Un breve repaso por la biografía de Hugo Lepe es ya en sí mismo un relato que antecede a su obra. Su último editor lo define como un escritor «polémico» y «contracultural» que se adscribe con maestría al llamado realismo sucio de la primera mitad del siglo XX estadounidense, que hizo famosos a escritores como Fante, Carver o Bukowski.
Lepe no rehuye de sus referentes e instala este conjunto de seis cuentos en esa tradición, abriendo un abanico de personajes que se sumergen con osadía en un mar de transgresiones sociales, movidos por el placer, el deseo fugaz o el desenfreno provocado por el consumo desmedido de drogas o alcohol.
Los relatos son crudos, sin consideración por sus personajes, desgarrados, denostados y heridos según sea la circunstancia en que se involucran unos con otros. Amores furtivos mezclados con estupefacientes, drogas duras, violencia sexual, que solo sirven para esconder una triste y fatal soledad que alimenta el ejercicio de la escritura.
Porque la escritura es liberación y un personaje más de estos cuentos que conducen al lector una y otra vez al espacio de escape de los personajes, a laberintos de la mente adormecida o abierta a un nuevo estadio. Un lugar donde la búsqueda de sentido es una constante.
Jorge Mateluna es el punto de encuentro en este mundo inconexo, una voz que se mueve y sobrevive entre relatos nocturnos y una oscuridad propia de la locura, moviéndose siempre de un lado para otro, insatisfecho, con la abierta ambición de convertirse en un escritor reconocido, quizás como una forma de ser valorado, amado o simplemente conseguir una compañía trascendente.
El autor ha construido un universo propio, donde el espacio habitado no está en el exterior, si no hacia dentro, que puede partir en un cuarto oscuro donde el alcohol, la droga o el placer carnal son el pasaje a un lugar que puede ser el infierno o la redención. En ese territorio es donde cuestiona a fondo las relaciones humanas.
Lepe narra con soltura los pasajes más sórdidos en que ha dispuesto a sus personajes, mezclando quizás parte de su registro biográfico, sus lecturas y sus referentes filosóficos, con un lenguaje descarnado, a ratos pornográfico, pero que sirve fielmente al relato apasionado de sus creaciones.
Inconexia Reloaded I tensa el pulso de los deseos y escarba en el sinsentido de la existencia, ya sean mujeres jóvenes u hombres viejos, todos salen por un momento al borde de la carretera, y dan cuenta de su fragmentada realidad. La verdadera fatalidad es estar conscientes de que el amanecer llegará en forma inevitable.