Martes, Diciembre 10, 2024
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Sobre «Necrovida», de Sebastián Alvarado Fuentes

 

Por Hernán Contreras R.

 

Los vacíos pueden llevarnos a las preguntas y es lo que me provocan estos versos. Vacíos, pérdida, falta y, por consiguiente, preguntas. Estas, en nuestras mentes, son pensamientos. Ya con ello el poema cumple una función vital: la de provocar algo, en este caso, un pensamiento.

¿Hasta qué punto nos desvanecemos en algo que parece ser una muerte, pero en vida? ¿Cómo escribirle a alguien cuando deja de estar presente, por decisión propia o no, en nuestra vida? Si es que existe una respuesta, el poeta aquí la busca, mediante el roce del límite del lenguaje. Así como desgarra su piel para comprobar que hay algo adentro, desgarra el lenguaje y sus formas para intentar mostrar en todo ámbito posible el dolor y la voluntad para decir lo inefable, que de todas formas, aun atreviéndose, sabe que no podrá.

Así, se desvanecen y nacen las letras. Intenta revivir una voz mientras se apaga, lentamente. El pulso de quien se queda consciente de que la vida sigue, con su contraposición que podría ser la muerte, imita esa disminución en el ritmo. Desde lo que parece ser una voz derrotada, logra emerger como palabra que, por ser palabra, se hace de su fuerza. De algo podemos estar seguros: la voz poética, aunque no lo vea claramente ni ella misma, no pierde la esperanza.

En estos poemas, como en otros que he podido leer de Sebastián Alvarado Fuentes, la forma está totalmente entrelazada con el contenido, definiéndose estos elementos el uno al otro de manera constante. Es otra de las búsquedas que podemos notar: la relación forma y contenido. Y es que en Necrovida podemos encontrar más de una lectura o foco. Podemos dejarnos envolver por el sufrimiento y la súplica, conectar con emociones de pérdida y recordar dolores, o bien desmenuzar los elementos y tratos que el poeta hace a la palabra: ritmos, longitud de versos, disposición espacial, palabras elegidas y hasta la cantidad de tinta que tienen las letras. Respecto a esto último, pienso que si el blanco en el papel y la separación o distancia entre los versos y palabras son silencios repentinos, la degradación del negro al blanco, la desaparición paulatina de la palabra es como si fuéramos bajando de a poco el volumen, como si el silencio estuviera ahí presente todo el tiempo, envolviendo de a poco a la voz.

El poeta nos abre una puerta desde el inicio y leemos su sueño o tal vez, y a la vez, su realidad. La primera imagen que nos deja son luciérnagas deformes. Es la luz, el destello, lo que puede ser deforme. Cuál sería entonces la forma normal de esa luz. Todo camino que abre es más una duda que una certeza, y es que en los versos de Necrovida no hay un camino luminoso en el que se pueda saber con certeza en dónde estás de pie o a dónde llegarás. Es el proceso, no la llegada, es el sufrimiento, no el fin de la vida lo que vemos aquí. Es, así como el silencio que se apodera de la voz, la luz que se atenúa y desaparece y estamos ahí para poder verlo, sin poder hacer nada al respecto.

Sin poder decir muchas palabras más, con la imagen de la sombra de un niño inseguro que me corta los dedos, hay una sentencia con la que, por algún recuerdo o experiencia en nuestra vida, podemos estar de acuerdo:

La inocencia es dolor

Dolor que nos marca y abre un camino, pero pareciera que un camino hacia atrás, y que nos deja con esa estela como la que sufrimos al despertar, y digo sufrimos para ser como el autor, de un sueño emocionalmente fuerte, que nos amarra durante minutos u horas a esa otra realidad. Soñó el poeta con estrellas fugaces para ser solo eso, algo que destella, pero que se desintegra y desaparece rápidamente, ser mito de deseos cumplidos, un quizás, una esperanza, pero sin nada de dónde aferrarse.

 

 es verdad,
la realidad es hermosa
cuando mi voz se desvanece

Me dan ganas de responderte, poeta, y seguir escribiendo sobre tus versos. Me dan ganas de responder a estas frases-deseos-imágenes porque sí, la realidad es hermosa en el silencio, cuando logramos nuestro propio silencio.

Pero no sé si es sobre eso de lo que habla Alvarado Fuentes. Tampoco quiero revelar ni develar cada significado, aunque pudiera. Hay partes que son nuestras. Aquí el poeta nos muestra algo suyo, luego, a su forma, hace desaparecer las palabras. Creo que cada persona que lea estos poemas debe volver a encontrarlas y hacerlas emerger, desde sus propias profundidades, según sus propias formas.

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