Desde contar historias, ya sea en cuentos, anécdotas o en guiones, Karo relata lo que ve y lo que siente de una forma coherente, encantando al lector. Con Morenidades muestra realidades que la llevaron a escribir esta antología de cuentos en el que se une un poco la esperanza y la rabia. Aborda temas desde el Estallido Social, la figura de la mujer, entre otros, cautivando en un ciento por ciento.
—Cuéntanos de ti
—Soy Karo CP, tengo 43 años y soy chilena. Nacida y criada en la RM. Desde hace casi catorce años vivo en Recoleta. Siempre he habitado del centro a la zona norte de Santiago: Independencia, Huechuraba (en la Las Bandu, no en la zona «aspi», favor no confundir) y cerca de la Plaza de Armas.
Tengo dos perros: Rock Bailer y Kale Tucapel; dos gatos: Pangi y Floyd; y una gata que se llama Kury Chita Máslindadelmundo.
Lo que más me gusta en el mundo es leer mientras acaricio a mis animales y tomo un café o una copa de vino (dependiendo de la hora). Además, me gusta contar historias de muchas formas: desde relatar anécdotas en reuniones sociales hasta escribirlas en guion, dramaturgia o narrativa.
También hago deporte: corro, nado y ando en bici. Me encanta ver cine y series; ir al teatro, ojalá en compañía de mis amistades para comentar después.
En cuanto a música, soy súper ecléctica, me paseo por todos los estilos y épocas. He enloquecido a más de una persona expuesta a mi playlist aleatoria, cuando se someten al salto de Violeta Parra a System of a Down, por poner un ejemplo simple.
En otras preferencias, puedo decir que soy de charquicán, tomaticán, legumbres y pescaditos, de preferencia Albacora. Me gustan los sánguches y no como nada dulce porque el azúcar me da asco (excepto en el pisco sour peruano). Me encanta que me inviten a comer, pero me pasa poco.
Como escritora pertenezco a los colectivos: Ergo Sum, REM (Red de escritoras de microficción) y a AUCH+ (Autoras chilenas). En mi faceta de guionista, trabajo con mi amigui y socio Nibaldo Maturana en la Productora Confetti.
Soy kuir, de izquierda y feminista.
—¿Qué te llevó a escribir este libro?
—Lo primero que se me ocurre es que fue una mezcla de rabia y esperanza.
Creo que no tuve la intención específica de escribir «este» libro. Más bien, desde mucho tiempo antes de Morenidades, tenía ciertas inquietudes que me daban vueltas y las traduje en ficción; incomodidades producidas por la percepción de inequidad, de injusticia social, de agobio, que no solo vivía yo. Tenía la sensación de que el elástico opresor se estiraba tanto, que en algún momento iba a cortarse y saltar para cualquier lado.
He habitado algunos lugares marginados por el sistema, he sido testigo de lo que produce el abandono social en las poblaciones, experimenté el despojo y la violencia del determinismo social. Creo que simplemente ficcioné lo observado en mi entorno. Morenidades es una antología de cuentos inspirados en personas comunes y corrientes, que viven historias y conflictos ligados a su contexto inmediato.
El año 2014 escribí una pieza teatral: El experimento fallido, donde trataba el descontento de un grupo marginado, que culmina en un estallido social liderado por un ser alienígena. Con esto quiero decir, que venía tratando el tema desde hace bastante tiempo y, por supuesto, durante el estallido me pasó lo mismo: escribí sobre lo que estaba viendo y viviendo.

—¿Quién hizo la portada de Morenidades?
—La portada la hizo mi hermano DeBoncar. Él es pintor, muralista, tatuador y aerógrafo. Cuando la editorial me dio la posibilidad de buscar artista para la ilustración de la portada, consideré que no había nadie mejor que él para traducir la narrativa en imagen. Porque vivió y fue testigo del mismo mundo, en muchos sentidos compartimos miradas; no en todo, por cierto, es normal, somos hermanos, hemos peleado mucho en nuestras vidas.
—¿Cómo ves al Chile actual a través del libro?
—Esta es una pregunta súper difícil. Porque veo lo que alcanzan mis ojos y eso es bastante limitado. Lo más cuático es que esta pregunta me la han hecho varias veces, así que intentaré una respuesta.
Lo primero que puedo decir es que es imposible borrar los hechos. Acá hubo un estallido a causa de diversas injusticias sociales, sucedidas con la complicidad compartida de las esferas del poder político y económico. Las razones que lo provocaron no han cambiado, se mantienen y, diría, se han profundizado luego de la pandemia y los dos procesos de reforma constitucional fallidos. El no querer ver lo evidente y tratar de transformar la historia a través de un discurso de criminalización del estallido, puede llevar a un peor resultado.
Me parece que, para las personas comunes y corrientes, la vida está muy difícil en su cotidiano: hay una tremenda precarización del empleo, la vivienda está impagable, comer es carísimo, la luz y el transporte siguen en alza, los derechos basales como salud, seguridad social y educación están casi completamente manejados por el mercado.
Reconozco mi mirada Santiaguina, y no me cabe duda de que la cosa se profundiza en el resto de Chile.
Además, ya no corre el famoso cuento de que hay que estudiar para que te asegures un bienestar, más bien, lo que te aseguras es una deuda. Gran parte de las universidades funcionan como industria, y, como nos queda más que claro, algunas son más bien una caja financiadora de grupos políticos.
