En revista Lector conversamos con Álvaro Campos sobre Negocio familiar, su nuevo libro. Un texto híbrido, a medio camino entre el ensayo y la novela, que problematiza la idea del ocio y el negocio desde la sociología, la literatura y la filosofía.
—Me parece que en Negocio familiar juegas con el límite de los géneros literarios. Es un ensayo, pero también podría no serlo, es un libro de cuentos que a ratos se convierte en novela, son citas y anécdotas de libros que bien podrían ser las entradas del diario de un lector. Hay una plasticidad de formas narrativas.
—Es el formato y estilo donde más me siento cómodo. La escritura fragmentaria que sin embargo tiene una idea central que la mueve y explica sus partes. Es el estilo montaigneano que se ha mantenido hasta nuestra época. También el de Nietzsche y los moralistas franceses. Los géneros híbridos se han impregnado en todas las artes. Pienso, por ejemplo, en el cine y los falsos documentales.
—Tu libro tiene muchas referencias intelectuales (Kant, Marx, Cioran, Foster Wallace, Camus, entre otros) y también referencias a la cultura popular (el Chino Ríos, los canales de Tik Tok, los billetes falsos de veinte lucas y la palta Hass). Hay un juego híbrido en donde la cultura funciona como un todo, un mapa que se expande dentro de un mismo espacio.
—El mundo de la referencia y las citas que yo de joven veía en Godard y que hoy, por ejemplo, replica Tarantino. Es la idea de tratar a tus escritores favoritos como amigos. Así jugar con ellos a interrogarlos, a completar las ideas, incluso a que hablen por uno. También la idea de Walter Benjamin de crear un libro completo solo de citas. Me permito, como recurso humorístico y cabalístico, poner al mismo nivel una frase de Plutarco que la de un verdulero.
—Resulta interesante lo que expones de Camus y su relación con el arco y la vida. Si jugaste bien todo el partido y te comiste el gol en el minuto 90, lo que va a quedar en el imaginario cultural es el error que comiste. Me parece que así funcionan, lamentablemente, las sociedades actuales. Siempre va a quedar el error y la mancha más allá de lo que anteriormente se haya hecho.
—De hecho Camus dice algo terrible: los hombres mueren y no son felices. El partido de la vida siempre se pierde en el minuto 90. Hay que prepararse para ello. Hay que disfrutar el pequeño triunfo (o el triunfo imaginario) , pero nunca hay que olvidar que nos harán el gol a última hora. Lo peor para los equipos de fútbol y para la vida misma, es que de la tribuna les canten «Ole» cuando van ganando fácil. La vida misma también cae en esa tentación. Gritarse ole cuando uno cree que va ganando.
—«Entonces recuerdo que el gran impulso de la civilización no es el conocimiento, ni menos los libros. Es el ocio». El texto, entre otras cosas, habla sobre la idea del ocio como un lugar que atraviesa lugares y contextos, algo así como una forma de vida.
—Negocio y ocio van emparejados desde los griegos. Son antítesis y derivan del mismo concepto. Tener o negar el tiempo libre. Es significativo que el libro se titule Negocio (negotium ), cuando es un estado completamente reñido con el espíritu, que niega ese espacio y tranquilidad imprescindible para pensar, como exigía Platón. Hannah Arendt dice que toda la teoría política que escribió Platón, la hacía para ordenar (someter) a los ciudadanos y así generar el espacio idóneo para que los filósofos salieran de la caverna, «salida» que en el fondo es el símbolo de la tranquilidad mínima que se requiere para pensar. La política es un pretexto para estar un poco más tranquilo dentro de un manicomio.
—Negocio familiar funciona como una guía de lectura, ¿te parece que es una obra dirigida a escritores y lectores o hay un público mayor?
—Creo que no va dirigido a ningún grupo en particular. Trata de reflejar la vida de un barrio popular, sus rutinas y evolución de consumo. Sus deseos. No hay floritura ni metáforas forzadas. No pretende ser bello. A lo más ameno. Yo no puedo escapar al realismo. Cuando me elevo mucho en el lenguaje recuerdo el sabor de un pescado frito y aterrizo.
—¿Cómo se produce tu paso de a Planeta?
—Se dio natural. No lo busqué. Los textos interesaron a Juan Manuel Silva, el editor, y trabajamos juntos en el concepto que queríamos para el libro. Estoy muy satisfecho de ambos libros, el editado por Laurel y el de Tusquets.
Dice Heidegger que el pensador solo piensa una sola cosa. No me desagrada esa idea. Armar muchos libros pero en el fondo para decir lo mismo.