La hoja roja que recibe al lector al momento de abrir la novela «Masacre», del escritor peruano Charlie Becerra, parece ser una forma de prepararlo para lo que viene, el relato de un crimen torpe y alevoso que tiene como protagonistas a tres hombres, los asesinos, y a un grupo de ancianos, las víctimas.
Becerra construye un relato honesto y brutal de las horas previas y posteriores a la perpetración de un delito sin precedentes para la sociedad peruana, que impacta no solo por el nivel de violencia, sino por el hecho de que uno de los asesinos es nada menos que un menor de edad.
La novela narra en cuatro actos la absurda tragedia que cuesta la vida de un matrimonio adulto mayor, Pedro Sánchez Lara (82) y Jacoba Castillo Vásquez (85), y dos familiares, Agapito Castillo Vásquez (83) y Lucas Sarmiento Vásquez (77), hecho real ocurrido en el poblado de San Roberto, distrito de Chao, en el norte peruano en el año 2017.
La investigación en torno al caso logró establecer que los ancianos fueron asesinados a machetazos por tres individuos que ingresaron de madrugada a su domicilio con el propósito de robar una suma de dinero que, supuestamente, las víctimas guardaban producto de la venta de una propiedad. Los agentes del Departamento de Investigación Criminal de Virú, al que pertenece al distrito de Chao, pusieron todos sus esfuerzos en capturar a los culpables, los que finalmente fueron detenidos y condenados por la justicia por el robo, además del asesinato de los tres hombres y la violación de la mujer, la que falleció en las horas siguientes al asalto.
Becerra toma estos hechos y los dispone de forma que es posible ordenar su cronología, y por otro, indagar en las motivaciones y contexto en el que estos se producen. Una violencia inédita que tiene sus más profundas raíces en la pobreza y la marginación.
Desde este punto de vista es que Becerra organiza un relato correcto de los hechos, basados en una investigación propia y en los testimonios que pudo recoger para advertir al lector que nada de lo escrito es ficción y que todo ha «sucedido» en la realidad.
Un fiscal a punto de retirarse debe hacerse cargo de la investigación, marcando el punto de partida de la novela que desde las primeras escenas muestra sin ningún tipo de contemplación la magnitud del crimen. Los cuerpos de los ancianos son descubiertos por una mujer que frecuenta la casa y los cuida. Becerra pone en la voz de estos personajes el primer acercamiento a los hechos y luego hará desfilar por las páginas del libro a los hijos del matrimonio, a los vecinos y por supuesto que a los perpetradores del crimen, sus familiares y a los agentes del aparato policial y judicial.
Becerra expone los hechos sin juzgar, reconstruyendo el pasado de cada uno de los asesinos, jóvenes que han crecido entregados a un destino de miseria y carencias tanto económicas como afectivas que se cruzan en un pueblo en el que unos trabajan para sobrevivir mientras otros proyectan el descanso justo y merecido para una vida de esfuerzo.
Son dos realidades que chocan finalmente la madrugada en que se comete el asesinato y la ingesta desmedida de alcohol no logra justificar el ensañamiento y brutalidad que deriva en la muerte de los ancianos. Becerra logra exponer y contrarrestar los relatos de los victimarios, dejando que el lector observe y haga su propio juicio sobre ellos, como si entregara un expediente ordenado con distintas posibilidades de lectura.
La primera es la lectura de una novela policial que bien podría ser una serie true crime de cualquier streaming, mientras que desde otro punto de vista se transforma en una profunda reflexión sobre la violencia y el miedo, una novela picaresca que deviene en tragedia y en la que aún se pueden explorar temáticas como la marginalidad, la pobreza, el amor, la ausencia paterna, la corrupción, el narcotráfico, una radiografía a una sociedad que hasta este punto todavía se conmueve ante la violencia.
Masacre es una novela ágil, bien escrita, repulsiva y conmovedora a la vez. La advertencia de Becerra al comienzo sirve para fijar un punto de partida, una luz amarilla para no asomarse demasiado al abismo, un recordatorio de que nadie está ajeno a la violencia ni aquello monstruoso que puede habitar en lo más profundo de cada ser humano.
Masacre de Charlie Becerra, Ediciones Cormorán (2024).
Charlie Becerra nació en Lima, en 1989. Cursó estudios de Comunicaciones en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha trabajado como redactor creativo en distintas agencias de publicidad en Lima y en Trujillo, donde radica.