Hoy, parte de toda esa asquerosidad sale a la luz (¡awante la prensa alternativa!), pero no es la primera vez que vemos la punta del iceberg. Eso sí, la mafia se ha fortalecido en todo este tiempo de impunidad. Esto evidentemente ha provocado una deslegitimación del sistema político, de los medios de comunicación, de la institucionalidad en un amplísimo espectro, porque incluye la deslegitimación del poder judicial.
El punto es que si realmente no hay un cambio sustancial, creo que nos vemos más probablemente enfrentados al fortalecimiento de populismos de extrema derecha, lo que tendrá como conclusión un nuevo estallido, que será mucho más fuerte.
Por mi parte, pongo la fe en la colectividad, en la red, en la vinculación barrial; creo que si nos unimos y logramos apoyarnos mutuamente desde las bases, podemos avanzar hacia algún lugar de bienestar.
—¿Cuál es el rol de la mujer en tu libro?
—Supongo que el libro refleja la importancia que las mujeres han tenido en mi vida. Siempre cuento la historia de mis abuelitas. Ambas tuvieron problemas de salud mental, ambas enfermaron del pulmón, ambas fueron abandonadas en algún momento de su vida, para ambas pasar por un hospital provocó un quiebre radical, ambas estuvieron marcadas por la crianza, ambas sufrieron el desamor de sus parejas, ambas se llamaban María.
Mi abuela paterna murió en un hospital siquiátrico, luego de una ducha de agua helada que terminó en neumonía. Mi abuela materna fue abandonada en el hospital de enfermedades respiratorias de Putaendo, que hoy es un siquiátrico, cuando era niña, y salió de ahí para unirse con mi abuelo. Ella fue educada por personal de la salud. Yo siempre la vi leer. Era inteligentísima aunque no estudió carrera alguna.
Por otra parte, mi madre, que tampoco pudo estudiar lo que quería porque su papá no la dejó, pese a heredar la inteligencia de mi abuela y a tener los medios económicos. Por eso, puso mucho énfasis en que a mí no me pasara lo mismo. Ella, mi abuela y mis tías, me sobre estimularon, fueron parte de mi formación de manera colectiva.
Luego, me he encontrado con grandes mujeres que han llegado a mi vida, de las que he aprendido mucho, como mis amigas de siempre, otras que he hecho desde la escritura y la mammaestra Pía Barros.
Por supuesto, he sido testigo del esfuerzo que hacen muchas por seguir adelante contra toda adversidad. Reconozco la fuerza y el ímpetu que viene de ellas: luchonas, acogedoras, esforzadas, que con las uñas quebradas insisten en rasguñar los murallones que les cierran el paso.
—¿En qué te inspiraste a la hora de crear a tus personajes?
—En lo que he visto y lo que he escuchado. Me encanta oír historias. Si bien todo lo que escribo en el libro es ficción, las narraciones están inspiradas en personas de carne y hueso o basadas en hechos que leí, que me contaron o de los que fui testigo. O en una mezcla de todo lo anterior. Por ejemplo, uno de los cuentos que más me comentan es «Pájaras desplumáh», que está inspirado en dos personajes reales con los que siempre me topaba cuando vivía en el centro. Lo que provocó la escritura fue que la mujer que robaba comida en los restaurantes, y que una vez le sacó el sánguche a una amiga mientras conversábamos en una terraza del Barrio Bellavista, en algún momento estuvo embarazada y, de pronto, la vi sin guata y sin guagua. Eso me hizo pensar en qué había pasado y desde ahí viene la ficción.
—¿Qué música te inspiró para escribir este libro?
—Yo le llamaría «la música octubrista». Música anterior que se volvió a escuchar masivamente (que nunca había salido de mi lista) como la de Violeta, Víctor, Los Prisioneros, Illapu, Quilapayún y Congreso. También Manuel García, Portavoz y Luanko, entre otras. Más canciones que se inspiraron en el contexto del estallido, como los trabajos de Mon, Anwandter, MC Millaray, Ana Tijoux, Arauko Rock, Ases Falsos o Elizabeth Morris.
—Hablas del Estallido Social, ¿cómo fue escribir sobre esto?
—Estaba sucediendo, era el contexto y yo soy una persona conectada socialmente. Entonces, ese evento histórico pasó por mí, lo viví como una más entre tantas personas a nivel nacional. Ahora bien, yo sí lo vi venir y lo recibí con mucha alegría. Aquel 18 de octubre, yo había ido al teatro con mi amigo Ariel, que además fue actor de mi obra, la que antes señalé. Me acuerdo que salimos del teatro a un Santiago distinto y él me dijo «Karo, está pasando lo que escribiste».
En la obra, yo hacía el personaje de la Alienígena que venía a destruir el sistema chileno, entonces cuando la primera dama salió con su frasecita, me dejó la pelota lista pal gol. Me vestí del personaje, me puse una bolsa llena de chocolates con un cartel que decía «Se comparten privilegios» y salí a regalar los dulces.
Por lo tanto, todo lo que escribí durante ese período, viene de ese pulso interno que habité y que compartí desde mi performance.
—¿Dónde podemos encontrar tu libro?
—Quedan pocos, pero aún pueden encargarlos directamente a la Editorial Asterión al correo editorialasterion@ gmail.com; en las ferias del libro en las que la editorial esté presente, lo que normalmente se avisa en el IG @editorial.asterion; también pueden encontrar Morenidades en la librería Recoletras y en el sitio buscalibre.
—¿Tienes nuevos proyectos?
Sí. Varios. Pronto se publicará el libro de microficción Umbrales, por Ediciones Sherezade, probablemente cuando salga esta entrevista el libro ya esté a la venta. Además, tengo otra antología de cuentos sobre violencia de género sin fecha de publicación todavía. Y actualmente estoy trabajando en una novela.