Viernes, Junio 13, 2025

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Fernando Concha: «Yo no esperaba escribir este libro, este libro se me impuso»

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La editorial Montacerdos publicó Conoce los caminos, el primer libro de Fernando Concha. Como dice su autor, el libro fue una avalancha de ideas que proporcionaron una obra intensa, en la que uno se atrapa al leerla. Para él «la literatura es lo primero», te invitamos a conocer más sobre su obra.

Cuéntanos sobre ti

—Aspiro a que mi obra sea más interesante que mi vida, y por suerte eso no es muy difícil. La literatura es lo primero para mí, todo lo demás se subordina a ella.

Nací en el 89, mi infancia transcurrió en los noventa, algo de eso debe haber en el libro. Era la época en que la iglesia había prohibido el concierto de Iron Maiden, el cura Hasbún salía en la tele defendiendo a Villa Baviera y no existía ni una ley de divorcio. Los adultos confiaban a ciegas en los curas. Recuerdo que en la tele el tipo de las noticias decía al cerrar: «Nos vemos mañana, si Dios quiere».

—¿Cómo llegaste a la literatura?

—Son varias vertientes que me llevaron allá. Mi madre nos leía a mí y a mis hermanas antes de dormir. Ahí empecé a imaginar antes de saber leer. Después, fui un niño con mucho insomnio. Hasta hace muy poco, tenía serios problemas para conciliar el sueño. Por eso leí mucho por mi cuenta, para no aburrirme. Me empezaron a gustar las enciclopedias, sus artículos breves, variados, el hecho de que se podía entrar y salir de ellas a gusto. Ahí cabían los planetas, los dinosaurios, la navegación, Nínive.

—¿Qué escritores/as te han influenciado?

—Esa pregunta es de no acabar. Tengo que decir Nabokov, porque me ayudó a pasarme de la poesía a la ficción. Me mostró que una novela o un cuento se puede hacer con el mismo rigor en la dicción que un poema, y las magias de hacer confluir escena y lo que se suele llamar «imagen poética». Después de eso está Borges, que me enseñó a pensar la literatura y a tomarme en serio lo que él llama «la obligación de inventar». Borges me salvó de ser meramente romántico.

En general, leo mucha literatura argentina y uruguaya: Di Benedetto, Falco, Levrero, Felisberto, Schweblin, Selva Almada, Sara Gallardo, Liliana Heker. Del otro lado de los Andes se escribe con mayor amplitud de miras, al menos en lo que respecta a la prosa. Y eso siempre me ha agradado. Me gusta el rigor con que se toma el oficio. Muy rara vez el tema sirve para excusar los ripios. Es cosa de pensar en Walsh, alguien que perfectamente podría haber descansado en el contenido político de lo que estaba haciendo, pero se volvió sello de su obra los movimientos de su prosa. Algo similar pasa con Maivo Suárez, de la que he aprendido mucho y todavía estoy aprendiendo. Ella podría descansar en su conocimiento y su experiencia como trabajadora social y en el potencial atractivo de sus temas. En vez de eso, se la ve en la página ser una estilista, y de hecho es una de las mejores estilistas de la literatura nacional, si me piden mi opinión.

—¿Cómo fue sacar tu primer libro?

—Ha sido un proceso largo. Yo soy lento. Escribiendo y corrigiendo. Algunos de estos textos son de 2018. A mí me gusta pulir, y si no fuera porque sentía la necesidad de «aparecer» habría seguido puliendo estos textos hasta quién sabe cuándo. En eso me ayudó mucho el consejo de Luis López Aliaga, que a menudo me decía que me olvidara, que pasara al otro proyecto que tengo. Ahora el libro está hecho y es como si no fuera mío. Es de las personas que lo han leído.

—¿Por qué el título?

—Me gusta el título porque tiene a la vez algo de trascendente y un toque farsante. Alude a los caminos del Señor, que son inescrutables, o misteriosos, y a la vez es una orden o promesa excesiva, ambiciosa, algo que se propone con una facilidad que no puede tomarse en serio. Hay también experiencia y aprendizaje, o su promesa. El hecho de que haya varios caminos va bien con las varias historias que cruzan el libro. Y también está el Scivias de von Bingen.

—La religión es un tema recurrente, ¿por qué?

—Creo que esa pregunta la responde el libro. Pero me interesa que la religión sea algo que no solo «sigue» vivo, si no que nunca ha estado en retirada, como alguna vez se pensó. Dios es una hipótesis extravagante (un tipo allá arriba que te crea, te espía, te ama, te castiga, habla contigo y a veces se calla, tiene el poder de hacerlo todo, lo sabe todo, es una inteligencia suprema y parece comportarse como un demente), y sin embargo, Dios es una hipótesis extravagante que insiste en volver. ¿Por qué? Eso me interesa. El cristianismo, por otro lado, propone una serie de ideas, prácticas y de historias a las que estamos muy acostumbrados pero que son muy raras, como la inmaculada concepción, como los sacramentos, como el agua bendita. Me gusta que eso sea tan raro y tan normal a la vez. Al final, también se trata de qué implica creer, a dónde te lleva la creencia y en ese sentido como una historia, un cuento, modela la conducta y la percepción.

—¿Cómo fue el proceso creativo de escribir Conoce los caminos?

—Yo no esperaba escribir este libro, este libro se me impuso. He tenido la suerte de ver vitrales en vivo y en directo. Creo que fue en 2017 o 2018 que vi un vitral en la catedral de Ragusa Ibla y eso me marcó. Era la decapitación de un santo y por alguna razón me llamó la atención el carácter genérico del verdugo. Al día siguiente me senté y escribí de un tirón el cuento que se llamaba “El Santo”. Después empezaron a llegar más y más ideas, ideas imparables de cuentos. El cristianismo es una máquina de hacer historias. Uno podría pasarse la vida en esto. Sin duda se podría hacer de esto un sello de autor. Material hay.

Entonces, en un principio intenté resistir esa avalancha de ideas, porque estaba escribiendo una novela, o más bien tratando de salvarla del naufragio. Después me di cuenta de que algo, el Pulento quizás, me estaba dando una obra realizable en bandeja. Me dije, esta obra sí puedo escribirla. Es un proyecto factible. A mi edad todo el mundo ha publicado hace ya un rato, así que me vino bien para tratar de probar que algo tengo para contribuir.

—¿Qué tal trabajar con la editorial Montecerdos ?

—Es un honor publicar con ellos. Son para mí una de las mejores (si no la mejor) editorial en el país. Así que siempre tuve esa ambición. Admiro profundamente su catálogo. Desde que publicaron Flores Nuevas de Falco no he parado de seguirlos. Se trata también de personas muy comprometidas con el oficio, lo cual se ve en el trabajo que realizan como editorial, pero también en los talleres y en los debates que las personas de Montacerdos han planteado.

—¿Dónde podemos encontrar el libro?

—Pueden comprarlo directamente a través de la editorial en www.montacerdos.cl con despacho a domicilio. También está en Buscalibre y en varias librerías: Ulises, Qué Leo, Antártica, la del GAM, Lolita, la del Fondo, etc.

 

Francisca Gaete Trautmann
Francisca Gaete Trautmann
(Santiago, 1985) Periodista de la Universidad Gabriela Mistral. Ha trabajado para revistas, televisión y medios online. Ha seguido cursos de escritura creativa. Le encanta escribir, escuchar música. Vive en Santiago.

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