fueron muchos años. Al comienzo escribí varios borradores de la novela, pero no me gustó nada. Desconfío cuando en un proceso creativo se pierde el instinto y en algún momento del proceso lo perdí por completo. Era una escritura tiesa, completamente racional y que de algún modo pretendía aleccionar al lector sobre algo. Una voz autoritaria y al mismo tiempo, condescendiente y miedosa. Dejé de escribir y me puse a dibujar, y así, pude relacionarme mejor con Mambo. Después tomé un taller de escritura autobiográfica con César Tejeda en México, que es un escritor que forma parte del equipo de editores de Ediciones Antílope junto con Jazmina Barrera. Él hablaba de encontrar un centro gravitacional. Yo lo miraba de reojo porque soy bastante dispersa y me cuestan esas cosas. Cuando logré tener un borrador con el que estaba conforme vino el diálogo con Diego Zuñiga, y con esas conversaciones que además eran muy entretenidas, pude reescribir con libertad.
Ayer en un cumpleaños, una amiga me decía que un libro siempre tiene detrás un trabajo colectivo, y encuentro que tiene toda la razón, desde los comentarios de los otros editores de Montacerdos (Juan Manuel Silva y Luis Aliaga), el diseño del libro (Ximena Morales), la creación de la portada (León & Cociña). Entonces al igual que en los créditos de una película donde uno se da cuenta que detrás hay el trabajo de muchas personas, en los libros también.

—¿En qué te inspiraste para llevar a cabo a los personajes?
—Los personajes siempre tienen algo impredecible, caótico en su esencia. Nunca los pienso en términos de si son buenos o malos. Los conozco a través de sus acciones y al mismo tiempo sé que tienen abismos que muchas veces no pueden ni tienen el tiempo de ver ni menos de analizar, pero que los lectores podemos llegar a intuir sin tampoco tener que definirlos del todo. Como pequeños espacios que se abren que nos pueden posibilitar impresiones sobre lo que estamos viendo.

—¿De dónde sacas tanta imaginación para crear la historia de Mambo?
—Me acordé de algo. Después del terremoto y maremoto de febrero del 2010 viajé a ver a mi familia, yo vivía en Santiago en ese momento pero ellos seguían en Concepción. Fuimos en auto a Dichato. De repente, a tres kilómetros del mar, en mitad de una explanada gigante de pasto, un barco grande parecía intacto. Como si hubiera estado siempre ahí. Al lado, unos árboles caídos. Dichato estaba irreconocible. Solo habían quedado en pie los baños de algunas casas. Se notaba porque eran espacios pequeños, cuadrados y con restos de baldosas. En la playa había muchos perros que escarbaban en la arena. Estaban como locos, algunos se quedaban en un punto intentando hacer un hoyo profundo en la arena, otros iban de un lugar a otro, olfateando. La mayoría le ladraba a algo que parecía estar bajo la arena. Había también una retroexcavadora enorme a la orilla del mar, sacando escombros. Era una imagen rarísima que se me quedó grabada. Pensé en qué cosas habían escondidas bajo la arena. Siempre hay algo que queda fuera de nuestro alcance y que nos hace imaginar cosas.

—¿Qué significa para ti Mambo?
—Fíjate que fue como dejar un tabú. Siento que Mambo rondaba como un fantasma en mi escritura. Cuando empecé a escribir dramaturgia hace 17 años, había una rabia y un dolor que se colaban de formas tal vez poco claras, escondidas. Y siento que escribir Mambo, fue como darles un lugar, poder nombrarlas al fin con las palabras que necesitaba hacerlo.

—¿Cuál es la diferencia entre los adultos y las niñas?
—El tamaño y por lo mismo, el punto de vista que tienen respecto a la acción. Uno podría pensar que solo las niñas viven entre medias verdades y medias mentiras, pero en otra dimensión, los adultos también. Y eso me interesa mucho.

—¿Qué simboliza la familia en Mambo?
—Es sobrevivencia. Ternura y locura. Es dolor y distancia irreparable también.

—¿Cómo nace esta historia?
—Cuando era chica sentía mucha envidia de las amigas que habían vivido en una casa toda su vida, les preguntaba cosas como: ¿pero hace cuánto duermes en la misma pieza?, ¿y te sientas siempre en el mismo puesto de la mesa?, ¿y ese juguete lo tienes desde cuándo? y ellas me miraban un poco extrañadas mientras respondían mis cuestionarios. Después vino la rabia cuando empecé a escuchar cosas sobre el amor, me daba rabia que se dijera que el amor nace de la confianza y de una especie de armonía, del sentirse bien con uno mismo y con el otro. Me picaba al escuchar eso. De que el poder de todo estaba dentro de uno y en la acertada comunicación con un otro. También me picaban los comerciales. Que si usabas tales zapatillas tendrías más libertad. Sentía que cuando se hablaba en esos términos se estaba negando toda nuestra historia y era incómodo. Me violentaba escucharlo. Venimos de una historia de terror. Donde había un aparato organizado para la crueldad. Pensado en términos funcionales, habían montado organizaciones en todo el país para la detención, tortura, asesinato y desaparición de personas. En ese contexto, de brutalidad, de miedo y de dolor, estás orillada a amar de otras formas, a cuidar de otras formas. Eso no se ha transformado, se está luchando para no seguir viviendo en un contexto tan difícil, donde heredamos tantos dolores, desconfianzas y tristezas, donde uno obviamente intenta amar y ser feliz en la vida, pero que es muy difícil. Y eso me parece injusto y doloroso. Me da rabia. También hubo un cambio del miedo a la aventura. A confiar más en la aventura. Y en el proceso, la esperanza de que las cosas vayan por fin a cambiar. Eso espero.

—¿Dónde podemos encontrar el libro?
—En la página de la editorial Montacerdos, y como la distribuye Big Sur, en distintas librerías de Santiago y regiones. Y en Busca Libre se puede comprar desde el extranjero.

 

Francisca Gaete Trautmann
Francisca Gaete Trautmann
(Santiago, 1985) Periodista de la Universidad Gabriela Mistral. Ha trabajado para revistas, televisión y medios online. Ha seguido cursos de escritura creativa. Le encanta escribir, escuchar música. Vive en Santiago.
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