Sábado, Noviembre 15, 2025

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Sergio Cancino: «La muerte de Andrés Bobe es un capítulo central en el libro»

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Los integrantes de La Ley, una banda que al principio jugaba con el misterio, fueron considerados por el periodista musical Sergio Cancino como verdaderos superhéroes cuando los descubrió en la época de Doble Opuesto. Con el paso de los años, se consolidaron como un baluarte de la música chilena, enfrentando momentos difíciles como la dolorosa partida de uno de sus fundadores, Andrés Bobe. A pesar del duelo, siguieron adelante con fuerza y pasión, hasta alcanzar el reconocimiento internacional con un premio Grammy.

Si te gusta la música, te encantará esta entrevista. La editorial La Piedra Redonda fue la encargada de publicar este libro que rescata la historia y el legado de una de las agrupaciones musicales más exitosas de nuestra historia.

 

¿Qué significa para ti la aparición de La Ley?

Significó una revelación: una banda chilena que tomaba las influencias de la música inglesa que a mí me gustaba y las transformaba en canciones en español que sonaban misteriosas, oscuras y pop al mismo tiempo. Cuando vi a La Ley en vivo por primera vez, en el gimnasio de Curicó durante la época de Doble opuesto, fue impactante: el sonido, la interpretación, la estética, la entrega total. Como escribí al comienzo del libro: no eran cuatro músicos, eran superhéroes sobre el escenario.

¿Cómo fue el proceso creativo de Invisible. La Ley y de trabajar junto a La Piedra Redonda?

En mi cabeza venía escribiendo este libro desde los noventa. Pero los largos y absorbentes años que trabajé en radio me lo impidieron. La Piedra Redonda apareció justo en el momento en que decidí cerrar mi ciclo radial. Publiqué con ellos Acuario – Manuel García en 2022 y luego Invisible – La Ley. Llevaba mucho tiempo juntando material sobre el grupo, así es que el núcleo de la historia estaba claro: una mirada retrospectiva sobre ese disco en el contexto del Chile noventero, con un recorrido por los orígenes de La Ley y por las consecuencias del éxito continental de Invisible. La música siempre es un reflejo del país y también de la industria discográfica de la época. No había un libro sobre la banda, así es que ese enfoque más amplio era necesario y por eso también funciona como una breve biografía.

Para ti, ¿qué significa Beto Cuevas y Andrés Bobe?, ¿qué simboliza para la banda?

Una dupla compositiva poderosa. Andrés Bobe era el arquitecto del sonido, el fundador visionario, el líder. Beto Cuevas era la voz, el frontman consumado y, luego de la muerte de su compañero, se convirtió en un heredero del legado y asumió un liderazgo propio, que se expresa especialmente en sus letras y en su férreo control creativo sobre el grupo.

1994 fue un año rudo: En abril de ese año se muere Kurt Cobain y Andrés Bobe, ¿cómo lo tomaste?

Supongo que como la mayoría de mi generación: fue una tragedia, un shock, un vacío inesperado. Eran demasiado jóvenes. Fue un recordatorio de la fragilidad. La muerte de Andrés Bobe es un capítulo central en el libro, es un hilo conductor desde el epígrafe hasta la escena final. Los fanáticos perdimos a un héroe musical, pero la familia Bobe y sus compañeros de La Ley perdieron a un hijo, un hermano, un amigo. Este punto fue una brújula mientras escribía: me interesaba transmitir cómo este hecho permeó la música de la banda.

La muerte de Bobe significó un antes y un después… ¿Cómo viste eso en ti y en los fans?

Creo que cada fan tendría una respuesta personal. Lo que sí nos envolvió a todos fue la insistencia de cierta prensa que puso en duda la continuidad de La Ley sin su líder natural. Eso implicaba un desprecio por los músicos supervivientes. Sin embargo, la convicción del grupo y el escudo protector que estableció el mánager Alejandro Sanfuentes fueron claves en esa operación de resurrección que desembocó en Invisible.

Humberto Gatica fue clave, ¿cómo se vivió y viste tú esa experiencia?

Fue una relación tensa pero muy fructífera, según los relatos de los involucrados. En 1994, Gatica era un ingeniero de sonido de la primera división mundial, pero que aún debía consagrarse como productor y estaba asociado principalmente a solistas pop, más que a bandas de rock. Se encontró con un grupo de luto que iba a coproducir el disco, tenía a un guitarrista recién llegado y, para agregar presión, había un sello —Warner Music México— apostando en grande y pagando un estudio de grabación carísimo en Los Ángeles. De ese cóctel de egos y sensibilidades emergió Invisible, un álbum clásico que sigue sonando moderno treinta años después. Gatica fue clave para llevar a La Ley al siguiente nivel: el disco Uno y el MTV Unplugged.

¿Cuál es el disco que, para ti, es emblema de La Ley? ¿Por qué?

En los discos Desiertos y Doble opuesto estaban las semillas del ideal de belleza que fue la brújula del grupo: una música espaciosa y contenida, al servicio de la sosegada melancolía que es parte de la identidad chilena y funciona como contrapeso a nuestro peluseo fiestero. Ese diseño alcanzó su máxima expresión en Invisible, por eso es mi favorito y por eso escribí el libro. Es un álbum impecable.

¿Podrías hacer un mini resumen de cada integrante de La Ley?

Como ya hablé de la dupla Bobe/Cuevas, creo que es fundamental mencionar que La Ley que grabó Invisible era una banda en estado de gracia en el sentido real, con los músicos creando, componiendo en conjunto y desarrollando los temas que alcanzó a dejar Bobe. Luciano Rojas es un bajista elegante y creativo; Coti Aboitiz es brillante a la hora de crear atmósferas y melodías desde los teclados; Mauricio Clavería es uno de los mejores bateristas de Chile, un prodigio para tocar sobre secuencias programadas; Pedro Frugone es un guitarrista con personalidad en el estudio y el escenario, y fue clave en la preproducción y grabación de los demos de Invisible en su estudio en Santa Ana de Chena. Juntos fue una fuerza formidable.

¿Cómo ves tú la evolución de la banda desde los 80 hasta principio de los 2000 con un premio Grammy de por medio?

Es una de las más sorprendentes y dinámicas dentro del rock/pop chileno. Desde el trío fundador de Bobe, Aboitiz y Shía Arbulú hasta el trío que grabó el MTV Unplugged y llenó sus repisas de premios y reconocimientos. Cada fase tiene sus virtudes; en ese sentido, es muy valioso el trabajo que está realizando Germán Bobe con las próximas reediciones de La Ley (1988) y Desiertos (1990), las primeras grabaciones del grupo. Me parece que después del experimental Vértigo (1998) la banda fue perdiendo el filo creativo a medida que alcanzaba su cenit comercial. El último álbum, Adaptación (2016), tiene algunas grandes canciones. La Ley todavía tiene combustible para sorprender y una reunión de la formación de quinteto es un sueño generacional, aunque lo más probable sería un retorno del trío de Cuevas, Clavería y Frugone.

 

Francisca Gaete Trautmann
Francisca Gaete Trautmann
(Santiago, 1985) Periodista de la Universidad Gabriela Mistral. Ha trabajado para revistas, televisión y medios online. Ha seguido cursos de escritura creativa. Le encanta escribir, escuchar música. Vive en Santiago.

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